Alberto Aguado muestra sus cervezas artesanas.

Empezó bebiendo cerveza y acabó elaborándola

Alberto Aguado de la Cruz, fundador de Cerveza Hórdago

Laura Negro

Domingo, 9 de abril 2017, 13:54

Alberto Aguado es un claro ejemplo de cómo una pasión se puede convertir en profesión. Este joven disfrutaba del placer de beber cerveza hasta que, gracias a un amigo, empezó a elaborarla. Primero como hobby y ahora desde su propia fábrica de cerveza artesana, denominada Hórdago. La cervecería artesanal es una actividad que está marcando tendencia. En el caso de Alberto, empezó de forma muy casual. Ocurrió mientras estudiaba Ingeniería Electrónica, cuando un amigo le regaló un kit básico para elaborar esta bebida. «Empecé a practicar y todos los que la probaban me decían que estaba buena. Aquello me hacía sentir muy orgulloso y me animó a continuar», explica este joven.

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Su pasión fue en aumento y la producción también, así que se hizo con un kit más avanzado con el que poder moler el grano en casa y realizar el proceso completo de maceración, fermentación y embotellado. Le gustaba probar con diferentes maltas, lúpulos y levaduras, y eso le servía para ir afinando sus fórmulas cerveceras.

El nuevo kit sólo le permitía fabricar 20 litros de cerveza cada vez, cantidad insuficiente para satisfacer la demanda de familiares y amigos. «Aquello fue el punto de inflexión. Me gustaba y además se me daba bien, así que pensé que podía dedicarme a ello profesionalmente. Enseguida comencé a buscar local», explica este joven deseoso de cumplir su sueño aunque para ello tuviera que aparcar sus estudios a falta de cinco asignaturas.

Cuenta que los primeros pasos fueron complicados. Su novia, arquitecto de profesión, le ayudó con el proyecto. «La burocracia fue un proceso muy tedioso. Tuve que sacar la licencia de obras, permisos de sanidad, de medioambiente, darme de alta en industria, en industrias agroalimentarias, en hacienda y el registro de embotelladores. Aquello no acababa nunca y las obras empezaron dos meses más tarde de lo previsto. Estuve pagando ocho meses de alquiler antes de comenzar mi actividad», recuerda.

Sus padres fueron una ayuda fundamental a la hora de poner en marcha la empresa, pero también hubo mucha gente anónima que confió en su idea de negocio. Alberto recurrió al crowdfunding o aportaciones de particulares como mecanismo para financiar la compra de sus depósitos, ollas y fermentadores. «La verdad es que la gente se volcó con mi proyecto. En dos días había cumplido mi objetivo de 1.000 euros para comprar el primer fermentador, así que lancé una segunda campaña para comprar otro más. La gente hizo sus aportaciones de forma online y yo se lo estoy devolviendo la inversión realizada en especie con mis productos», subraya.

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Este artesano de la cerveza tuvo que adaptar todas sus fórmulas para una producción más elevada. «Reajusté todo el proceso ya que pasaba de producir 20 litros a 400 cada vez. Antes molía 5 kilos de grano y lo hacía con un molinillo manual y ahora muelo 150 kilos. La cocción antes la hacía en la cocina de mi casa y ahora uso un quemador de propano. Aún así, el proceso es totalmente artesanal y está todo muy medido para que tanto el aroma como el sabor, estén totalmente equilibrados. Yo soy un gran aficionado a la tecnología, pero a la hora de elaborar mi cerveza, intento hacerlo todo de forma manual», indica este emprendedor, que tardó casi año y medio en poner a la venta su producto, ahora disponible en bares, restaurantes y también algunas tiendas de Valladolid. «Este próximo verano tendré activa la tienda on line. Además, me estoy poniendo en contacto con distribuidores nacionales para ampliar el ámbito de comercialización de mis cervezas. De momento estoy yo solo al frente de la empresa y me encargo de todo el proceso de producción, de la venta y distribución, y también de la difusión en redes sociales», explica mientras pone etiquetas en los botellines.

Hordago cuenta con tres variedades, todas ellas con nombres de criaturas de la mitología castellana, ya que Alberto es muy aficionado a la historia y los juegos de rol. Cuélebre es una cerveza belga de trigo con cáscara de naranja, Alicornio de estilo pale ale con cilantro y Tarasca, una doble tostada con clavo, que, según su creador, «merece la pena ser tomada con calma».

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Además, Alberto comercializa otro producto, la hidromiel, cuyos dos únicos ingredientes son miel de romero procedente de colmenas de Valladolid y agua. «Se trata de un producto muy especial, que todavía no se conoce mucho, pero yo estoy seguro de que se hará un hueco en el mercado ya que está gustando bastante y los pedidos son muy regulares.

Entre sus planes de futuro está montar su propio brewpub, un bar en el que poder elaborar la cerveza y que los clientes la consuman in situ. «Esa era mi idea de negocio original, pero de momento me he centrado en la producción y más adelante quizá me planteé montar un establecimiento para la venta directa», concreta este emprendedor feliz con su trabajo.

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