Valladolid vibra en el Real de la Feria
Los feriantes afinan las atracciones en un sábado marcado por el buen tiempo y el fútbol en el estadio José Zorrilla
Sábado, doce del mediodía y el Real de la Feria abre sus puertas. El sol empieza a calentar el asfalto. Todo está tranquilo, casi en ... silencio. El aire ya huele a fritura y se escuchan los primeros sonidos. El golpe seco de los coches de choque al encenderse, la voz de un feriante que calibra el micrófono… y al fondo, una melodía de reguetón se cuela tímidamente entre los altavoces, como si la feria calentara motores para lo que se avecina, el que será uno de los días grandes de las ferias. Los primeros clientes entran con timidez. Familias con niños pequeños que miran con ojos muy abiertos cada atracción. «A estas horas vienen los niños. Las atracciones de mayores abren por la tarde», comenta un feriante.
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Todos saben que será un día de gran afluencia. Las temperaturas acompañan, y, a pocos metros, el estadio José Zorrilla vivirá tarde de fútbol, lo que siempre arrastra público hasta la feria. Los feriantes, conscientes de ello, se afanan en revisar arneses y ajustar luces. «Hoy se tiene que notar», comentan entre ellos.
El calendario escolar, un rival insesperado
Los Hermanos Galicia, con sus pistas infantiles y el Paris-Dakar, lo tienen claro. «Nos han quitado la semana buena», lamentan. Se refieren al arranque del curso escolar, que ha coincidido con los días fuertes de feria. «A las ocho y media de la tarde ya no queda un niño en la feria. Eso nos mata. Ojalá el año que viene lo tengan en cuenta», dicen con resignación. Ellos son de Valladolid, «nacidos y criados aquí», y reconocen que cada vez es más difícil mantener el negocio. «El gasoil, la luz, las tasas del ayuntamiento… todo sube. Pero los viajes los hemos mantenido tres años seguidos. La gente cree que la feria es cara, pero no lo es. Nosotros también tenemos que comer», comentan.
Unos metros más allá, Andrés Moya prepara el agua y los premios de su puesto de pesca de patitos de goma. Sonríe al recordar su larga relación con la ciudad. «Soy de Valencia, pero llevo más de 40 años viniendo a Valladolid, desde los últimos años que la feria se instalaba en La Rubia. La de Valladolid es de las mejores ferias de España por la cantidad de público que viene», asegura. Este profesional de la diversión, lo tiene claro. «Entre semana baja mucho porque los críos tienen colegio, pero los fines de semana esto se llena y aguanta hasta las dos o las tres de la mañana». Mientras habla, entrega un regalo a una niña. «Aquí siempre toca. La jugada son 5 euros, pero siempre hay premio», anima.
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«Este año va muy bien»
José Miguel Martín 'Sella', presidente de los feriantes, muestra su satisfacción con esta edición de la feria. «Este año va bastante bien. El tiempo acompaña. Hace bueno incluso por la noche, y eso es fundamental», resume mientras pone a punto su pista de coches de choque.
El Real de la Feria ha colgado el cartel de lleno total, con 140 puestos, entre atracciones y casetas. Además, presume de varias novedades este año. La primera de ellas, el Extreme, que llevaba 10 años sin venir a Valladolid. También el High Energy, un gran brazo con 28 metros de altura que culmina con otras seis extremidades en forma de estrella con capacidad para 24 personas. Una atracción que prácticamente se está estrenando en España y que ha recalado en la capital del Pisuerga para alegría de los feriantes. También el Impact y el nuevo Canguro. «Son atracciones punteras, algunas únicas en España. Valladolid es una plaza clave, de las mejores del norte. Junto con Sevilla, Málaga o Bilbao, es una feria de primera línea», reconoce Sella, quien también insiste en que los precios no han subido. «Las infantiles y los coches de choque están a 4 euros, las grandes a 5 ó 6, y el Gigant XXL, que es único en España, se va a 7 u 8. Pero es un aparato impresionante y la gente lo sabe», añade el presidente.
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En el puesto de frutos secos Cholo y Yoli, Marcial Castro ya tiene colocada toda su producción de almendras garrapiñadas. «Soy la cuarta generación de feriantes. Mi abuela ya montaba en las Moreras, más tarde en La Rubia y ahora aquí. He mamado esto desde niño», cuenta con orgullo. Este año, sin embargo, lo nota más flojo. «Hay demasiada oferta, entre la feria de muestras, las casetas regionales, las casetas de día… la gente se reparte. Pero para mí sigue siendo emocionante estar aquí, en mi ciudad. Esta feria tiene de las mejores atracciones de España, si no las mejores», comenta este feriante, que el día 28, cuando el Real de la Feria se clausure, pondrá rumbo a la de Ávila.
Más crítico se muestra Marcelino González 'Cholo', un veterano de atracciones. «El lunes, martes y miércoles estuvo algo flojo, pero el viernes se animó con el espectáculo de los drones. Eso sí, en media hora, cuando acabaron, la feria se vació», recuerda. A él, lo que más le preocupa son los números, que dificultan que las cuentas cuadren. «Cada atracción o caseta paga de media 2.500 euros solo por ocupar el espacio, y los grandes, pueden superar los 6.000 euros. A eso hay que sumarle luz, personal, gasoil… Empiezas la feria con un déficit de 10.000 euros antes de abrir. Y encima todo sube, la gasolina, la comida… pero los sueldos en España no suben igual. Así no compensa».
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En cuanto al cambio de ubicación de las casetas regionales, los feriantes discrepan. Para algunos, como Marcelino, la decisión ha sido positiva. «Las casetas solo traían problemas. Mucha gente bajaba bebida, venía con la barriga llena y no se subían en nada. Este año hay más tranquilidad y menos peleas». Otros, sin embargo, creen que el traslado a la nueva ubicación ha restado ambiente dentro del Real de la Feria. «Nos ha quitado mucho público», dice la familia Galicia. Una visión que contrasta con la del presidente de los feriantes, José Miguel Martín. «Se nota un poquitín en la mañana del sábado y del domingo y a lo mejor a primera hora de la tarde, pero lo cierto es que no nos ha afectado mucho», concluye.
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