Cañedo imparte la charla en la Universidad de la Experiencia.

El club de las abuelas del 'whatsapp' de Valladolid

Un encuentro en la Universidad de la Experiencia anima a las personas mayores a utilizar las redes sociales

Víctor Vela

Viernes, 28 de noviembre 2014, 16:35

«Ya somos bichos raros», le dice Katy a su amiga Sofía cuando mira a su alrededor y ve cómo varias compañeras trastean con el móvil y se dejan los pulgares mandando mensajes y fotos por whatsapp. Ellas aún se resisten. «Hasta que no se me estropee el Nokia...».

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Porque ya es muy extraña la tarde de café y merienda en la que un teléfono no se lanza encima de la mesa y su dueña exclama: ¡Mira, mira que foto que me han mandado!.

El whatsapp se ha colado también en el vocabulario de las personas mayores. Un informe de la Fundación Orange concluye que el 38% de los ciudadanos de entre 55 y 74 años más hombres que mujeres son usuarios de Internet (sobre todo para correo electrónico y la lectura de webs informativas) y que, de ellos, uno de cada tres aquí son más ellas hacen uso de las redes sociales o la telefonía online:Skype como una herramienta vital para hablar con los hijos cuando están lejos. El mismo informe concluye que el porcentaje de mayores de 55 años que accede a Internet a través del móvil en España (55%)está ligeramente por encima de la media europea. Así, no es de extrañar que los fabricantes de teléfonos hayan encontrado nicho y fabriquen teléfonos táctiles adaptados a los dedos (quizá algo más torpes)de los mayores.

No es el caso de Mari Carmen. 70 años. Maneja su Samsung como si lo hubiera tenido toda su vida entre las manos. Le pega dos pellizcos a la pantalla y despliega una colección de fotos que le envía la familia. «Lo del whatsapp es una maravilla», reconocen Presentación y María Jesús, ambas con 68 años.Las amigas han creado un grupo («sobre todo para quedar y salir»)y luego cambian fotos y mensajes con los hijos... «sobre todo si están de viaje fuera, en el extranjero.Te mandan un whatsapp para decirte que han llegado bien y te ahorras la llamada internacional», reconocen.

Estas herramientas pueden ser muy útiles también, por ejemplo, para el contacto en servicios de teleasistencia. Pero ante tanta ventaja, también hay puntos negativos. «El problema que veo es que al final se crean unas necesidades que antes no teníamos. Antes, a lo mejor, te escribías con las amigas que estaban lejos una carta una vez al mes y no tenías que estar contándole cada cinco minutos si te duele un dedo. Es un poco triste ir en el autobús o en una cafetería y ver a chicas jóvenes juntas, todo el rato con el móvil, y que ni siquiera se hablan», remacha Katy.

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