El carnicero Lucio Casado posa para un reportaje de El Norte. Ramón Gómez

Cartillas

Algo que que decir ·

«Desatan mi resentimiento los que van por la calle con mascarilla, una prueba más de lo miserables que podemos volvernos algunos en tiempos de penuria»

Paco Cantalapiedra

Valladolid

Martes, 24 de marzo 2020, 22:07

Cuando mis padres hablaban de las cartillas de racionamiento me parecían cosas del pleistoceno que no volverían jamás.

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Siendo un crío envidiaba a los dueños de la tienda de ultramarinos porque suponía que nadaban en la abundancia; ahora que tengo más años que Matusalén y su primo, desatan mi resentimiento los que van por la calle con mascarilla, una prueba más de lo miserables que podemos volvernos algunos en tiempos de penuria.

Los medios informativos recomiendan usarlas para salir de casa, que es lo que hacen casi todos con los que coincido en cualquier lugar: los clientes del súper y las cajeras, el guardia que mira de reojo a ver adónde vas, el frutero y la panadera del barrio, el personal de limpieza y el cartero. Todos llevan la boca protegida con antifaz normal, picudo, con válvulas de salida o sin ellas… Todos, menos yo, que soy incapaz de hacerme con alguna ni en las farmacias ni en Amazon, que no se compromete a enviarlas hasta finales de abril.

Anteayer, martes, aparecía en El Norte una foto de don Andrés Plaza y su hijo que «volvían a casa después de comprar unas mascarillas». Hasta que reimplanten aquellas añejas cartillas, agradecería al retratado que me soplara dónde las encontró y prometo ser generoso en Navidad, si es que llegamos. A ser posible, que lo haga en privado, porque si sale en el periódico el nombre del comercio llego tarde al reparto y necesito un par.

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