Miguel Sanz sontempla la plaza del pueblo.

«La reforma municipal me da risa, de donde no hay no se puede recortar»

Miguel Sanz, alcalde de Manzanillo

AGAPITO OJOSNEGROS

Lunes, 27 de octubre 2014, 10:48

Mira, dice Miguel, «estos son los últimos que he puesto: Boyer, Botín, Isidoro Álvarez.. También está Artur Mas».

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Observado desde las paredes por todo tipo de personajes de los más distintos ámbitos (escritores, artistas, deportistas, cantantes, empresarios, políticos), Miguel Sanz Veganzones relata alguna de sus vivencias tras 41 años al frente del Ayuntamiento de Manzanillo comarca de Peñafiel, del cual se despide pues no se presentará a los próximos comicios, siendo el regidor que más tiempo lleva en el puesto en la provincia.

En la planta baja de su casa ocupada por una amplia cochera y un espacio a modo de sala de estar, con antiguos aperos de labranza (usados en su momento) comparten sitio multitud de imágenes recortadas de periódicos y revistas que configuran un gran mosaico de conocidos rostros que se extiende por los muros de su nave agrícola. Noticias de Manzanillo, otras protagonizadas por Miguel, de la provincia, fotografías familiares y el documento que en 1973 le entregó el gobernador civil reconociéndole como alcalde, también forman parte del puzle que ha confeccionado estos últimos años, a ratos, como pasatiempo. «No sé estarme quieto», apunta Miguel.

Entre esas fotos están las de políticos regionales y provinciales a los que Miguel conoce perfectamente. Recientemente, una de esas caras, el delegado del Gobierno, le llamó por teléfono para interesarse por un asunto que es la espinita con la que Miguel se marcha. Ruiz Medrano, se interesó por los problemas que, en palabras del alcalde y de los vecinos, causa una familia llegada de Peñafiel hace varios años: «Mi vida como alcalde ha sido una maravilla, hasta que ha venido esta familia», lamenta el regidor, a quien duele que «haya gente que me culpe por haberles empadronado, siendo algo que no puedes negar a nadie».

Otra de las historias que cuenta Miguel la vivió con un compañero con el que comparte cargo y partido PP y que también aparece en alguno de los recortes, alguien cuya popularidad a veces rebasa fronteras. Miguel cuenta que, «sorprendido por los años que yo llevaba como alcalde, él que acababa de comenzar me dijo que no sabía si iba a aguantar ni dos años. Bastantes años después tuve la ocasión de recordarle lo que me dijo», a modo de tirón de orejas. Eso sí, «reconociendo que había hecho un buen trabajo. Resulta que lleva varias legislaturas y parece que va tirando», le soltó el de Manzanillo. Genio y figura la de Miguel, quien tuvo ocasión de estrechar la mano a otra de las personalidades atesoradas en las paredes, a Fidel Castro.

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Miguel Sanz Veganzones nació hace 81 años en Langayo »en una casa pequeñita al lado de la iglesia» de donde era su padre, trasladándose a vivir la familia después a Manzanillo, de donde era su madre. Se casó con María Montserrat Gómez con la que tuvo dos hijas y un hijo, que le han dado cinco nietos. Le gustaba el ejército, por lo que se enroló en la brigada paracaidista de Villanubla, «de donde me sacó mi padre por ser menor y para ayudarle en el campo», trabajo al que se ha dedicado compaginándolo con el de alcalde y concejal.

Reconoce que su relación con otros alcaldes de la comarca y de la provincia es muy buena, «sin distinción de partidos. Eso a mí me da igual porque hay gente buena en unos partidos y otros». Miguel sienta cátedra de municipalismo, del auténtico servicio público. No es extraño que cuando habla con alguno de sus compañeros sobre la reforma municipal le dé la risa, que sazona con unas gotas de enfado, pues nada se puede recortar de donde nada hay. Comparten secretario, servicios mancomunados, y su margen de maniobra es tan limitado que los recursos cubren lo solo el ciclo vital en los pueblos: arreglo de calles, de la iglesia, y del cementerio.

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