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La apertura de un segundo restaurante afianza el atractivo de la dársena del Canal de Castilla
Cinco naves de la CHD recuperan el uso con negocios y actividades de asociaciones
Plena actividad en la antigua nave de amarre de barcazas de la dársena del Canal de Castilla, en el barrio de La Victoria. Tras muchas décadas en el ostracismo, uno de los enclaves más bellos y desconocidos de la ciudad late con fuerza después de que la Confederación Hidrográfica del Duero decidiera, en 2016, poner en valor las edificaciones de este espacio mediante la fórmula de la concesión. Primero llegó César Garrote con su Costa del Piñón, un restaurante que se abrió en diciembre del año pasado y en el que el pincho de lechazo, entre otras propuestas de la tierra, es el protagonista. Ahora desembarcan Kiko Requejo y su socio Alberto Jiménez para abrir, a finales de noviembre, un segundo negocio hostelero, que tendrá al pescado como rey de la carta. «Este lugar es una joya, pero desconocida para muchos vallisoletanos y creemos que dotarlo de actividad le va a colocar en el lugar que se merece», subraya el Requejo.
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Doce operarios se afanan para sacar todo el lustre a una de las edificaciones más singulares de la dársena. Con 300 metros cuadrados, Jiménez, propietario de la empresa Reformas Los Ángeles, está aplicando sus conocimientos en el sector, para devolver a la vida este antiguo almacén de cargas manteniendo al máximo su sabor añejo y aprovechando su ubicación, junto a la lámina de agua, para abrir grandes ventanales que permitan apreciar la belleza de este rincón.
En apenas dos meses, ambos socios abrirán las puertas de este local, cuyo nombre está pendiente de registrar y que hará referencia al entorno. El establecimiento contará con dos zonas: una de bar, con capacidad para 30 personas, en el que poder picar de manera informal raciones y otra de restaurante, con espacio para unos 45 comensales. Ambos espacios estarán separados por la reproducción de la proa de una antigua barcaza. También tendrá una terraza de 150 metros cuadrados.
Explica Requejo que la idea es ofrecer producto de mar a precio asequible y cocinado a la brasa, al estilo de las localidades guipuzcoanas de Guetaria u Orio. «Estamos hablando de un tique por barba de entre 30 y 35 euros», apunta. Para ello se irá a especies de temporada de diferentes mares del mundo que estén a precio, aunque por encargo también se podrán degustar piezas de gran caché. Arroces marineros y algunos cortes de carne «diferentes» para los que reniegan de los animales con escamas completarán la oferta. El restaurante ha firmado un acuerdo con la Escuela de Cocina de México para contar con graduados de diferentes países que trabajarán como cocineros residentes por temporadas para dar a conocer recetas de todo el mundo.
Otras ofertas
Además de estos dos negocios, otras tres naves cuentan ya con actividad. Frente al restaurante ahora en construcción, la Asociación Cultural La Barcaza espera reunir el dinero suficiente para poner en marcha un aula medioambiental y una escuela de piragüismo. «Hemos pintado la nave y se han realizado algunas actividades y conciertos del certamen Abierto en Canal, pero necesitamos unos 40.000 euros para avanzar en nuestra idea», explica Miguel Ángel Guerra, presidente de la entidad. Las otras dos edificaciones están siendo utilizadas por Artencanal, una asociación dedicada al arte, el patrimonio y el medio ambiente, que ya ha organizado diferentes talleres y actividades, y por la Escuela del Canal, cuya propuesta es ofertar talleres de arte, literatura y artesanía, enfocados al público infantil.
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«Mucha gente se sorprende»
César Garrote, propietario del restaurante Costa del Piñón y perteneciente a una saga de larga trayectoria hostelera, fue el primero en reestrenar las naves de la dársena del Canal de Castilla con su negocio. En diciembre cumple un año de la apertura satisfecho con el resultado. «La gente ha respondido muy bien a la propuesta que ofrecemos y muchos vallisoletanos se sorprenden de lo atractivo del entorno», subraya.
La obra ahora en marcha no es la única. La propia de CHD está adecuando otra de las naves de la calle Canal para ampliar su laboratorio. En este caso, se está rehabilitando uno de los edificios para acoger las dependencias para el análisis de aguas y dejar las actuales como zona de despachos para los técnicos.
Así quedará el interior del restaurante
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