El antiguo estadico José Zorilla. Archivo Municipal

Un recinto de lujo para los amantes del fútbol

Historia de Valladolid a través de El Norte de Castilla ·

El Viejo Zorrilla, estrenado en noviembre de 1940 con victoria del Real Valladolid frente al Arenas de Guecho, fue inaugurado oficialmente dos años después

Martes, 15 de diciembre 2020, 07:34

El nuevo campo es hermoso y tiene un excelente emplazamiento, con un fondo de bello aspecto que le da el arbolado de la orilla del Pisuerga y las riberas que le enmarcan.» De esta manera tan efusiva saludaba El Norte de Castilla el estreno, el 3 de noviembre de 1940, del estadio de fútbol que la ciudad venía demandando desde la década anterior. Para colmo, aquel día los aficionados vallisoletanos disfrutaron de una incontestable goleada del equipo local: 4 a 1 le endosó el Real Valladolid, a las órdenes entonces de Juan Bilbao («Juanín») al Arenas de Guecho en el partido correspondiente a la sexta jornada del Campeonato de Segunda División.

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El nuevo Stadium Municipal, que aún no había sido bautizado con el nombre del insigne poeta, reemplazaba al vetusto campo de la Sociedad Taurina, situado junto a la Plaza de Toros, y quedaba emplazado «en el paseo de Zorrilla, a la derecha, camino de la Rubia, en terrenos de la llamada finca de los Ingleses», precisaba el decano de la prensa, que tampoco ahorraba elogios hacia la nueva edificación:

«Tiene las dimensiones reglamentarias para jugar partidos internacionales y el terreno de juego, con la alfombra de verde césped, se halla en excelentes condiciones. La valla que le circunda está muy bien construida y su combinación, de colorido rojo y blanco, le da una agradable visualidad. Con amplio espacio para el cómodo paso del público y la debida separación de la valla del terreno, tiene cuatro filas de amplios y cómodos asientos de cemento, con suficiente separación entre unas y otras».

Como ha escrito José Miguel Ortega, desde mediados de los años 30 los aficionados de Valladolid reclamaban la construcción de nuevo estadio para disfrutar en condiciones del «deporte rey». En efecto, ya en tiempos de Mariano Escribano Álvarez, alcalde entre octubre de 1934 y junio de 1935, se había planteado el proyecto con planos redactados por Adolfo Pierrad, artífice de la reconstruida Academia de Caballería.

Espectadores en el viejo estadio.

Frustrado por el estallido de la guerra civil, fue Jesús Rivero Meneses, antiguo directivo del equipo que en marzo de 1939 había sido nombrado jefe provincial del Movimiento y en agosto gobernador civil, el encargado de materializarlo. Movió hilos en Madrid y, pese a las estrecheces presupuestarias del momento, convenció al alcalde, Luis Funoll y Mauro, quien a su vez encargó el proyecto al arquitecto municipal, Miguel Baz García.

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La redacción original incluía pistas de tenis, hockey y ciclismo, piscina y frontón, y detallaba el lugar de emplazamiento en unos terrenos «sitos a un centenar de metros de la tapia de la calle Álvarez Taladriz», que eran propiedad de Norberto Adulce y en los que hoy se levanta El Corte Inglés. Entre el precio desembolsado para comprar los terrenos (386.338,21 pesetas) y el coste de las obras (364.021,77), el montante total del Nuevo Stadium ascendió a 750.359,98 pesetas de la época, todo un dineral.

La construcción, que empleó mano de obra presidiaria, se realizó en un tiempo récord de nueve meses. Lo cierto es que no cabía comparación posible con el viejo «patatal» de la Sociedad Taurina: el nuevo estadio tenía capacidad para 10.000 espectadores (ampliada más a delante a 22.000) y sus dimensiones superaban las medidas reglamentarias de 105 por 68 metros. Aun así, aquel 3 de noviembre de 1940 todavía faltaba por levantar la tribuna correspondiente al «lateral de la parte que tiene por fondo la ribera del río (?), que será modernísima y de gran amplitud. Tendrá sesenta metros de línea con doce filas de asientos de cemento, y cuatro palcos centrales, con cabida para cerca de 2.000 espectadores», adelantaba El Norte.

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El nuevo campo nacía sin más denominación que la de Estadio Municipal, y no sería hasta octubre de 1951 cuando, tras la pertinente aprobación de la Corporación municipal, adoptó el nombre de José Zorrilla, debido a que tanto los aficionados como la prensa local se venían refiriendo a él, desde un principio, como «el estadio del Paseo de Zorrilla». Ya señalaba El Norte de Castilla, el mismo 5 de noviembre de 1940, que «el acceso al campo desde el Paseo de Zorrilla es por un amplio paseo-carretera de 14 metros que circunda el campo de juego y conduce a la tribuna, casetas y servicios».

El estreno del Viejo Zorrilla fue coronado con una contundente victoria del equipo local por 4 a 1 frente el Arenas de Guecho. Lizosoaín en dos ocasiones, Rufo y Las Heras fueron los artífices de los goles del Real Valladolid, entrenado entonces por Juan Bilbao, «Juanín», y presidido por José Cantalapiedra.

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La inauguración oficial del recinto tendría lugar el 1 de febrero de 1942, nuevamente con victoria: esta vez por 1 a 0 frente a la Cultural Leonesa en un encuentro de la fase de clasificación. Uno de los asistentes a dicho acto inaugural fue el mismísimo general José Moscardó, delegado nacional de Deportes en ese momento.

«Al aparecer en el Estadio el general Moscardó, el público le hizo objeto de un cariñoso homenaje de simpatía», apuntaba El Norte de Castilla; «el Estadio se hallaba engalanado desde la entrada por toda la avenida con gallardetes y banderas nacionales y del Movimiento, que también adornaban la tribuna, luciendo colgaduras los palcos».

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Demolido en 1984, el Viejo Zorrilla acogió encuentros del primer equipo de fútbol vallisoletano hasta febrero de 1982, fecha de la inauguración del estadio actual.

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