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Recreación en el año 2016 de la primera inmersión subacuática prolongada de la historia en el río Pisuerga de Valladolid. El Norte
El agosto de 1602 en que Valladolid deslumbró al mundo

El agosto de 1602 en que Valladolid deslumbró al mundo

La capital protagonizó la primera inmersión subacuática prolongada de la historia con la presencia del rey Felipe III

Arturo Posada

Valladolid

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Domingo, 5 de agosto 2018

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Corría el viernes 2 de agosto de 1602 y las aguas del río Pisuerga se prepararon para celebrar la flamante nueva embarcación del rey, la galera San Felipe, nombrada así por Felipe III. Valladolid, entonces capital del imperio y sede de la corte, se echó en masa al Espolón, en la actual zona de la playa de las Moreras, para presenciar los festejos. Frente al Palacio de la Ribera (la residencia veraniega del monarca, hoy en ruinas), los vallisoletanos no solo iban a presenciar la botadura del navío de vela latina, sino uno de los grandes hitos de la historia: la conversión del ser humano en anfibio gracias a un revolucionario invento subacuático.

El personaje clave respondía al nombre de Jerónimo Ayanz y Beaumont, un navarro al que se le considera como el Leonardo da Vinci español, aunque su fama es mucho menor que la del genio italiano y España no le ha hecho toda la justicia que merecería. Ayanz diseñó un efectivo traje de buzo, revolucionario para la época, que permitía una prolongada inmersión en las aguas gracias a un novedoso sistema de conductos diferenciados (un tubo para inspirar; otro para espirar), válvulas y fuelles a través de los que se insuflaba el aire.

Mural bajo el Puente de Poniente en Valladolid que conmemora la gesta subacuática.
Mural bajo el Puente de Poniente en Valladolid que conmemora la gesta subacuática. A. P.

El buzo se sumergió a tres metros de profundidad en las aguas del Pisuerga, ante la atenta mirada del rey Felipe III, que poco a poco fue perdiendo el interés. Después de una hora larga de reloj, se procedió a sacar al voluntario y las reseñas apuntan a que el fin de la experiencia subacuática se debió al aburrimiento del monarca, que consideró poco emocionante observar prolongadamente las evoluciones del buzo. A la salida del agua, el público prorrumpió en vítores, como recoge Roberto Alonso en su libro 'Valladolid universal'.

En la obra 'Ayanz. La increíble vida del Leonardo español', Rafael Romero lo novela así en boca del inventor Jerónimo Ayanz. «Eché a un hombre debajo del agua, y al cabo de una hora le mandó salir su Majestad, y aunque respondió debajo del agua que no quería salir tan presto porque se hallaba bien, tornó el Rey a mandarle que saliese. El cual hombre dijo que podría estar debajo del agua todo el tiempo que pudiese sufrir y sustentar la frialdad de ella y el hambre».

Diseño de Jerónimo Ayanz que figura en el panel de la caseta de Amigos del Pisuerga.
Diseño de Jerónimo Ayanz que figura en el panel de la caseta de Amigos del Pisuerga. A. P.

En 2016, la Asociación de Amigos del Pisuerga, en colaboración con el colegio de El Pilar, recreó en la zona de Tenerías este episodio histórico.

Un panel bilingüe en la caseta de Amigos del Pisuerga rememora el «primer buceo prolongado de la historia» y recuerda que Ayanz se adelantó 200 años a los prototipos que se desarrollaron posteriormente en Inglaterra. Bajo el puente de Poniente, un colorido mural conmemora la gesta.

El gran Jerónimo Ayanz no solo patentó su sistema de buceo en 1606, sino que ensayó en Valladolid otras «notables invenciones», como «la máquina de vapor para elevar el agua o el aire acondicionado», como rezaba otro cartel junto al río Pisuerga. Sí, los agostos también resultaban tórridos y Ayanz ya buscaba entonces la manera de combatir el agobiante calor de los días más duros del verano.

Mural bajo el puente de Poniente en Valladolid.
Mural bajo el puente de Poniente en Valladolid. A. P.

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