Castrillo de Duero recrea la boda de El Empecinado
La teatralización de los esponsales del héroe de la Guerra de la Independecia sumó en esta ocasión novedades divertidas
A. Ojosnegros
Domingo, 7 de agosto 2016, 08:40
Con divertidas novedades, Castrillo de Duero celebró la tercera edición de La Boda del Empecinado, una recreación libre de los esponsales del héroe de la Guerra de la Independencia, nacido en la localidad. Esta teatralización, que es obra de la Asociación Empecinados por Castrillo de Duero y de la experta en turismo María de los Ángeles Acebes, miembro de la Asociación Cultyocio, convoca a vecinos de la localidad y de la comarca que se visten de la época de su ilustre vecino para asistir como invitados, o, como sucedió ayer, para dar vida a alguno de los personajes centrales del convite. Nuevos capítulos de la vida del héroe, un convidado recibiendo una llamada del futuro, y una luna de miel interrumpida por soldados franceses completaron la original puesta en escena.
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El desarrollo de la boda comenzó en la Plaza Mayor, donde, en comitiva, los invitados a la boda primero se dirigieron a la casa en la que se supone nació el Juan Martín Díez el `Empecinado. Allí, su hermana, defendió desde una ventana ante el pueblo a la que en breve sería su cuñada, pues, al no ser esta del pueblo Catalina de la Fuente, natural de Fuentecén, Burgos-, se había creado cierto resquemor en la localidad, especialmente en el sector femenino. Muy aplaudida fue la intervención de las dos mujeres que, de venta a ventana, entablaron una divertida conversación sobre la futura del Empecinado.
De ahí se partió a otra vivienda donde esperaban los novios, y, donde, tras ser pregonado el enlace por una pregonera realizando a la vez una invitación general, en largo cortejo se fue a la iglesia; el novio del brazo de la madrina y la novia del padrino.
En el bello y abarrotado templo parroquial de Castrillo de Duero, erigido a Nuestra Señora de la Asunción, tuvo lugar el enlace que discurrió en clave de humor con continuas interrupciones, entre ellas, la de un invitado que recibió una llamada de móvil para informar de que la boda no podía celebrarse, pues la real no se tuvo lugar en agosto, sino en el mes de marzo. El hombre, ataviado como recién pintado en un cuadro de Goya, dijo estar bien informado, que lo había visto en Internet.
Desposados Catalina y Juan Martín tras varias peripecias, salieron del templo igual que entraron, bajo arcos decorados por ramas y, ya a las puertas de la iglesia, se procedió a realizar el retrato de familia. Y, cuando se disponían a disfrutar del ágape nupcial en la Plaza Mayor, un pequeño ejército de soldados napoleónicos irrumpió en la fiesta y les aguó la luna de miel, pues, la gallardía y el patriotismo del Empecinado ayer casado, pudo más que el mucho amor profesado a su recién esposa y partió a defender España de la invasión francesa.
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Esto no impidió que continuase la fiesta para todos los convidados con unas sabrosas tapas regadas con buen vino de la Ribera del Duero en honor de los recién casados.
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