Convivir con el Sida: «No hay por qué ocultar esta enfermedad, yo siempre lo he hablado»
Manuel N. lleva más de veinte años diagnosticado y en tratamiento y pide «que los jóvenes se cuiden y se protejan a la hora de mantener relaciones»
No le importa dar su nombre y tampoco hacer público su testimonio, el de una persona que convive desde hace veinte años con el virus ... de inmunodeficiencia humana (VIH). Empezó a encontrarse mal y una neumonía (una de las principales causas de enfermedad en pacientes con VIH avanzado) fue el síntoma previo a escuchar el diagnóstico. «Imagínate cómo sienta la noticia, piensas en lo peor. En ese momento yo ya estaba con mi mujer y fue un disgusto enorme para la familia, pero poco a poco aprendes a asimilarlo y a vivir con ello», cuenta Manuel N.
Superó su adicción a la heroína, pero no fue una aguja compartida el motivo por el que se contagió. Manuel se infectó tras una relación sexual que mantuvo antes de conocer a su actual mujer.
El Sida entró de más formas en su vida y complicó la salud de dos de sus hermanos, que fallecieron hace años. «Sé mejor que nadie lo que provoca esta enfermedad, pero con un buen tratamiento yo no he tenido problema», asegura. De hecho, lleva 20 años tomando su medicación diaria en forma de pastilla y con apenas efectos secundarios. «Es de esos casos en los que desde el principio su cuerpo ha tenido muy buena respuesta al tratamiento», añade la psicóloga del programa de Cruz Roja que ayuda a estas personas, Gema Arroyo.
En apenas unos días Manuel deberá realizarse las pruebas anuales que corroboran que su carga viral sigue siendo como desde hace décadas indetectable y, por lo tanto, intrasmisible. El vallisoletano de 58 años aprovecha su historia de vida para lanzar dos mensajes. El primero, es que decidió desde aquel diagnóstico que no iba a esconder esta enfermedad. «Yo nunca he negado nada, no hay por qué ocultarlo y siempre he ido de cara con la enfermedad», dice el hombre que hace muestra de su valentía. «Manuel es un superviviente, un ejemplo de fortaleza humana», respalda Arroyo.
Y el segundo punto en le que quiere hacer especial hincapié es en que la gente joven se proteja y sea consciente de las consecuencias. «No soy el más indicado para dar consejos porque cometí errores en el pasado, pero tengo una hija de 28 años y dos nietas de 9 y 10 años a las que, al igual que hice con mi hija, también les hablaré de los riesgos de tener relaciones sin protección cuando llegue el momento».
Si Manuel tuviera la oportunidad de volver atrás, no lo duda. «Teniendo el conocimiento y la información que tengo ahora, claro que hablaría con las parejas antes de hacer nada y me aseguraría mucho más de cuidarme, porque, de lo contrario, existe la posibilidad de que esta enfermedad te acompañe de por vida», finaliza.
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