«Existe un desacuerdo absoluto con el quehacer de este equipo rectoral»
Elecciones al Rectorado de la Universidad de Valladolid ·
Ángel Marina, candidato a rector en la UVAÁngel Marina será el único de los cuatro candidatos que no podría repetir mandato si sale elegido rector de la Universidad de Valladolid. Desventajas de la ventaja de llevar 42 años ligado a la institución, que a cambio le permite conocerla a fondo. Advierte, sin embargo, que no le preocupa ese segundo mandato imposible porque su objetivo es cambiar la política «personalista» de los últimos rectores por una política «de ideas» capaz de proyectarse a largo plazo.
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–¿Quién es Ángel Marina y por qué se presenta?
–Me llamo Ángel Marina, soy catedrático de Derecho Mercantil y llevo en esta casa desde 1976. He desarrollado aquí toda mi actividad profesional, en la que hay distintas etapas. En la de formación, entré un 4 de noviembre y el día 5 tuve que dar clase. ¡Imagino que horrible! Pero eran las necesidades del centro... Luego hice mi tesis doctoral, he tenido oportunidad de visitar diferentes países, la primera vez en 1986 en Essex, en Colchester (Inglaterra), que entonces fue un hito. Luego Italia y Francia, la última vez hace un año en la Sorbona, en París. He sido decano de esta casa de 2000 a 2004 y entre 2002 y 2004 estuve al frente de la Conferencia de Decanos de Economía y Empresa. Estoy en posesión de cuatro sexenios de investigación y entiendo que cumplimentaré el quinto el año que viene. La UVA es mi vida. No solo porque he desarrollado mi función en ella, sino porque hay que estar orgulloso de donde uno está.
–¿Qué es lo que ha visto en estos cuatro años que no le ha gustado?
–En los años anteriores he participado en dos procesos electorales. Uno con el profesor Jesús Quijano, en el que más ilusión tenía, en 2006, que perdió por un mínimo porcentaje de votos. La UVA perdió una oportunidad magnífica de tener a un magnífico rector. Luego colaboré en el segundo intento del profesor Sacristán por razones de amistad, también con escaso éxito. Y los años que llevo en esta casa, la experiencia que he adquirido, lo que he visto aquí y en otros modelos de universidades, es lo que me ha animado a dar este salto y a intentarlo. Si no lo logro, evidentemente, aquí seguiremos. Voy a hacer lo que esté en mi mano por alcanzar ese resultado. Intentar primero pasar a esa segunda vuelta. Cuando alguien da este paso hay dos aspectos lógicos. Uno, que lo que ves no te gusta. Si te gustara, seguirías en tu situación. Dos, que al no gustarme lo que veo intento ofrecer algo que sea diferente tanto en contenidos como por las personas que están detrás. El rector ha de desarrollar una función esencialmente institucional, la imagen de lo que es la universidad. El trabajo, quien en mayor medida lo lleva a cabo son los vicerrectores. Por eso lo importante es contar no solo con ideas sino con las personas que sean capaces de llevarlas adelante. Cuento con un grupo de personas de primer nivel, de la máxima cualificación y he pretendido que quienes configuran ese equipo respondan a planteamientos diversos. Odio las unanimidades. Pero es imprescindible contar con gente capaz de asumir algo que incluso no sea estrictamente acorde con lo que pueda uno pensar. En ese sentido, cuento con personas que son el marchamo de que lo que vamos a incorporar a un papel como programa o ideario, se va a intentar cumplir. Los candidatos jugamos con una desventaja asumida, y es que no se puede ser demasiado preciso a la hora de llenar de contenido ese ideario, porque hasta que no estás dentro no ves los límites que vienen impuestos a tu poder de decisión por unas u otras cuestiones. Unas ajenas, otras propias. Me pasó cuando fui elegido decano, probablemente tenía más ideas de las que después pude realizar. Tenía un objetivo claro que era crear y consolidar el doble grado en Derecho y Administración de Empresas, la primera experiencia de doble título en la UVA, y con un éxito incuestionable. Es un ejemplo de lo que nos queda por hacer. En ordenación académica, por ejemplo, debemos ser capaces de presentar una oferta académica atractiva. En algún caso pensando en que esto tiene un destinatario que se llama mercado laboral, pero también me gusta mucho una frase que he leído, «la utilidad de lo inútil». Y hay cosas que deben superar esas ofertas muy específicas, muy especiales, ese mandamiento de coste-beneficio. Soy un ferviente creyente de recuperar la utilidad de lo inútil. Hay que incidir también en eso. No hay que mercantilizar en exceso lo que es la oferta universitaria, debe haber cabida para otras cosas. Estamos superando esa época que los economistas ponen de relieve con una expresión muy significativa, cañones o mantequilla. Es factible centrarnos en lo que es fundamental, somos una institución destinada a la educación superior pero también hay que buscar otros nichos de actividad. Y yo me pregunto qué implantación tiene la UVA como institución educativa y cultural en nuestro entorno social. En todos nuestros distritos universitarios y sus provincias. ¿Tiene alguna implantación en Medina del Campo, en Aguilar de Campoo? Cero. Y ahí hay labor que realizar. Y si se fuera inteligente, eso a la postre redunda en la mejor consolidación de la oferta estrictamente académica. De alguna manera no nos hemos sabido vender a pesar de hacer muchas cosas bien.
