David Trueba anima a los jóvenes a «vivir las cosas con intensidad para volver a contarlas»
El escritor y cineasta mantiene un encuentro con jóvenes lectores del instituto Zorrilla
Víctor Vela
Miércoles, 18 de mayo 2016, 09:08
Algún día, cuenta David Trueba escritor, guionista, periodista, cineasta de canas adolescentes algún día, les dice a los alumnos de cuarto de Secundaria del instituto Zorrilla, «algún día, un relámpago (Blitz) recorrerá vuestro cuerpo». «Será el momento sigue Trueba en el que digáis una de esas frases que tanto escucháis en casa: Cómete todo, que hay muchos niños que pasan hambre en el mundo. Lo diréis, seguro». Y entonces, llegará el relámpago. «Descubriréis que os habéis convertido en vuestros padres». Pasará, fijo, les dice.
«Uno se cree que siempre va a tener la perspectiva de los 15, de los 16 años. Pero eso se pierde y se olvida. Pasas a ser otra persona». Así que, recomienda, conviene apurar las experiencias al máximo, subrayar lo vivido mientras se disfruta. «Fijad bien las sensaciones en vuestra memoria porque eso os servirá para recordarlas. Solo si habéis vivido las cosas con intensidad seréis capaces de volver a contarlas. Y esa posibilidad de recordar lo que fuisteis será la clave para entender a la gente», explica Trueba, el hijo pequeño (el octavo) de Palmira y de Máximo; su padre, natural de Villafrades, en la Tierra de Campos vallisoletana.
El escritor se ha acercado hasta el instituto Zorrilla para charlar con chavales que han leído la primera de sus novelas (Abierto toda la noche, publicada en 1995), que han visto en los cines Casablanca su última película (Vivir es fácil con los ojos cerrados), que se interesan por esos recovecos en los que nace la inspiración para contar... y que en realidad no están tan ocultos como parece. «No hace falta irse lejos para encontrar historias apasionantes. En literatura y cine hay que hablar de cosas cercanas para explicar así aquello que parece muy lejano».
La pasión por lo mínimo y accesible como guía para la literatura, para el cine... también para la vida. «Hay que pelear por los sueños, sí, pero por aquellos que sean accesibles, que estén dentro de los márgenes de lo que te permites soñar. A veces, nos planteamos solucionar los grandes problemas del mundo y no nos preocupamos de lo que tenemos al lado. Usamos las grandes palabras como excusas para no hacer nada. Pues,¿sabéis?Con cosas sencillas se puede ser feliz, con actos sencillos se puede mejorar la vida de los otros». Y Trueba enlaza esto con la vocación. «Ese sueño puede ser aquello a lo que os queréis dedicar. Si de verdad os gusta algo, hay que luchar para conseguirlo. Hay sueños que son realizables. Basta el interés, el trabajo, perder la vergüenza y reconocer que, si ahora lo haces mal, todavía puedes mejorar».
Recuerda el escritor cómo de joven intentó entrar en el coro de su colegio y el director le echó porque no atinaba una nota. «Ymirad ahora, aquí sigo, desafinando en el mundo de la literatura, del cine... y de aquí no me echan ni a patadas». La clave, desvela, es «que los defectos y carencias se noten lo menos posible. Toda mi vida he tenido la sensación de que me iban a echar del coro. Así que, lo importante es apostar por aquello que sabéis hacer», aconseja. «Ponerle pasión por encima de todas las cosas». ¿En el caso de la escritura? «Observación, reescritura, tener algo que contar». Aunque sea mentira.
«Los escritores y cineastas somos los únicos que mentimos... y además lo decimos. Hay otros que mienten y no lo reconocen», dice. Y no es necesario apuntar a la política. «Mentir forma parte de la vida. De vez en cuando hay que recurrir a la mentira, ponerle una parte de ficción a la vida. Pero hay que hacerlo siempre con honestidad», indica, para seguir cavando esa trinchera: «Escribir una novela, un guion es contar algo antes de que exista. Cuando tú lo cuentas, lo pones en pie. Y depende de la forma en la que lo cuentes, conseguirá atraer la atención de los demás».
Y antes de despedirse, de firmar ejemplares de sus libros y destripar la inspiración con la que levantó los personajes de Abierto toda la noche, Trueba vuelve a ese relámpago vital en el que uno descubre que el tiempo pasa demasiado deprisa. «Cuando uno es joven, como vosotros, piensa que el mundo se acaba a cada momento. Todo el rato. Te enamoras y es el amor de tu vida. Te suspenden y es una catástrofe. Muere un familiar y ya no habrá futuro. Pero cuando avanzas en la vida, te das cuenta de que no hay capacidad de remontada, que todo se va acumulando». Hasta el minuto final. Y entonces, sí, el mundo se acaba.
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