«Soy afortunada porque hago algo que me gusta»

Nacida en Bilbao (1981) y de ascendencia castellana por parte de su padre, un mecánico ajustador nacido en Toro que se pateó media España, Raquel es una de las cuatro mujeres que este curso se han formado en la Academia de Caballería. Antes de ingresar en el Ejército como soldado, estudió Químicas.

¿Una química en Caballería?

Me quedan 13 asignaturas y espero terminar la carrera ahora. Por motivos familiares y económicos, tuve que dejar los estudios y ponerme a trabajar.

¿Tiene antecedentes militares en su familia?

Ninguno. No hay nadie. Me metí aquí por casualidad. Cuando estudiaba, siempre quise ser médico forense y trabajar en los laboratorios de la Guardia Civil. Consideraba que no era una profesión estanca y abarcaba diferentes facetas. Sin embargo, no pude entrar en Medicina en Salamanca, porque cuando tuve la nota de selectividad en septiembre ya no quedaban plazas. Así que me matriculé en químicas.

¿Cuándo ingresó en el Ejército?

En septiembre de 2009 como soldado de Caballería. Fue una opción laboral mientras estudiaba químicas en Valladolid. Me dije, ¿y por qué no pruebas? La saqué a la primera y me destinaron al Regimiento Farnesio. También he estado en Líbano.

Ha terminado el curso y sale sargento. ¿Qué significa para usted?

Superación, recompensa, premio... Me siento muy afortunada porque hago algo que me encanta y me pagan religiosamente cada mes.