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Cuatro monjas clarisas contemplan un Cristo de la exposición que se inauguró este jueves en su convento. Ramón Gómez
Valladolid

Una exposición estrena las celebraciones del 550 aniversario del convento de Santa Isabel

Un centenar de piezas entre pintura, escultura, orfebrería y documentos integran la muestra con la que las 17 monjas abren sus puertas

Luis Amo

Valladolid

Viernes, 18 de noviembre 2022, 00:04

La intrahistoria de una comunidad monacal en paralelo a la crónica local y, con el paso del tiempo, también a las crónicas provinciales, nacionales e ... incluso internacionales dada la variada procedencia de las hermanas que residen en la actualidad aquí. Las Madres Clarisas de Valladolid conmemoran el 550 aniversario de la fundación del monasterio franciscano recordando la realidad de entonces y la actual dentro de uno de los conventos más antiguos de la capital. Las hermanas dieron este jueves comienzo a las celebraciones para festejar esta efeméride coincidiendo con el día de Santa Isabel de Hungría, una de las contadas jornadas del año en que el obrador de dulces dejó de laborar para dedicarse con más entusiasmo si cabe a la oración que tuvo como momento culmen la celebración eucarística que presidió el arzobispo de Valladolid, Luis Argüello. Sin duda, muy propio en su condición de religiosas de clausura con el lema ora et labora y, además, en esta jornada acompañadas por numerosos fieles.

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El centro museístico de Santa Isabel acoge la muestra 'Sorelle Tutte' con un itinerario que al comienzo permite al visitante adentrarse en la propia historia del convento gracias a la oportunidad que significa disfrutar y pasear por el claustro, el corredor monacal con tracerías góticas fechado en 1495 y que es la parte más antigua de entre las conservadas. A partir de aquí, gracias al montaje de los hermanos de la cofradía de la Orden Franciscana Seglar, la entrada a una estancia repleta de santidad donde se han articulado los tres grandes capítulos de la exposición que dan cabida al contexto fundacional del monasterio mediante un centenar de piezas. Escultura, pintura, orfebrería e incluso los documentos integran esta muestra donde destacan piezas como un crucificado anónimo del siglo XV, una talla de Santa Isabel atribuida al círculo de Alejo de Bahía o una Inmaculada de Gregorio Fernández del XVII.

Las imágenes de Santa Isabel, Santa Clara y San Francisco invitan a profundizar en la propia fe de años y años de comunidad contemplativa, piezas salvaguardadas «por unas mujeres que se empeñaron en vivir desde los comienzos un estilo de compromiso seglar de atención a los pobres», como explicó el capellán del convento Guillermo Camino, cuya disertación fue seguida con especial atención por el propio prelado. También asistieron el alcalde de Medina de Rioseco, David Esteban, quien recordó con especial cariño a las hermanas procedentes del convento cerrado allí hace ya varios años a la par que tuvo presente a otro paisano, el riosecano y franciscano fray Carlos Amigo. Junto a él la concejala del Ayuntamiento María Victoria Soto y el presidente de la Diputación, Conrado Íscar, quien en una entrañable intervención incidió en el mensaje franciscano de 'Paz y bien' señalando que «sigue siendo hoy más actual que nunca en una sociedad tan polarizada, donde la guerra vuelve a estar al lado de nuestras casas, la crisis económica castiga duramente a los más necesitados o en la que parece que nuestra vida solo tiene valor si podemos expresarnos en 140 caracteres».

Las religiosas de clausura dejaron de trabajar en su obrador de dulces y esperan a quienes necesiten «un remanso»

Las 17 hermanas de clausura del Monasterio de Santa Isabel de Hungría abren con esta muestra su céntrica morada para recibir a «todas las personas de bien, las que quieren acompañarnos en nuestra alegría de celebrar, las que necesitan consuelo y las que necesitan un momento de remanso y parar del día a día y rezar». La hermana Sor Isabel de la Trinidad así lo comentaba, al tiempo que recordaba que pese a su clausura siempre han estado presentes en la evolución de la sociedad vallisoletana a través del torno por donde venden sus dulces: «Es nuestra magnífica ventana al exterior».

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Y de estas historias, de entretejer la historia, habló el arzobispo durante su homilía en una iglesia abarrotada donde agradeció a la comunidad su vocación destacando cómo las ilumina «la fe y el testimonio de Santa Isabel de Hungría siguiendo a Jesucristo». En este sentido, incidió en la realidad de los más necesitados, de cómo se vive la caridad sin límites e incluso puso en la mesa del altar el deseo de avivar las vocaciones y evitar así la marcha de más conventos más si cabe en un entorno conventual de la capital vallisoletana donde en los últimos años han cerrado dos de los tres existentes: Santa Catalina en 2009 y San Quirce en 2018. «Celebremos este regalo de la Iglesia del franciscanismo», concluyó.

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