«Me pregunto qué implantación tiene la UVA como institución educativa y cultural en nuestro entorno social»
–Esa es una queja común que sin embargo lleva mucho tiempo escuchándose.
–Es como el aceite. ¿Por qué la mayoría del aceite de oliva español se vende bajo el sello de ‘made in Italy’? Y no quiero decir algo que... ¿Por qué la Universidad de Salamanca tiene la repercusión que tiene en Castilla y León y nosotros la mitad de la mitad? Si somos más antiguos. Si le unimos Palencia... Y el 800 aniversario de nuestra casa pasó inadvertido. Que no es envidia .Es un orgullo para un castellano y leonés que Salamanca tenga ese prestigio, y más si fuera posible. Pero claro, estas cosas llevan a agravios comparativos. Determinadas actividades que no son estrictamente de orden académico redundan a la postre en la oferta académica. Hay que terminar el círculo del discurso y del objetivo. Quiero que nuestra universidad como institución cultural esté presente, por ejemplo, no solo como un anagrama en un escudito en el Festival de Teatro Clásico de Olmedo.Tenemos que dar algo más. Y ese algo más redunda en sus efectos positivamente en nuestra actividad de oferta estrictamente académica.
–Lleva tiempo sondeando qué posibilidades hay, qué apoyos. ¿Qué ha detectado que preocupa más a la comunidad universitaria?
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–Llevo moviéndome en esto meses, desde antes de irme a París el año pasado. Lo de improvisar, en sus dosis más limitadas. Llevo hablando muchos meses con mucha gente. Me gusta escuchar, aunque parezca una obviedad, pero es que hay gente que no escucha, y algunos ejemplos tenemos en el equipo rectoral. Tengo una confianza personal con Jesús Quijano, con Ángel Cartón, con Felipe Cano, Basilio Calderón, con el propio Antonio Largo –también candidato–, ahora tengo una charla con la decana de Enfermería... ¿Qué he observado? He hablado con tanta gente que creo que se puede poner como conclusión que existe un desacuerdo casi absoluto con el quehacer de este equipo rectoral, tanto en las formas como en el fondo. No se ha hecho nada, y lo poco que se ha hecho ha sido para no molestar. El ejercicio de responsabilidades de rector implica que a veces hay que tomar decisiones que no gustan. Fíjese la que le tocó tomar a Marcos Sacristán a los efectos de no renovación de asociados. Se tuvo que hacer pero se hizo, en las formas, muy mal. En este caso no se ha hecho prácticamente nada. Estoy en que el plan de innovación este con el que se ha mareado tanto la perdiz se presentará el 11 de abril... Son cosas que ni Manuel Fraga Iribarne hacía cuando inauguraba los teleclubes. Hay una opinión generalizada de que este Rectorado ha hecho poco. Observo un cierto desánimo, muy extendido, sobre todo cuando alguien ve un ranking, una evaluación de lo que aqui hacemos. Entonces ese desánimo se multiplica por n. Hay situaciones que requieren decisiones drásticas. Hay una situación de empobrecimiento y envejecimiento de nuestras plantillas de profesorado que es de asustar, es dramático. Un profesor no se forma de la noche a la mañana. En cuarto lugar hay un problema de oferta académica. Se ha hecho un mapa de titulaciones cuando menos discutible. Se debe reabrir ese debate cuanto antes, y no debates territoriales absurdos como el que ha suscitado el consejero Fernando Rey con el tema de Soria. Es inaudito que se genere un problema donde no lo hay. He estado en Soria, preguntas y no hay ningún problema con la UVA. Hablemos de lo imprescindible, que es la financiación de las universidades públicas de Castilla yLeón y de la oferta académica. La nuestra, hoy, es muy limitada.Y si polarizo las cuestiones en el ámbito de Ciencias de la Salud, Medicina necesita una complementación que permita el desarrollo de procesos de investigación que ahora está obligada a llevar a cabo con otras universidades y que me parece injustificable. También la dispersión de órganos administrativos requiere de cierta adecuación. El Parque Científico por un lado, la Fundación General por otro, el IBGM... En definitiva, de lo que se trata es de lograr una imagen UVA que globalice todo.
«Se ha hecho un mapa de titulaciones cuando menos discutible, y debe reabrirse ese debate»
–Pero eso requiere un cambio más profundo que implica una renovación de los estatutos de la Universidad de Valladolid que también lleva tiempo en el aire.
