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La abadesa, Sor Lourdes, espera la llegada de los fieles a la misa de despedida. Rodrigo Jiménez

Patrimonio

Las Descalzas Reales se despiden de su convento de Valladolid: «Llevo 67 años viviendo aquí»

Cerca de un centenar de fieles se reunen en la capilla para la última misa de las clarisas, que ha estado oficiada por el arzobispo, Luis Argüello

Lucía San José

Valladolid

Martes, 12 de agosto 2025, 19:08

El histórico convento de las Descalzas Reales, situado en la avenida Ramón y Cajal, ha cerrado este martes por la mañana sus puertas con una ... misa de despedida y una homilía del arzobispo de Valladolid, Luis Argüello, quien ha lamentado que no se pueda mantener la actividad si «solo pueden 'laborar' y no orar», al ocupar el enorme cenobio tan solo cuatro religiosas. En una mañana de grandes emociones, la abadesa, Sor Lourdes, ha echado la vista atrás para recordar sus «67 años aquí» como una «vida feliz» dedicada a «Dios, Dios y Dios». Entre sus muros se queda la memoria de siglos de vida y el valioso patrimonio artístico que custodiaban las cuatro hermanas, como la Virgen de la Piedad o el retablo mayor de estilo barroco, a la espera de cuál será su destino.

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Las clarisas que lo habitaban, pertenecientes a la federación de las Hijas de San Francisco de Asís y de Santa Clara, se dispersarán ahora a otras comunidades de su congregación, dos de ellas a Santa Isabel en Valladolid y las otras dos volverán a su lugar de origen, Santa Clara en Medina del Campo. Para despedirlas, cerca de un centenar de fieles se han reunido en la capilla, situada en la calle de San Martín, a las 9:30 horas, momento en el que la madre superiora abría la ceremonia tocando el bandoneón, que sonaba en aquel lugar por última vez. A su lado, las otras tres hermanas de la congregación acompañaban el canto.

«Da pena cerrar un monasterio, dejar de dar misa en este altar, perder un lugar tan acogedor y con tanto patrimonio cultural y material», ha lamentado el arzobispo. Entre las ocho monjas presentes en el acto, solo cuatro pertenecían a esta comunidad de clausura: una española, la abadesa Sor Lourdes, dos mejicanas y una keniata. «Si es voluntad de Dios, pues que se cierre», señalaba con seguridad Sor Lourdes. Al terminar la eucaristía, hubo abrazos, lágrimas discretas y palabras de agradecimiento de los creyentes por los años de servicio y oración.

La acogida en Santa Isabel será liderada por Sor Isabel, que aseguraba que el cierre es «doloroso, pero también reconfortante, porque somos todas hermanas y, cuando hay necesidad, nos acogemos mutuamente». Pero, más allá de las paredes que las albergan, la convivencia y el cariño son la «esencia de la vida religiosa», añadía.

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El convento de Santa Isabel, situado en la calle de Santo Domingo de Guzmán, será ahora el nuevo hogar de la madre superiora y Sor Beatriz. Sor Isabel apunta que están felices de poder compartir su vida con ellas y continuar la misión común.

Sobre el destino del patrimonio artístico y cultural del convento de las Descalzas Reales, las hermanas reconocen desconocerlo. «No sabemos nada, nosotras solo venimos a recoger a las hermanas», afirma Sor Isabel antes de apuntar que esas decisiones corresponden a instancias superiores.

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El arzobispo de Valladolid, Luis Javier Argüello, da el discurso de despedida de las Descalzas Reales. Rodrigo Jiménez

El cierre del convento, según ha destacado el arzobispo, es parte de una tendencia que afecta a numerosas comunidades religiosas. El envejecimiento de las monjas, la falta de vocaciones y las dificultades para mantener los edificios son factores que se repiten en distintos puntos de la provincia.

Ahora, este capítulo de la vida de las Descalzas Reales se cierra. Las hermanas continuarán su labor en otros lugares, pero el patrimonio artístico queda a la espera de un nuevo destino. El eco de los cantos, el sonido del bandoneón de Sor Lourdes y las oraciones susurradas despiden este emblemático edificio declarado Bien de Interés Cultural en 1974.

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