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«¡Esto no hay quien lo pare!», exclamó José María Aznar el 19 de julio de 2001 en una campa próxima a la localidad segoviana de Garcillán. Eran las seis de la tarde y estaba rodeado de tres ministros: Francisco Álvarez Cascos (Fomento), Juan José Lucas (Presidencia) y Jesús Posada (Administraciones Públicas). Curiosamente, tanto Aznar, como Lucas y Posada, habían reivindicado esta infraestructura desde su cargo como presidentes de la Junta de Castilla y León. Junto a ellos, Juan Vicente Herrera, que acababa de estrenarse en el cargo, encabezaba su equipo de consejeros, a los que se sumaba el presidente de las Cortes, el delegado del Gobierno, el presidente del CEs, diputados y senadores de PP y el PSOE, el alcalde de Garcillán, sindicalistas, empresarios y vecinos de la zona.
Era un día histórico. Inaugurarían la colocación de la primera traviesa por la que circularía el tren de alta velocidad entre Madrid, Segovia y Valladolid. Seis años después, esta infraestructura se pondría en marcha, convirtiéndose en clave del desarrollo ferroviario de los corredores norte y noroeste de España.
La obra del Ave entre Madrid, Segovia y Valladolid protagoniza el segundo capítulo de la serie con la que El Norte de Castilla analiza y recuerda la llegada de la alta velocidad a Castilla y León.
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