Valladolid
Cantarranas completa el veto al ruido en las tres zonas de marcha a la espera de la CatedralEl Ayuntamiento ha tramitado 19 expedientes sancionadores en Coca y cinco en San Miguel desde que están declaradas zonas acústicamente saturadas
Zona acústicamente saturada y, por tanto, foco de vigilancia constante y de limitaciones a las actividades que puedan generar molestias por ruido, básicamente las hosteleras. ... La inclusión del entorno urbano de Cantarranas en el mapa ZAS de Valladolid cubre ya las tres principales zonas de marcha nocturna en la capital, pendiente de la decisión que se tome sobre el área Catedral, para la que los vecinos del centro también han solicitado restricciones. Tras las declaraciones aprobadas por el Ayuntamiento para las áreas de Coca y San Miguel en 2023, se suma ahora otro de los espacios que registra más ajetreo noctámbulo durante las tardes y madrugadas, principalmente entre los jueves y los domingos.
El Consistorio ya ha abierto el periodo de exposición pública para presentar alegaciones tras aprobar inicialmente esta figura para la conocida plaza de Cantarranillas y sus calles aledañas, entre ellas la concurrida Macías Picavea, Ramón Nuñez, Ebanistería y Gallegos.
El informe que sustenta esta declaración como ZAS, un área en la que hay contabilizados un total de 34 negocios con actividad englobada en el catálogo de espectáculos públicos y actividades recreativas, destaca que los análisis realizados con una red de sonómetros desde enero de 2024 constatan superaciones de los decibelios admitidos, tanto en horario nocturno como en la medición día-tarde-noche, que interfieren en el descanso de los vecinos.
¿Cuáles serán las principales consecuencias para estos establecimientos? El documento avanza que desde el punto de vista «de la prevención del medio ambiente y de la salud y bienestar de los residentes de la zona afectada» se estima la necesidad de, por un lado, no otorgar nuevas licencias a actividades que difieran en el horario máximo de apertura y cierre permitido en establecimientos e instalaciones destinadas a la celebración de espectáculos públicos y actividades recreativas.
Tampoco se autorizará la modificación sustancial o ampliación de aforos de actividades, salvo que lleven aparejadas la disminución de los valores de inmisión sonora. En Cantarranas, se vetará, además, la instalación de nuevas terrazas o el aumento de las existentes. Los que cuenten con este servicio de exterior deberán asegurarse que los montajes de exterior queden completamente recogidos a la una de la madrugada de domingo a jueves y festivos y a las dos los viernes, sábados y vísperas de festivos. Esa retirada deberá «hacerse de la manera más silenciosa posible, por ejemplo instalando sistemas contra el ruido».
Las restricciones incluyen la prohibición de amenizaciones con música en directo de carácter privado en el exterior de los locales y también se desarrollará una campaña de revisión de oficio de los limitadores-registradores de los establecimientos de la zona. Si se computaran dos expedientes sancionadores graves en un año, se abre la posibilidad de clausurar temporalmente la actividad.
Desde el Ayuntamiento, el balance que se hace de la aplicación de esta figura, incluida en la Ley del Ruido de Castilla y León, es positivo «porque ha ayudado a conciliar los intereses de las dos partes». El concejal de Medio Ambiente, Alejandro García Pellitero, acota que tras la pandemia se ha instaurado «un cambio de comportamiento social que lleva a la población querer vivir más la calle, algo que marca también la efectividad o las molestias a los vecinos». «Los niveles que ha dado la zona de Cantarranas, que iba a ser la primera en tramitarse, son más altos que los que dieron en su momento las de Coca y San Miguel; la plaza de Cantarranillas es muy cerrada y eso amplifica el ruido», apunta.
Según destaca el edil, las medidas que se han tomado tanto en San Miguel como en Coca «sí que han mejorado los datos». Los decibelios en horario nocturno se han reducido, según las últimas mediciones, aunque matiza que el principal problema no está en los locales, sino en la gente que circula por la calle a esas horas de la madrugada. «Los establecimientos tienen sus licencias, sus condiciones de aislamiento para poder tener su música y todo eso se revisa habitualmente, al igual que se controla que las puertas de los mismos están cerradas, esa parte de la normativa, en una gran mayoría, se cumple», abunda.
Limitadores trucados
Según los datos facilitados por el área, entre 2024 y el presente ejercicio se han tramitado 19 expedientes sancionadores en la zona de Coca y cinco en la de San Miguel. Los motivos son locales que tenían las puertas abiertas, la celebración de conciertos sin autorización y el trucaje de limitadores de sonido de los equipos musicales con los que amenizan las veladas.
García Pellitero también valora positivamente la nueva regulación horaria de la Junta que, a su juicio, ha contribuido a poner coto a los 'after' de la zona de San Miguel, locales que funcionan para clientes que empalman la fiesta de la noche con la mañana. Esta norma establece que deben mediar seis horas entre el cierre de un local y su reapertura con el objetivo de desanimar a los más juerguistas.
