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Lorena Sancho Yuste
Lunes, 17 de agosto 2015, 15:05
Ni se miró. Con toda la paliza encima, el pantalón hecho trizas y restos de sangre por la camiseta se echó para adelante y saltó el toro. Use saltó al toro, puso la plaza en pie y pasó a la enfermería. Era el toro de la final. Y desde que hizo presa en Use cambió de comportamiento y sembró el miedo.
Es tradición en Tudela de Duero pedir toros en la noche de Santiago. Toros sí, vacas no. Lo dicen desde la época de Fogato, cuando la tradición empezaba a ir en serio. Con independencia de las discrepancias del ganado lidiado estos días en los encierros, Tudela tuvo ayer toros. O utreros por ley. Serios y con cuajo del hierro de El Ahijado, que pusieron a prueba los conocimientos en lidia de 16 cortadores, muchos, la mayoría, castellanos. Era el regreso de Toropasión a Tudela de Duero de la mano de Toros Vil, con casi lleno en los tendidos y el patrocinio de El Norte.
La final se complicó. Tanto que hubo que cortarla con dos rondas y Use, el cortador lasecano, en la enfermería, tras una angustiosa cogida que se saldó con un fuerte varetazo a la altura del pecho que requirió unos puntos. Lo hirió y ganó. Porque Use se proclamó ganador con dos saltos, el segundo tras el embroque en el que resultó cogido. La papeleta con el de la final la tuvieron que solventar Jairo Rodríguez (quinto), Pablo Martín (cuarto), Oliver García (tercero) y Alberto Cózar (segundo).
Ya el primero de El Ahijado no lo puso nada fácil. Tanto se fue metiendo en la tercera ronda que llegó a alcanzar a Use sin consecuencias. Todo de su parte tuvieron que poner Víctor Holgado, Peta y Alberto Rodríguez, que toreaba en casa.
Embroques milimétricos
Duelo de quiebros con rodillas en tierra entre Jairo Rodríguez y Saúl Martín con un hechurado y nada fácil utrero. Javi Moreno y Oliver García completaron el grupo a golpe de riñón, con embroques casi milimétricos con los que pusieron el corazón en un puño a los espectadores, especialmente con el último, de Oliver García, en un poder a poder de los de cortar el aliento.
El tercero, Manantial de nombre, con menos kilos que sus hermanos, salió suelto. Unos minutos. Los justos para que Pablo Martín estudiara el corte que le iba. Aguantó y se lo pegó, casi tan perfecto como el segundo que pegó, o el tercero, en el que metió riñones. Le pisaba los talones Aitor Flores, el medinense, con embroques cargados de verdad, y un Saúl Rivera que apostó por el salto. A Juan Nieto, el quebrado, el toro le supo agridulce, por aquello de que no se tragó los quiebros.
Imponía el cuarto, por gordo y serio, y por ganas de saltar, que lo intentó una vez. Lo abrió al corte Alberto Cózar, antes de que Cabano se tirara en un quiebro de rodillas. Tiró de templanza Javi Olmos y de riñones Justi, que rubricó un último embroque digno para enmarcar. El bizco con procedencia del Cahoso se puso complicado al final, cuando hubo que medir terrenos.
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