Marta Aranzana, junto con varias alumnas y amigas, recoge el material atesorado durante años en los locales de la calle Ruiz Hernández. Alberto Mingueza

Valladolid

El adiós de la academia de baile Bernal a la Sala Borja: «Nos obligan a marcharnos después de 43 años»

Marta Aranzana busca nuevas instalaciones para su histórica escuela, después de que los jesuitas no hayan renovado su contrato de alquiler en la calle Ruiz Hernández

Víctor Vela

Valladolid

Sábado, 12 de julio 2025, 19:30

«No hay renovación, me dijeron el martes de la semana pasada, con el curso a punto de terminar y sin apenas margen de maniobra», ... se lamenta Marta Aranzana, directora de la academia de baile Bernal, una histórica escuela de danza de Valladolid que, 43 años después de su apertura en la calle Ruiz Hernández 10, tendrá que buscarse «a la carrera» nuevos locales donde impartir sus clases. El centro abrió sus puertas en unas dependencias anexas a la Sala Borja en 1982, después de que las hermanas Elisa, Angelines y Carmela Bernal llegaran a un acuerdo con la comunidad jesuita (propietaria de las instalaciones) para implantarse en Valladolid. Desde entonces, la familia responsable de la academia renovaba las condiciones del alquiler… hasta que a finales de junio le dijeron que debía buscarse nuevo local.

Publicidad

«Después de la covid nunca ha vuelto a ser lo mismo. Antes, las clases se prolongaban sin problema hasta las 22:00 horas, pero desde la pandemia parece que se priorizan más otras actividades de ocio», explica Aranzana. Negoció una renta más asequible, hasta que se recuperara un poco la actividad. Desde entonces, cada vez que venía un nuevo administrador intentaba llegar a un acuerdo hasta que con este último «ha sido imposible». Me citaron y me dijeron: 'No hay renovación'». Aranzana entiende que la propiedad quiere rentabilizar mejor las instalaciones de Ruiz Hernández. Este periódico ha intentado contactar, sin éxito, con la comunidad jesuita en Valladolid. «He hablado con un abogado y me explica que, 43 años después, no tengo derecho a nada», explica Aranzana, quien ya se ha puesto en manos de un gestor inmobiliario para buscar un local que pueda acoger una de las escuelas de danzas con más solera de Valladolid.

Su historia se remonta a los primeros años de la posguerra, cuando tres hermanas de Sevilla (Elisa, Angelines y Carmel Bernal) tuvieron que buscarse la vida en unos años muy complicados y a una edad muy temprana (la pequeña tenías apenas 15 años), cuando echaron mano de su arte y poderío para ganarse la vida. El baile como tabla de salvación. La danza como vía para sobrevivir. Tuvieron como profesoras a Luisa Albéniz en su Sevilla natal. Después, a Karen Marie Taft. En Madrid, se formaron en la escuela bolera bajo las enseñanzas de la familia Pericet, cuyo origen se remonta a finales del siglo XIX.

Muy pronto, trasladaron esa formación a la escena, con diferentes compañías (Juanito Valderrama, Angelillo, Gloria Romero) y con la suya propia. Las coreografías eran montadas por Elisa y Angelines (en ocasiones, con el apoyo de Juan Linares, Pedro Azorín, Juan Quinteto y Alberto Lorca) y en muchas ocasiones ellas mismas eran las responsables de diseñar e incluso confeccionar el vestuario.

Publicidad

Imagen de varias alumnas de la escuela, en una fotografía cedida por Marta Aranzana, hija de Carmela Bernal y actual responsable del centro. El Norte

La primera vez que su nombre aparece en la hemeroteca de El Norte de Castilla fue el 9 de mayo de 1944. El capitán general de Sevilla, el señor Ponte y Manso de Zúñiga, ofreció en el edificio de Capitanía de la capital sevillana una «comida íntima» a Francisco Franco, quien estuvo acompañado «por su esposa e hija», junto a varias autoridades de la ciudad. «Después de la comida -contaba la crónica de El Norte- en uno de los salones del Palacio de Capitanía, las artistas sevillanas hermanas Bernal ejecutaron bailes andaluces». No sería la última referencia a su arte.