Además, el horario de apertura los fines de semana y festivos de determinados establecimientos o instalaciones –cuya apertura estaba establecida hasta ahora a las seis de la mañana– se fija a las 7:30 horas, siempre que se encuentren ubicados en zonas acústicamente saturadas. «La gente se quedaba en la calle y eso es lo que generaba más problemas de ruido, de inseguridad, más quejas habituales de los vecinos, por esa parte también han mejorado esas condiciones en esos entornos», valora el concejal de Medio Ambiente.
El Ayuntamiento aplaza, de momento, su decisión sobre el entorno de la Catedral, un área en la que no hay una acumulación de bares nocturnos con un horario amplio, según matiza. «En vez de como zona ZAS, hay otro modelo que es la de protección acústica especial, con otros condicionantes; se valorará si hay si hay aplicarla o no», señala el edil, quien recalca que los hosteleros «son los primeros que quieren que se cumplan las medidas», como lo acreditan las «campañas de manera conjunta con el Ayuntamiento para concienciar y sensibilizar a sus clientes, para que, sobre todo cuando están en la calle, que no griten y que no se produzcan esas molestias, que son las que luego también pueden perjudicar a sus negocios».
La visión difiere cuando se pregunta a la Asociación de Vecinos del Centro. Su secretario, el abogado Jesús Guinea, afirma las medidas «no están funcionando según en qué zonas». «Es evidente que en Coca, no, y en San Miguel entendemos que las limitaciones como ZAS, tampoco. Aunque las tomamos entre todos los operadores, son muy laxas; si se ha visto mejorada, es por el cierre de uno de los establecimientos de Doctor Cazalla», considera.
Esta entidad confía más en las consecuencias que tendrá la aplicación de los nuevos horarios determinados por la Junta, que ayudará a que remitan situaciones complejas «de gente que llega muy perjudicada a los 'after' y que se queda allí hasta la hasta la una de mediodía con problemas de convivencia que eso genera».
A su juicio, en la plaza de Coca y aledaños la problemática es otra. «Simplemente es cuestión de pasear por allí para ver cuál es el volumen de ruido que tienen que soportar los vecinos desde el mediodía, con el tardeo, hasta por la noche». En este caso, la asociación pone el foco en las terrazas, un problema que extiende al área de la Catedral. «Hemos pedido que sea la cuarta zona ZAS, a todos nos gusta salir a tomar unas cañas en una terraza, pero debemos convenir en que en muchas zonas de la ciudad están sobredimensionadas y tienen que ordenarse», un trabajo que ha iniciado el Consistorio con varias instrucciones para limitar su expansión y la contratación de un plan director para abordar una reordenación conjunta.
En su opinión, «está muy bien haber ayudado a los negocios hosteleros durante la pandemia y la pospandemia, pero ha llegado el momento de intentar reorganizar la situación para que sea un poco más coherente y que también la ciudad vaya en consonancia con las ciudades del siglo XXI: una ciudad para el vecino, para la gente que quiera pasear y tomar algo, pero que esos negocios no lo invadan prácticamente todo», expone.
Más que Bares insiste en que los locales cumplen: «El problema está en la calle»
La asociación Más que Bares, que agrupa a cerca de ochenta establecimientos, se reunirá en los próximos días para hacer una valoración de la implantación de la nueva zona ZAS en Cantarranas. Su presidente, Alberto Ruiz, propietario de una pizzería en Macías Picavea, muestra la disposición de esta entidad a seguir colaborando para solucionar una situación que se produce «en la calle, no dentro de los locales», al tiempo que señala que sería interesante conocer los datos de los sonómetros porque hay otros factores que pueden influir en las mediciones.
«A nosotros también nos preocupa la situación, no nos da igual, pero todos los establecimientos cumplen con la legislación del ruido; la hostelería quiere que haya una convivencia sana y agradable entre vecinos y negocios», subraya el responsable de una asociación que ha participado en campañas de concienciación de los clientes para que cuando circulen por las calles de madrugada lo hagan respetando el descanso de los vecinos.
Ruiz destaca que los locales están insonorizados, cuentan con limitadores... «nadie se la juega». Así, plantea que esas campañas para reforzar el civismo entre los jóvenes, principales clientes de los locales nocturnos, se lleven a cabo fuera del horario de actividad en sí, en los centros educativos o la Universidad para que sean conscientes de que «su abuela, su madre o alguien cercano» podrían sufrir esos ruidos si viven en estas zonas de ocio. Otra idea que expone es que esas declaraciones ZAS se puedan complementar con ayudas para los vecinos de cara a aislar mejor sus vivendas y que el impacto acústico se rebaje. «Nosotros estamos dispuestos a colaborar siempre», concluye.
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