La enjambrazón sobrevuela Valladolid
La división natural de las colmenas de abejas en busca de un nuevo hogar provoca hasta 150 intervenciones de los Bomberos de la capital en apenas mes y medio
No se asusten con el término, aunque suene a problema gigante. Ante todo, mucha calma y nada de actuar por libre. Es mejor pedir consejo ... a los que saben. La enjambrazón o división natural de las colonias de abejas en busca de un nuevo hogar es un proceso natural para esta especie que, en ocasiones, eso sí, puede crear problemas en la ciudad. Desde hace aproximadamente dos semanas, con el aumento de las temperaturas y el inicio de la floración, los Bomberos de la capital han comenzado a reubicar a esas primeras viajeras que buscan otros asentamientos por estar superpoblados los que hasta ahora habían ocupado. La primavera explota y con ella se inicia el éxodo de las autoras de la miel.
El año pasado, en mes y medio, Eduardo Flecha, Javier Redondo y Javier Arias, miembros del Servicio de Extinción de Incendios, especializados en estos salvamentos apícolas, participaron en 150 salidas para rescatar estas colonias en tránsito y transportarlas a lugares seguros para ellas y para usted.
Y es que los enjambres, en esa mudanza, pueden elegir el árbol de un parque muy concurrido, la esquina de una terraza, la parte baja de un banco, una tubería o el parabrisas de un coche. No todos estos destinos son, en sí mismos, de riesgo para los vecinos, pero conviene que los expertos lo valoren.
Lo importante, advierten Flecha y Redondo, es que cuando un ciudadano se tope con estas aglomeraciones, con esas bolas vivas en movimiento, ofrezca todos los detalles. Podría tratarse de una colmena ya creada y la solución es distinta. Es importante mantener la calma, no intentar ahuyentarlas y alejarse del lugar en la medida de lo posible.
Los enjambres son itinerantes, la comunidad aún no han encontrado domicilio fijo, no hay larvas, ni alimento, con lo que la respuesta de los insectos, en principio, siempre será más dócil.
Otro tema es que se trate de una colmena. Si alguien intenta un desahucio por las bravas, la cosa cambia. «Perciben el riesgo y entonces defenderán lo suyo», explican estos expertos, que han vivido en carne propia el carácter luchador de las polinizadoras, a las que respetan profundamente.
Recordamos que estamos en época de enjambrazón. Algunas nuevas colonias de abejas se preparan para cambiar de “domicilio”. Normalmente es algo temporal. Si se encuentra en un lugar que pueda ser potencialmente peligroso, avísenos. pic.twitter.com/ORRGCbLoKI
— BomberosValladolid (@BomberosVLL) 30 de abril de 2019
Equipados con sus buzos blancos con la careta o velo, estos tres bomberos actúan de dos formas. Cuando se trata de un enjambre, acotan la zona y acuden con un núcleo: una caja de madera con sus cuadros con cera, cuyo olor les atrae. «Les ofrecemos un apartamento amueblado, que suelen agradecer», explica gráficamente Redondo. Con un cepillo suave van introduciendo a los insectos. El contenedor se deja abierto hasta que entran todas y más tarde se entrega a un apicultor profesional, con los que se colabora de forma habitual, para que las transporte a su apiario. Lo han hecho en tejados, en terrazas, en copas de árboles, muchas veces trabajando desde el camión escala.
En el caso de las colmenas en lugares de riesgo, el procedimiento cambia. Siempre se intenta recuperar a los insectos y sacarlos de ese espacio. Se utilizan los ahumadores para alertarlas. Ellas perciben peligro y abandonan temporalmente su inmueble. Ese momento se aprovecha para recoger los panales y las cámaras de cría, que se introducen en la caja. Con el alimento y las 'criaturas' a resguardo en ese núcleo, lo normal es que el resto de la comunidad siga sus pasos.
Aunque no siempre es fácil. Si la comunidad está fuerte y blindada en un lugar de acceso difícil, el trabajo se complica, porque las abejas pugnan con dureza por lo suyo. Son un ejército. Y bien organizado. En ocasiones, hay que desmontar elementos constructivos, con el riesgo que ello conlleva, porque se pueden crear problemas mayores o la colonia puede buscar otras salidas y el remedio puede ser peor que la enfermedad. Solo en casos extremos se procede al sellado de la casa que hayan elegido y se aplica insecticida para acabar con ellas, cuando realmente se trate de un problema. Exterminar una colonia de antófilos es la última opción. La última y la más dolorosa, subrayan Eduardo Flecha y Javier Redondo.
El primero de los expertos recalca un aspecto importante. Los Bomberos son un servicio de emergencia, que tiene que atender alertas reales. No sustituye a empresas de control de plagas, ni tienen porqué solucionar problemas sobre los que una comunidad de propietarios debería haber tomado decisiones antes. Sea como fuere, el servicio municipal se muestra dispuesto a atender todos los avisos, sin duda los que conlleven riesgo para las personas, y dar las indicaciones oportunas para que la convivencia entre aladas y vecinos sea la mejor de las posibles. Merece la pena.
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