El mercadillo de la plaza de Cantarranas en los años 70. Archivo Municipal de Valladolid

Curioseando

El antiguo rastro que animaba los domingos en la zona de copeo de Valladolid

En los años 70 la plaza de Cantarranas recuperó su actividad comercial tras convertirse en el epicentro del trueque de artilugios e intercambio de cromos

Carolina Amo

Valladolid

Martes, 2 de diciembre 2025, 07:00

La plaza de Cantarranas es conocida a día de hoy en Valladolid como un espacio peatonal de ocio, hostelería y jolgorio nocturno. Sin embargo, este ... rincón esconde una historia que se remonta a los orígenes acuáticos de la ciudad y que, hace no muchos años, albergó un popular mercadillo que despertó la actividad comercial de la zona. Y es que antes de ser una plaza, este área de Cantarranas era un paraje por el que pasaba el río Esgueva, cuyas aguas fluían desde la actual Plaza de la Libertad y atravesaban bajo las casas de la calle Platerías para continuar por la Plaza del Val hacia San Benito y el Poniente para desembocar en el Pisuerga.

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Según explica el cronista Juan Agapito Revilla en su libro 'Las Calles de Valladolid' el origen del nombre de esta plaza confirma la proximidad del Esgueva. «El nombre de la plazoleta estaba justificado por pasar por allí el Esgueva, que iba descubierto, en cuyo cauce las ranas y sapos darían sus acostumbrados conciertos».

Aunque la denominación del nombre se distribuía de manera peculiar, pues la actual calle de Macías Picavea fue la antigua calle Cantarranas desde el siglo XV, mientras que el espacio restante, junto a Fuente Dorada y parte de Platerías, se conocía como Cantarranillas por guardar proximidad con esta última. En el año 1908, se produjo el desvío definitivo de los ramales del Esgueva para llevarlos por el cauce actual. De esta manera, el centro de la ciudad quedaba liberado del paso de sus aguas y daba lugar a nuevas calles y plazas, entre ellas la de Cantarranas.

Por aquel momento no se esperaba que este rincón urbano estaría destinado tres siglos después un gran centro de reunión para la juventud. Una vez desligada de sus aguas, esta ubicación se encontró con una nueva identidad en la década de los 70 al convertirse en un punto de encuentro de niños y adultos. Un antiguo rastro ubicado en el centro de la plaza animaba los domingos de los vallisoletanos.

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Un hombre se detiene a mirar las revistas del rastro de la plaza de Cantarranas. Archivo Municipal de Valladolid

El mercadillo era un hervidero de actividad comercial de quincalla, intercambio de cromos y, en especial, un lugar donde los ciudadanos se deshacían de sus trastos a cambio de unas pesetas a modo de trueque. Este espacio, conocido como el rastro de Cantarranas, tuvo un final progresivo a finales de los años 80 y principios de los 90. En abril de 1986 se trasladó de manera provisional a la plaza de Portugalete para, en julio de 1990, dar paso a su éxodo definitivo desde el centro hacia el barrio de La Rubia.

De aparcamiento a barómetro nocturno

Ya liberada de los tenderetes, la plaza, que durante la semana servía de aparcamiento para los residentes del entorno, entró en una fase de transformación urbana. A finales de 1988 comenzaron las primeras obras para abrir las primeras zanjas con el fin de sustituir la deteriorada red de abastecimiento y saneamiento. En noviembre del año siguiente concluyeron los trabajos para peatonalizar la plaza y liberar de coches el patio urbano.

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Desde entonces, la historia de Cantarranas se ha ligado estrechamente con el ocio nocturno. La plaza se convirtió en un punto de encuentro para la juventud que ha generado problemas de convivencia que llevaron a una intensa presión vecinal. Con el paso del tiempo, esto ha derivado a la realización de serios controles en bares, redadas en la zona y posterior clausura de locales. Hoy, la plaza ha perdido muchos de sus negocios hosteleros clásicos, pero sin olvidar que es el foco del surgimiento de nuevas iniciativas sin la noche como base de su actividad. La plaza de Cantarranas sigue siendo un punto de referencia y de encuentro ineludible para muchas generaciones de vallisoletanos.

La próxima semana

Desde Curioseando por Valladolid descubrimos la historia que se esconde detrás de la misteriosa puerta de la calle Expósitos.

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