El músico vallisoletano Carlos Soto en el bar Kache de Arrabal de Portillo. Rodrigo Jiménez
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Carlos Soto: «Las tapas de los domingos del bar Kaché son espectaculares»

El flautista vallisoletano, uno de los fundadores de Celtas Cortos, muestra los rincones gastronómicos de Arrabal de Portillo donde más disfruta

Rebeca Alonso

Valladolid

Domingo, 21 de septiembre 2025, 08:43

Carlos Soto pide un clarete de Cigales en la barra del bar Kaché, de Arrabal de Portillo. Se lo sirven con una tapa y con ... un guiño musical: una canción de Celtas Cortos, ya que es uno de los fundadores de este mítico grupo vallisoletano. Carlos Soto sonríe ante el pequeño homenaje. Se siente como en casa. «Vivo en San Miguel del Arroyo, muy cerca, y vengo mucho aquí. Da comidas, cenas, copas, las tapas de los domingos que son espectaculares... se adapta muy bien a todas las necesidades en un pueblo», valora. Otra de las razones por las que visita Arrabal de Portillo es que este municipio acoge el ciclo de los 'Conciertos de la Estufa'. «Aprovechamos para reunirnos aquí en el Kaché algunos músicos y gente del público y nos reciben siempre muy bien y con buena música», agradece.

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Uno de sus platos favoritos del Kaché son las ensaladas. «Suelo venir los fines de semana a cenar y me encantan las ensaladas que preparan con fruta, por ejemplo con frambuesas. También las sartenes y las crepes, y a veces un gin-tonic por la noche», explica. Otros de sus lugares imprescindibles en Arrabal de Portillo son El Felu, «otro sitio bueno para las tapas del domingo», y Foodsion, un restaurante que se nutre de varios estilos culinarios: italiano, mediterráneo, español y tailandés. Muy cerquita, en Portillo, también recomienda el restaurante el Alboroque, situado en una antigua iglesia, donde «se come y se cena muy bien». Para maridar sus tapas y platos favoritos suele elegir un clarete de Cigales, normalmente «Salvueros y Sinfo».

De San Miguel del Arroyo, municipio donde reside, resalta el restaurante El Pilar. «Yo tengo allí en el pueblo el estudio de grabación y muchas veces cuando vienen más músicos comemos su menú del día. Su cocina es casera y muy cercana. Además es conocido por sus platos de setas y boletus». Carlos Soto se siente orgulloso de apostar por el desarrollo rural. «En los pueblos la gastronomía es diferente, aquí hay mucho producto de proximidad y está todo muy cuidado. Además te ofrecen ese descanso, esa tranquilidad... todo eso al final revierte también en lo que haces, en tu forma de vida y en tu forma de trabajar», asegura.

En Valladolid capital, Carlos Soto es fiel a las croquetas de El Corcho y frecuenta el Café Compás. «Allí fue donde tomé mi primer gin-tonic con mi amigo Nacho, batería de Celtas Cortos. Es un lugar familiar para mí, que me trae muchos recuerdos, perfecto para tomar una copa y charlar. Además allí trabaja mi amigo Miguelón», explica. Otro de sus lugares predilectos es la pizzería La Romana, frente a la catedral, que destaca por sus pizzas cocinadas en horno de leña. «Estuve un año viviendo en Sicilia y valoro una buena pizza en horno de leña, especialmente si lleva champiñones. Da gusto que enciendan el horno y huela toda la manzana», sentencia.

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Para disfrutar de un buen vino por el centro, elige la Microbodega Urbana, frente al Mercado del Val. «Es muy especial. El dueño sabe mucho de vino y yo me dejo sorprender. Además ofrece unas tapas frías de muy buena calidad». Aunque uno de sus platos favoritos son las ensaladas, de vez en cuando decide darse «un homenaje con un buen entrecot o carne a la piedra». En esas ocasiones escoge La Brasería el Peregrino o Vinotinto. Y cuando tiene capricho de una crepe no lo duda: Le Dolmen.

Microbodega Urbana, uno de los rincones preferidos de Carlos Soto en Valladolid capital. Rodrigo Ucero

Barrio Mudéjar

El último disco de Carlos Soto es Barrio Mudéjar, «un encuentro con las culturas que pasaron por la península hace mil años como la morisca, la cultura judía y nuestra propia cultura tradicional». Con esa mezcla, ha creado canciones desde una perspectiva más contemporánea. «Usamos instrumentos como el laúd árabe. Algunos temas son de composición propia y otros tienen mil años», recalca. El disco, como no podía ser de otra manera, se grabó en San Miguel del Arroyo. «Estas tierras están impregnadas de esa cultura, de esa huella que dejaron los árabes y los judíos. Su presencia está ahí, en nuestra ropa, en el lenguaje, en las edificaciones... y también en la forma de comer», asegura.

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La próxima semana

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