El 14 de agosto de 1951, el periódico daba cuenta de la visita a la ciudad de Juanito Valderrama. Llegaba al Lope de Vega con su espectáculo 'Pena y oro', un montaje que regaló muchas alegrías a sus responsables. «Yo no he visto una obra que diera más dinero que 'Pena y oro'», contaba el propio Valderrama. «En el Calderón de Madrid fueron cuarenta días con el papel acabado, tarde y noche. De allí pasamos a Barcelona, al teatro Poliorama, que estuvimos otros cuarenta días. Y luego ya hicimos la ruta de provincias, con Valencia, con Andalucía, con el Norte. Estuvimos dos temporadas con aquel espectáculo», recordaba el cantante, en unas declaraciones recogidas por Luisa Algar Pérez-Castilla en 'La danza española escénica, un oficio artístico: 1940-1990', una tesis doctoral defendida en la Universidad de Málaga y donde se cita hasta en tres ocasiones a las hermanas Bernal.

Publicidad

Alumnas y colaboradoras ayudan a recoger el material de la academia de baile Bernal. Alberto Mingueza

Regresaron más veces a las tablas pucelanas. El 14 de septiembre de 1955, el Teatro Pradera anunciaba «el acontecimiento más grande del año». El «divo de la canción española» Angelillo «y la primerísima 'canzonetista Marisol Reyes',» estrenaban «la fantasía lírica en dos actos (17 cuadros) 'El romance de Juan Clavel'», de Antonio Quintero y Rafael León, con música del maestro Manuel L. Quiroga. Del elenco formaban parte las hermanas Bernal, «trío de excepcionales bailarinas».

«Cuando se retiraron del escenario, montaron su escuela de formación», cuenta Araceli Suárez Barrio en 'La transmisión de la danza española: las hermanas Bernal', en una ponencia con la que participó, en 2010, en un congreso internacional sobre danza celebrado en Murcia. Para esa escuela eligieron Valladolid, ese local de la calle Ruiz Hernández que ahora sus herederos tienen que abandonar. Sanchez Barrio presenta en esa conferencia a las Bernal como ejemplo de escuela formativa: «Sin lugar a dudas, cumple una doble función de cara a la sociedad: preservar un patrimonio y cubrir las expectativas de aprendizaje e la danza española, por un lado de futuros profesionales de la danza, y por otro, y no menos importante, de personas que quieren acercarse a ella de manera no formal».

Publicidad

Las hermanas Bernal fueron puestas como ejemplo de la enseñanza de danza en un congreso celebrado en Murcia

De la primera generación de alumnos de la escuela, el 80% se dedicó a bailar. Allí comenzaron su carrera bailarines destacados, como Marina Claudio, que continuó su carrera profesional con Ángel Rojas y Antonio Gades. El porcentaje de alumnos con carrera profesional se redujo con la introducción de la enseñanza reglada, pero la afición por el baile se mantuvo en unas aulas que, como se destacó en aquel congreso de Murcia, constituyen un ejemplo de «uno de los primeros intentos de legislación sobre los estudios de danza llevados a cabo por la bailarina y coreógrafa Mariemma». Una de las hermanas, Elisa Bernal, fue gran colaboradora suya e impartió clase durante siete años en la escuela de Mariemma.

Fruto de su labor durante estas más de cuatro décadas de historia es, por ejemplo,la creación del Ballet Clásico de Valladolid, integrado por doce niñas y cuatro chicos (entre los 12 y los 15 años) que se presentó en público el 4 de abril de 1987 y que, según la noticia publicada entonces en El Norte, contaba con «su propio grupo de guitarristas, decorados, iluminación y hasta talleres para la ropa». En 1988 el ballet adoptó el nombre de 'Evocación', con piezas inspiradas en obras de Albéniz, Falla o Rodrigo. Y en 1993 lo intentaron de nuevo con el Ballet Bernal Clásico Español.

Publicidad

Ahora, los sucesores de este legado artístico (con Marta Aranzana, hija de Carmela a los mandos) buscan un nuevo local para mantener vivo su amor por la formación de danza en Valladolid.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

3€ primer mes

Publicidad