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El conocido callejón de Torneros, ubicado a escasos metros de la Plaza Mayor. Rodrigo Ucero

Curioseando

El discreto callejón medieval del corazón de Valladolid

La callejuela de veinte metros de largo, ubicada entre el Café del Norte y la Óptica Varas, abre la ventana al pasado gremial de la ciudad

Carolina Amo

Valladolid

Martes, 5 de agosto 2025, 07:17

La reconstrucción que se llevó a cabo en el centro urbano de Valladolid tras el incendio de septiembre de 1561 dotó a la Plaza Mayor ... de gran importancia. Hasta entonces, la zona estaba formada por un amplio callejero por el que se distribuía el mercado de la ciudad. El corazón de la ciudad fue durante mucho tiempo el lugar donde comerciantes y artesanos se daban cita para vender sus productos al público.

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Con el paso del tiempo, y llegado el siglo XII, las calles aledañas a este céntrico espacio comenzaron a acoger muchos de los gremios que se asentaron en la ciudad. De hecho, la Plaza Mayor de Valladolid fue, en su origen, conocida como plaza del Mercado. El asentamiento de los gremios, cada vez más estable, se tradujo en su instalación definitiva en torno a esta zona: surgen así calles como las de 'los lenceros', 'los torneros' o 'los sastres'. En la actualidad son pocos los vestigios que quedan sobre estas calles dedicadas a los trabajadores.

Sin embargo, existen algunas que en cierta parte se asemejan a laberintos sin salida que aún guardan su encanto, especulaciones y una historia. Los viandantes que frecuentan el centro pueden encontrarse con una placa, ubicada entre el Café del Norte y la Óptica Varas, que localiza el callejón de Torneros.

Esta callejuela se corresponde con el antiguo corral de Torneros, se puede acceder a ella porque es uan zona pública y forma parte de uno de los muchos callejones que abren una ventana al pasado gremial de la ciudad. A muy pocos metros le siguen sus compañeros conocidos como el callejón de Ricote y el de Boteros, ubicado entre los números 32 y 34 de la calle Ferrari.

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Esta calle oculta por una verja gris estaba llena de bullicio y actividad durante la Edad Media. Y es que, como indica su propio nombre, la callejuela de los Torneros estaba destinada para los talleres de ese gremio en la ciudad. La vía cuenta con algo más de veinte metros de largo y con una anchura que, entre un edificio y otro, llega a metro y medio. La escasa luz que entra desde la parte superior convierte a este lugar en un rincón oscuro incluso en los días soleados.

El 10 de abril de 1863 el Ayuntamiento de Valladolid decidió bautizar al lugar como el corral de Torneros. Un espacio que lejos de ser cerrado con la verja grisácea de la calle Ferrari (antigua Acera de San Francisco) se trata de un suelo público abierto a todo vecino y curioso que quiera transitar por el pasado gremial de Valladolid. Juan Agapito y Revilla elabora esta descripción sobre el callejón en su libro 'Las calles de Valladolid': «Es estrechísimo, tiene los accesorios de las casas de la Plaza Mayor, y es oscuro, con muy poca luz natural; pero, sin duda, bastante para que en él trabajaran en sus modestos talleres los torneros».

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Otros vestigios gremiales

A la vía de los Torneros se le suman otros vestigios gremiales que aún mantiene la ciudad. Es el caso de las mirillas propias de los talleres que van unidas a una amplia colección de placas de bronce que recuerdan dónde se situaban las bocas a estos asentamientos.

Un azulejo ubicado en la calle de Lencería recuerda que su nombre fue 'Corrillo de los Lenceros', un oficio que se dedicaba a la venta de lienzos y otras telas mucho menos delicadas. Ocurre igual con la placa ubicada entre Lencería y de Corrillo que refresca el antiguo nombre de 'Corrillo de los sastres' que, según cuenta Juan Agapito y Revilla, es la referencia más antigua a un lugar llamado corrillo que el historiador conoció.

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