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–Por supuesto. Hay que hacer una reforma de los estatutos que lleva pendiente ‘in illo tempore’. Uno tiene que tomar decisiones. Para eso estás, si no te quedas en tu casa. Te podrás equivocar, pero al menos inténtalo. Pero se podría seguir: relaciones internacionales, estructuras administrativas, gerencia... Hay ciertas funciones que está llevando a cabo parte del PDI, a veces con más voluntad que acierto, que podrían ser asumidas por el PAS. Hay que institucionalizar el aparato administrativo de la UVA, no puede quedar al albur del que venga aquí. En el tema del PAS tengo muy claro que podría asumir la Gerencia y contar con una especie de cuerpo especializado de PAS que sea capaz de desarrollar funciones que hoy llevan a cabo compañeros docentes e investigadores. La UVA tiene que contar con un cuerpo de personal suficientemente cualificado capaz de prestar ese tipo de servicios. Y eso se consigue con una adecuada relación de puestos de trabajo (RPT). El caso de las relaciones internacionales. Este centro tiene muchos erasmus, y también alumnos, y tienen el lío de si viene un becario o no, etc. Esto tiene que tener un personal dedicado a ello, que sepa inglés, que para eso tenemos un centro de idiomas, y se ocupe de este servicio. La conclusión es que hay que generar ilusión. He intentado vincular a mucha gente y te dicen que para qué me meto en estos líos.
–Insistió, de hecho, en presentarse con el equipo listo y no ha podido ser porque hay mucha gente que prefiere mantenerse en un segundo plano, al menos en un primer momento. No significarse con un candidato. ¿Por qué ese temor?
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–Es tremendo. Es de las pocas instituciones en las que al contrario le puedes incluso vilipendiar, porque cuando esté en el mando tú vas a a seguir igual. ¿Por qué un porcentaje relevante es excesivamente cauto a la hora de adherirse a un proyecto o incluso de criticar algo de lo que se está haciendo? Cuando tenemos la suerte de pertenecer a una institución en la que podemos decir lo que nos dé la gana.
–En cierto modo están blindados por la autonomía de los departamentos respecto a posibles represalias.
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–Nadie te puede represaliar, pese a las connotaciones del término. Tienes esa suerte. Pues a pesar de eso... ¿Y por qué? No quiero ser tremendista, pero luego tenemos lo que nos merecemos. ¿Quién se mete a intentar gestionar la cosa pública? Pues se meten los que se meten. Aquí, que somos una organización que goza de ese privilegio, parece que ha habido un trasvase de ese desánimo de la vida política. Cuando oigo que algunos se retiran del pacto educativo pienso qué país somos que después de más de 40 años no hemos sido capaces de generar un pacto educativo. Es lamentable y pone de manifiesto unas carencias intelectuales relevantes por parte de unos y de otros. Hay una cortedad de miras enorme. El cortoplacismo. Es el país, España, y no es un cuestión de banderas sino la sociedad en la que estamos inmersos y de la que tenemos parte de responsabilidad en mejorarla. Y las universidades públicas tenemos esa obligación también.
–En la UVA hay un poco de esto, quizá. Los últimos tres rectores, si Daniel Miguel no renovara, habrán durado apenas un mandato. ¿Tan difícil es construir un proyecto, un plan estratégico consensuado y a largo plazo?
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–Porque aquí el proyecto se ha vinculado a una persona y no a los contenidos. A mí me podrán achacar que no podría repetir en un segundo mandato, salvo que aumente la edad de jubilación. Precisamente sustentar un programa en una persona tiene el error, o la consecuencia, que ha tenido en los tres últimos rectores: Evaristo Abril, Marcos Sacristán y Daniel Miguel. Se ha personalizado en exceso. Se pierde de vista el contenido, que es lo relevante. Lo que tenemos que hacer es un punto y aparte en nuestra historia reciente. Hablamos de lo que se debe hacer a veinte años y eso se hace con ideas, no con personas. Hay que apostar claramente por ver qué es lo que buscamos, oferta académica de calidad, nada de café para todos, incentivar la investigación, motivar al profesorado para que investigue. El buen docente requiere un conocimiento y ese conocimiento se adquiere por la investigación.Hay que tener unas ideas compartidas y desarrolladas por personas. Algunos ya sabemos que no lo pueden hacer, por muchas razones, quizá porque no creen en ello. Pero eso hay que desarrollarlo y hay que hacerlo en un escenario a largo plazo. Y esto no se hace en un mandato, dos o tres. Requiere empezar a generar una conciencia de lo que somos, de lo que queremos ser, y eso se concreta en oferta académica de calidad, convenios internacionales con universidades de prestigio, oferta bilingüe... Y luego que nos conozcan los de fuera. Debemos llegar a la sociedad en la que estamos. Que sean partícipes de lo que hacemos. Estamos en la época de lo de Kennedy, no preguntes qué puede hacer la administración por ti, sino qué puedes hacer tú por la administración. Es nuestro deber restituir a la sociedad lo que la sociedad nos da, ser responsable con el lugar en el que uno está y con la misión que uno tiene, que es enseñar.
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