Ambiente que supera los años de normalidad en la 'tardevieja' vallisoletana
El buen tiempo y las ganas de celebrar sin restricciones han llenado la zona centro con un multitudinario vermut y una sobremesa de bares con terrazas al completo
Han sido necesarios dos largos años de espera pero todo llega y, al fin, la tarde de Nochevieja ha retomado esa apariencia de normalidad en ... la capital del Pisuerga. Viva estampa de ese bullicio navideño propio de las calles del centro, de camareros saturados en hora punta que se apuraban para retirar copas de vino vacías y para, casi de seguido, llenar otras a los clientes que se reunían en mesas de terrazas llenas hasta la bandera. El tiempo -unos inusuales 15 grados en diciembre- y las ganas de celebrar han sido protagonistas de esta jornada festiva a partes iguales.
Corrillos de compañeros, de familia y amigos en la plaza de Coca y mucha, mucha gente que prefería picar algo para hacer hueco horas después, a la última gran cena del 2022. En general, poco tráfico y mucho trasiego de vallisoletanos, de encuentros acompañados de abrazos y felicitaciones navideñas seguidas de un «Venga, vamos a tomarnos la última del año» (que, en realidad, fueron muchas más).
«En la vida he visto esto. Desde que han dado las vacaciones de Navidad prácticamente parece que todos los días son sábado»
bar la teja
En la plaza Mayor, paseos en familia, almendras garrapiñadas y algodón de azúcar para los más pequeños, grupos que apuraban el paso antes de volver a casa pasadas las tres de la tarde. Selfies, las últimas compras del año por la calle Santiago y bullicio, un bullicio permanente que también ha sido una constante en la zona de la Antigua.
Algunos cuernos de reno, unas gafas con lucecitas y en general pocos complementos navideños que indiquen a primera vista que es Navidad. Un solo disfraz que sacaba una sonrisa a los que tomaban algo a media tarde en la plaza de Coca, el de Bárbara García, que ha creado tradición y se disfraza desde la pandemia todas las Nocheviejas. «Primero fue de vaca y luego de Papá Noel», dice enfundada en un llamativo disfraz de gamba. Sus dos amigos -ambos se llaman David Martín- han preferido ir algo más discretos. «Solo llevamos una caña de pescar», dicen entre risas.
Alargando el vermut
Como muchos de los vallisoletanos van a alargar el vermut hasta la hora de cenar «y luego de tranquis por los bares», finaliza Bárbara, momentos antes de que otro grupo de doce amigos le pida permiso para «mantear a la gamba».
Es el grupo capitaneado por Irene Sánchez-Fuentes y lo conforman madrileños como ella, también colombianos, leoneses, rumanos y ecuatorianos. Disfrutan empapándose de un spray que imita copos de nieve y entre risas reconocen que está siendo «un día redondo. «Primero de Escape Room en Arroyo, luego de tapas por ahí y ahora unas copas para rematar a la carpa de Boecillo», dicen antes de despedirse. Son el retrato del buen ambiente que protagoniza la última tarde del año.

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Apenas a unos metros, en el bar La Teja trabajan a destajo. «En la vida he visto esto, llevo siete años aquí y 30 en hostelería. Desde que han dado las vacaciones de Navidad prácticamente parece que todos los días son sábado. «Hoy el vermut ha sido muy fuerte, hemos tenido muchísimo jaleo aunque la tarde será algo más tranquila por los cotillones», señala uno de los camareros del citado local.
«Desde el 26 hemos tenido todos los días lleno, incluso mañana estamos completos y eso nunca había pasado, la gente tiene muchísimas ganas de celebrar»
restaurante los zagales
Coinciden desde restaurantes como Los Zagales. «Hemos trabajado esta semana más que en las mismas fechas en 2019. Desde el 26 hemos tenido todos los días lleno, incluso mañana estamos completos y eso nunca había pasado, la gente tiene muchísimas ganas de celebrar. Estamos muy satisfechos y se notan también iniciativas que incitan al consumo por parte del Ayuntamiento o la Diputación», señalan desde el citado restaurante.
Pasadas las cuatro de la tarde, las copas de tinto y blanco han dado paso a las de champán, de ron y de ginebra y los brindis por ese «que lo veamos para otro año», «porque este 2023 sea mejor», «porque estemos las mismas el años que viene y que nos toque la lotería», esa última era la petición del grupo de María Fuertes, Isabel Sánchez, Ana R., Isabel Díez, Sonia Vázquez y Marina Sánchez, que tenían pensado apurar la tarde con unas cervezas y unas copas en Caruso hasta la hora de la cena.
Cualquier motivo es bueno para brindar en una tarde que cambiaba el ambiente gastronómico por uno más joven y festivo al caer la tarde en la plaza de Coca, reflejo de lo que está por llegar esta noche en decenas de bares y cotillones.
Sin restricciones, aforos, distancias entre mesas, mascarillas ni variantes que amenacen ningún plan, tampoco era momento ni el lugar de preocuparse por la inflación, la crisis energética o los precios de la luz en un Valladolid que ha vuelto a recuperar el pulso para despedir en condiciones del último día de este complejo y anómalo 2022, que apura ya sus últimas horas.
Mañana será otro día, mejor dicho, otro año para el que los vallisoletanos coinciden en su deseo de «salud mental y normalidad para todos» y le dicen al inminente 2023 «pórtate bien, por favor».
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