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Laura Negro

Recupera la explotación agroganadera familiar para crear su propio negocio

Alberto Tomás Puerta abandona su empleo como transportista para modernizar una granja de porcino en Torrelobatón

laura negro

Domingo, 23 de agosto 2015, 19:01

Cada vez son más quienes ven en el campo una salida a la actual situación de crisis. Es el caso de Alberto Tomás Puerta (39), quien ha decidido recuperar las tierras de labranza familiares y una explotación de ganado porcino para modernizarlas y ponerlas nuevamente en producción.

Su historia comienza de niño, en Torrelobatón, su pueblo natal. Allí, su abuelo y su padre explotaban juntos una granja de cerdos y labraban algunas hectáreas de cereal. Siempre le gustó aquel trabajo, y a la salida de la escuela, acudía cada tarde a la nave a ver cómo sus predecesores desempeñaban las tareas del cuidado de los animales. Lo tenía muy claro, de mayor quería continuar con el legado familiar.

Y así lo hizo. Pronto dejó sus estudios para darse de alta con 19 años como agricultor. Durante seis años, compartió tareas con su padre, ya que al abuelo ya le había llegado la edad de jubilación. «Me gustaba el trabajo, especialmente con los animales. Siempre supe que me dedicaría a ello, aunque la vida muchas veces te hace dar rodeos hasta que al final encuentras tu verdadero camino», explica este joven, quien pronto se dio cuenta de las dificultades que comporta vivir del trabajo del campo. «En aquellos años, la agricultura dio un bajón muy grande y el mercado reventó. Sufrimos grandes pérdidas y decidí dejarlo por un tiempo», recuerda.

Así que se sacó el carnet de primera y comenzó a hacer rutas nacionales con un camión transportando muebles y más tarde, combustible en rutas comarcales. Así ha estado doce largos años, con la soledad, la radio y el asfalto de la carretera como únicos compañeros trabajo.

Cuando se jubiló su padre, su madre se hizo cargo de la explotación, y fue entonces cuando Alberto empezó a dar vueltas a la idea de tomar de nuevo las riendas del negocio agrícola, que por aquel entonces comenzó a regirse por una comunidad de bienes, Joalmac, CB. «Me daba mucha pena que la explotación que había pasado por varias generaciones de mi familia se cerrase pudiendo yo hacerme cargo de ella. Ya estaba cansado de la carretera y me vi con ganas y fuerzas suficientes para sacar el negocio adelante. Me puse manos a la obra y por fin, a primeros de agosto, y tras muchísimas gestiones, puse de nuevo en marcha la explotación», explica este agricultor.

Actualmente labra tierras propias y también arrendadas, sobre todo de cereal. Para la próxima campaña está pensando cultivar también alfalfa, «así completaré una UTA (Unidad de Trabajo Agrario) para un plan de mejora de la Unión Europea que he solicitado», explica Alberto, quien ha cumplido un farragoso proceso de licencias, solicitudes y permisos, para acogerse a las ayudas de nueva incorporación y poder ejecutar el proyecto de mejora de la explotación por medio de una subvención europea. Todo con el anhelo de ver de nuevo la granja familiar a pleno rendimiento.

Ser el propio jefe

El cuidado, la supervisión y la gestión de la explotación ocupan toda su jornada. Sus naves tienen capacidad para albergar 1.242 cerdos. «Me llegan lechones de 20 kilogramos y yo me dedico a cebarlos durante 4 o 5 meses y más tarde los vendo a una cooperativa. Da igual el día que sea. Si es fiesta como si no. Los animales tienen que comer y es un trabajo que puede llegar a ser bastante esclavo, y en el que nunca hay vacaciones. Aún así, me resulta muy gratificante el hecho de trabajar para mí y ser mi propio jefe. Al único que tengo que obedecer es al veterinario», señala.

El de Alberto es un oficio que presenta muchas dificultades, desde el manejo de grandes cantidades de purines, que destina a abono, hasta las importantes medidas de seguridad sanitaria que tiene que cumplir. «Es un trabajo complicado, sobre todo por los tratamientos que hay que aplicar a los animales. Hay que estar muy pendientes por si les pasa algo. Pero la experiencia hace todo. Yo ahora estoy empezando solo, pero llevo muchos años viéndolo en casa, así que me manejo bien», comenta.

Ha remodelado la granja, ha comprado maquinaria nueva, un tractor, un remolque y está buscando un preparador para sembrar. «Quiero llevar bien mi negocio, y para ello, he tenido que realizar una fuerte inversión. Si hubiera tenido que empezar todo de cero, hubiera sido imposible. Me ha animado mucho el hecho de que era algo familiar y que podía modernizar», puntualiza.

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