Al menos 120 alcaldes no cobran sueldo y el resto perciben entre 1.450 y 45.000 euros
La retribución más alta es la del regidor de Simancas, seguida del de Olmedo, con 40.000 euros
No se ve la televisión. Hace unas horas que «se fue la señal» y los cuarenta vecinos de Robladillo (101 censados) no consiguen sintonizar ningún canal. José Luis Rodríguez, su alcalde desde hace once años, acaba de bajar del montículo donde se ubica la antena. Su intención, como acostumbra, era echar un vistazo e intentar repararlo personalmente para evitar un gasto al Ayuntamiento. Pero esta vez se le ha resistido. Toma su teléfono móvil y marca el número del técnico responsable. Nadie le pagará la llamada. Ni la gasolina del vehículo en el que se desplaza para atender a su municipio. Lo suyo, dice, es pura vocación.
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A esa misma hora en Simancas (5.300 habitantes), a doce kilómetros de Robladillo, Alberto Plaza, su alcalde, ultima la cuarta reunión de la mañana. Desde que llegara a su despacho a las ocho menos cuarto de este jueves ha presidido ya una junta de gobierno, ha mantenido un encuentro con concejales, interventora y secretario, otra reunión más con el arquitecto y una última con la edil de Participación. Y aún queda otra de jardinería antes de preparar los actos de representación a los que tendrá que acudir por la tarde. A final de mes, Alberto Plaza cobrará 45.000 euros, el sueldo más alto de los percibidos por un alcalde en el medio rural vallisoletano. «Está asignado para el número de habitantes de Simancas, cumplimos con una norma y así se determinó por el Ayuntamiento, porque es necesario que haya una dedicación exclusiva para dar un impulso real al municipio», argumenta.

Entre José Luis Rodríguez y Alberto Plaza hay 45.000 euros anuales de diferencia. Y también más de 4,2 millones de euros de presupuesto municipal en sus respectivos ayuntamientos (Robladillo tiene 60.000 y Simancas 4,3 millones). Los dos ostentan el bastón de mando por vocación, pero en función del número de habitantes y de presupuesto ejercen unas u otras funciones.
De los 224 alcaldes que en 2015 salieron de las urnas vallisoletanas solo hay 74 que reciben algún tipo de retribución, bien a través de salario o bien por asistencia a plenos y comisiones. En el otro extremo, hay al menos 120 que no cobran ni un euro, mientras que existen otros treinta que no han facilitado su información. Los datos los hizo públicos hace unos días el Ministerio de Política Territorial y Función Pública y abren el debate sobre gestión y retribución en los regidores. «Es necesario abrirlo», sostiene el alcalde de Simancas, «porque si defendemos que nadie cobre por estar en política nos confundimos y la gente preparada se dedicará a otras cosas».
«Un sueldo pequeño no resuelve nada y al pueblo le viene bien»

Desiderio Pérez es el alcalde que menos percibe de los que tienen asignación por asistencia a plenos. Recibe 140 euros anuales que, admite, no llegan a cubrir los gastos que tiene. Y aunque ahora podrían incrementarlo tras haber saneado el Consistorio, optaron por mantenerlo en este mandato. «Al final somos alcaldes de usos múltiples, hacemos de todo y casi pagamos de nuestro bolsillo, pero si nos ponemos un sueldo pequeño no nos resuelve nada y al pueblo ese dinero le viene bien».
¿Están bien pagados los alcaldes? El de Valladolid, Óscar Puente, consideró hace unos días que no. El salario más bajo de los asignados en la provincia lo cobra la alcaldesa de Olivares, Raquel Sánchez, con 1.450 euros. Entre esta edil y el de Simancas hay otros 72 con diferentes salarios, también asignado en función de la dedicación y siempre dentro de la ley, que marca unos máximos en función del número de habitantes. Después está el grueso de los que no perciben ni un euro y que, incluso, en algunos de los casos, les cuesta dinero el cargo.
Limpieza de calles

José Luis Rodríguez, ganadero de ovino de profesión, ni siquiera tiene despacho en Robladillo. El suyo, dice, está en la calle. Allí donde le necesitan los vecinos para tener una buena convivencia y recibir los servicios necesarios para vivir en un pueblo de estas características. «Cuando hay que quitar un contador de una vivienda lo hacemos nosotros (él y sus dos concejales) porque así ahorramos los 200 euros que nos cobran». Y hay más. No tienen ni siquiera un empleado municipal. Un chaval les echa una mano en las tareas del día a día. Pero el cepillo lo pasa el propio alcalde por las calles del municipio.
Alberto Plaza es consciente de la polémica que su sueldo suscita y lo relaciona con el desconocimiento que los ciudadanos tienen de la labor que desempeñan los alcaldes. Aboga así por trasladar su función a un puesto de similar responsabilidad en una empresa privada. «¿Cuánto tendría que cobrar, teniendo en cuenta que hay 48 trabajadores municipales y que cuatro de los salarios son superiores al mío?».
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