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Plaza de Cantarranas. / H. Sastre
VALLADOLID

Artistas y comercio plantean resucitar la plaza de Cantarranas con montajes y un mercado

El Ayuntamiento apoya la idea de dar vida a este espacio las mañanas del fin de semana

J. A.

Martes, 12 de marzo 2013, 17:56

Cultura de base y comercio, unidos para resucitar la plaza de Cantarranas. El Ayuntamiento de Valladolid ha sido escenario en los últimos meses de varias reuniones para analizar el proyecto del Colectivo Rémora, con sede en este espacio, con el objetivo de llenar de actividad uno de los rincones más emblemáticos del casco histórico, que desde finales de los 90 está de capa caída. Los integrantes de esta entidad, que de momento han paralizado todas sus actividades hasta que se llegue a una solución con los bares que programan espectáculos, han planteado a la Concejalía de Cultura, Comercio y Turismo la posibilidad de que este recogido enclave pueda acoger los domingos actuaciones de diverso formato y, al mismo tiempo, instalar puestos de venta con flores, plantas o artesanía.

El último encuentro se produjo hace dos semanas y en él participaron también representantes del gremio de floristas y viveros, de la Asociación Vallisoletana de Comercio y cargos municipales, que ven con buenos ojos esta iniciativa. Se trataría de llenar las mañanas de los domingos se ha planteado dos al mes y si funciona, hacerlo todos los fines de semana con propuestas artísticas acompañadas de un reclamo comercial.

Bajo el título 'El Patio de tu casa' la primera «intervención artística» prevista, en principio para finales de marzo, contempla la plantación de unos huertos y jardines en esta plaza en grandes maceteros, sin necesidad de obra donde se pretende implicar al vecindario y propietarios de los negocios del entorno en su montaje y cuidado. Como complemento se preparan talleres de cocina ecológica o de arte floral.

Un rastro en los 70

Este es el boceto básico de una iniciativa, abierta a la participación de todas las entidades sociales y culturales que se quieran implicar, incluida dentro de la premiada serie de sus 'Espacios Difusos', con la que los miembros de Rémora pretenden recuperar los espacios urbanos abandonados. Devolverlos a la vida con la implicación de artistas y vecindario.

De prosperar, Cantarranas recuperaría la actividad comercial que vivió en la década de los 70 cuando el espacio albergó un popular y anárquico mercadillo, donde se vendía quincalla varia, se cambiaban cromos y los vallisoletanos se deshacían de sus trastos a cambio de unas pesetas o también en modo trueque. En abril de 1986 el rastro de Cantarranillas se trasladó a la plaza de Portugalete para, en julio de 1990, vivir el éxodo definitivo de los tenderetes desde el centro hacia el barrio de La Rubia. Cantarranas quedaba libre para acometer la obra de peatonalización de una plaza que, entre semana, servía de aparcamiento para los residentes del entorno. A finales de 1988 el Gobierno de Rodríguez Bolaños abría las primeras zanjas para sustituir la deteriorada red de abastecimiento y saneamiento. En noviembre de 1989 concluían unos trabajos que liberaban de coches este patio urbano. Desde entonces, la historia de este entorno ha sido muy complicada y ha estado asociada a los problemas que generó el ocio nocturno. La presión vecinal llevó al Ayuntamiento socialista a abordar los primeros controles serios en los bares y pub, una lucha que continuó con León de la Riva al mando y que ha llenado la crónica de sucesos con redadas, detenciones o clausura de locales. Ahora en Cantarranas sobreviven unos pocos de los clásicos, otros se traspasan y surgen nuevos negocios hosteleros sin la noche como base de su actividad. La nueva iniciativa daría nuevos contenidos a una plaza que es un referente para muchas generaciones de vallisoletanos.

El origen del nombre

Recuerda Juan Agapito y Revilla en su libro 'Las calles de Valladolid' el origen del nombre de esta plaza por la que el Esgueva «iba descubierto y en cuyo cauce las ranas y los sapos darían sus acostumbrados conciertos». El entorno se conoce como Cantarranillas, al menos, desde 1676. Hubo un puente, el Gallegos, que luego dio nombre a la calle y también hay referencias como la plaza de la Virgencilla «por tener una efigie de María en algún nicho». En su estudio, recoge también a la intención de construir «un abrevadero para las bestias» en el XVI . No se sabía entonces que este rincón urbano sería tres siglos después un aljibe de alta graduación para la juventud.

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