El catedrático de Literatura Española de la Universidad de Valladolid (UVA, José Ramón González (México, 62 años) acaba de volver a su vocación docente en la Facultad de Filosofía y Letras, tras su breve experiencia como director general de Políticas Culturales de la Junta, interrumpida por la crisis de Gobierno de finales de 2021. Pero aún le quedan fuerzas para dedicarse a la gestión y tratará de ser el primer rector surgido desde las Humanidades en los últimos 45 años de la UVA (el anterior, Alfonso Candaú lo logró en 1977). Le une a sus otros dos rivales, el actual rector, Antonio Largo Cabrerizo, y Helena Castán, el que los tres han formado parte ya de equipos de gobierno. «Un activo que ayudará a agilizar proyectos, gane quien gane», asegura.
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-¿Con qué objetivo se presenta?
-He estado cuatro años en un equipo anterior y casi tres en la Junta, que me han permitido tomar distancia y ver el papel que se está desarrollando. Me planteo aportar mi experiencia, interna y externa, para contribuir a que la UVA tenga la visibilidad que se merece. La situación actual nos ha dejado un poco retrasados con respecto al resto de la región. Hay que dar un impulso.
-Y hacerlo desde las Humanidades, habitualmente marginadas en los gabinetes rectorales..
-Sí, es cierto, Y puede ser el momento de aportar una visión diferente. El último rector de Letras fue hace 40 años. Y esta es una facultad muy importante en cifras (profesorado, alumnos y aportación académica) y estaría bien que pudiera contribuir a las prioridades que necesita esta universidad.
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-Dice que ha perdido presencia la UVA. ¿Por dónde iría la devolución de ese peso?
-Hay que recobrar impulso en la internacionalización. Hemos sido una universidad muy volcada hacia el exterior. También sobre por qué nuestras titulaciones, grados, másteres y doctorados resultan poco atractivos para potenciales estudiantes, sobre todo en los dos últimos. No tanto en grados y titulaciones, pero en másteres y doctorados no solo no somos capaces de atraer a estudiantes de otras universidades, sino que ni siquiera a veces logramos retener a los de la nuestra. Y, por supuesto, hay que trabajar en el profesorado y su envejecimiento, con una política proactiva para captar talento. Y hacerlo cuanto antes.
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-Una de las cosas buenas es que los tres candidatos tienen experiencia de gestión.
-El hecho de que tanto Antonio Largo como Helena Castán (los otros aspirantes) como yo tengamos experiencia posibilitará que se puedan activar proyectos lo antes posible para beneficio de la universidad.
-Hace ocho años usted era el único representante de las Humanidades en el equipo rectoral. ¿Puede adelantar cómo sería la configuración del suyo?
-Tiene que haber un equilibrio entre las diferentes áreas. Todos los centros tienen sus propios intereses y problemáticas. Por eso es necesario crear un equipo que integre a gente de Ciencias y Letras. Me planteo un rectorado de integración. Muchas veces se ven las cosas desde perspectivas partidistas. Eso nos lleva a polarizaciones que no son positivas. Necesitamos gente que quiera comprometerse y trabajar aportando su generoso tiempo. Y dispuestos a compartir ideas, aunque sean divergentes..
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-¿Tocaría alguno de los actuales departamentos?
-No, tal y como está ahora me parece razonable. Por ejemplo, hemos dado el salto a lo digital y me parece muy razonable un departamento de Innovación o Modernización Educativa. Pero eso habrá que verlo progresivamente.
-Tras un proceso de supervivencia y adaptación digital, se va a encontrar con una universidad muy distinta a la que dejó hace casi tres años.
-Lo digital ha venido para quedarse, no solo aquí sino en toda administración. Tiene grandes ventajas y algunos inconvenientes. Facilita el acceso a más gente y una proyección mucho mayor. Vamos hacia un modelo mixto en el que lo presencial se va recuperando. Tenemos que convivir y ver para en qué cosas es más eficaz una u otra.
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-¿Cómo espera que sea una campaña que va a ser corta y eso obliga a condensar?
-Estoy seguro de que será de absoluta cordialidad. Va a serlo y debe serlo. Los universitarios debemos dar ejemplo de cómo comportarnos. Son luchas de poder y debates que pueden llevar a tensiones. Pero si no somos capaces de debatir y hacerlo en público, para mí sería una gran decepción. Eso demostraría que la universidad está fracasando en la formación de su propio personal. Y mal ejemplo sería para sus estudiantes.
-¿Qué papel juegan los estudiantes en su visión?
- Hay que tratar de explicarles los programas y tenerlos informados. Yo acabo de regresar a la universidad y, por lo que percibo y me cuenta, estos dos años han provocado que los alumnos están poco involucrados en la vida universitaria. También hay que recordar que están relativamente poco tiempo. Los grados ahora duran cuatro años y eso hace que muchos alumnos puedan vivir un solo proceso rectoral. Y a muchos les pilla acabando su carrera, o empezando y se muestran poco interesados. Es importante que voten y les lleguen los mensajes. Pero hay que ser conscientes de que no es fácil.
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