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LOS CUATRO CANTONES

Antónimos

«La maravillosa diversidad, contrariedad u oposición entre los seres vivos es una de las cuestiones más apasionantes de la vida»

SARI FERNÁNDEZ PERANDONES

Domingo, 7 de agosto 2011, 02:55

La maravillosa diversidad, contrariedad u oposición que se da entre los seres vivos que habitan la naturaleza y todos los elementos que conforman el universo desde el momento ignoto de su creación, es una de las cuestiones más apasionantes, misteriosas y también divertidas de la vida. Sin embargo, en esas diferencias reside su belleza, su interés, y, de su complemento, nace en muchos casos lo que llamamos equilibrio. Supongo, además, que no podríamos soportar vivir sin ellas, porque no existirían la pasión y el frenesí, el amor y la guerra, la gama de colores, el agua y el fuego, la tierra y el mar, ni la materia hubiera enfrentado los sexos para complementarse y así crear vida entre gran parte de los seres vivos, y entre ellos, el hombre y la mujer, cada uno con sus oposiciones, porque también somos rubios o morenos, callados y charlatanes, altos o bajos, gordos y flacos, entre otras muchas de todo tipo.

El reto de conservar estas diferencias, en unos casos, o de superarlas, en otros, hace que los humanos nos levantemos cada mañana con el espíritu de lucha que se necesita para sobrevivir y que da sentido a nuestra existencia. Estas diferencias son de varias clases, puesto que las hay de tipo material, como por ejemplo el clima: continental-tropical; la clase de tierra: yerma-fértil; la situación geográfica: norte-sur, oriental-occidental, la meseta-la montaña, y un sinfín de parejas de elementos, materiales y espirituales, como también de situaciones o acciones que, para bien y si no lo comprendemos para mal, conforman la esencia vital de nuestros días.

Estos sabidos pares de palabras opuestos o contrarios se conocen en la semántica de nuestra lengua como antónimos. El más extraordinario de la creación quisiera que fuese hombre-mujer, pero también hay noche-día; frío-calor; dulce-amargo; blanco-negro; generoso-avaro; triste-alegre, y así ya saben que es casi todo. Dentro de ellos, la lengua distingue tres clases: graduales (alto-bajo), recíprocos (vender-comprar) y complementarios (herido- ileso) Si esos pares de contrariedades de las que está compuesta nuestra existencia los llevamos al terreno del cerebro humano, no nos es difícil descubrir que nuestro ADN nos aporta una serie de combinaciones que ríete tú del euromillón y los demás juegos de azar.

De tal manera que si nos fijamos exclusivamente en los comportamientos de los hombres, estas oposiciones resultan complicadas en las relaciones del día a día, puesto que suelen desembocar en pequeños o grandes conflictos que afectan a la dura tarea que es la de la comprensión necesaria para convivir. Por ejemplo: llega el verano, y empieza la antonimia a florecer en los planes vacacionales, porque los gustos de cada cual pertenecen a su yo más intimo, a su mapa genético. que suele ser bastante indestructible y sólo con una buena educación se pueden modelar.

A veces estas preferencias se convierten en manías, en posturas extremas que generan más de una discusión y, a veces, pequeñas crisis. Veamos: norte-sur; frío-calor; nocturno-diurno; naturaleza-ciudad; sombra-sol; copas-cafés... Está claro que es una manera muy básica de explicar los gustos a veces contrarios, las apetencias diferentes y las elecciones complicadas que surgen entre los miembros de esta comunidad que formamos nosotros, la gente, pero que refleja un montón de pequeños conflictos que pudieran crecer en algún caso. La educación precisamente consiste en domar los instintos para que no caigan en los extremos, pero salvaguardando lo que nos identifica. Cuando ésta falla, la guerra estará a punto de estallar en cualquier momento. Pensar y asumir el ADN de los que nos rodean es la primera norma de convivencia pacífica entre nosotros, lo que no quiere decir que se renuncie a nuestro propio yo. Y eso, a veces, ya saben, resulta muy difícil.

La noche y el día

Simplificando, ustedes se habrán dado cuenta de que a unos les encanta la noche, y a otros el día; hay personas que disfrutan las fiestas populares: charangas, petardos, chiringuitos llenos de gente, las muchedumbres&hellip y otras no lo pueden resistir, y prefieren la soledad, o el refugio de la cultura. Aunque en una persona, se pueden dar las dos cosas, que eso ya es para nota. Los carnavales por ejemplo, tienen sus seguidores entre la gente a la que le encanta disfrazarse, y otros que por nada del mundo lo harían. Otras personas necesitan calor, mientras que sus contrarios buscan denodadamente las corrientes en verano, la sombra o el viento, y en su búsqueda, dejan la casa tan helada como en el otoño sin calefacción. Hay personas sedentarias y otras andarinas; las hay obsesionadas por el culto al cuerpo en todas sus dimensiones que hoy día son infinitas, y otros que no le hacen caso ni a su médico. Viajar o quedarse en casa, curiosear en la vida de los demás o no tener ningún interés en quién es su vecino, alcanzar la más alta felicidad contando cada euro que se ahorra, o gastar e ir al día sin control... En fin, que, en todo, la antonimia nos invade, pero somos lo que somos porque existe lo contrario.

Lo curioso es que dentro de cada uno de nosotros tenemos también nuestras contradicciones exclusivas, con lo cual se multiplican las dificultades, las crisis y las malas caras. Sobre todo en vacaciones, cuando el 'yo' se convierte en 'nosotros' por un largo periodo, las elecciones son constantes y los antónimos estallan, y se discute por tonterías si no se utilizan estrategias simples y necesarias para hacernos más llevadera la convivencia. Se recomienda generosidad y sentido del humor, y dejarse llevar por el/los contrarios, que puede ser que descubramos algunas ventajas en la sombra, un atractivo desconocido en el sur, una sonrisa estrenada en la fiesta del pueblo, y sobre todo, un mejor rollo cuando dejamos en manos de otros una decisión que nosotros nunca hubiéramos tomado y que nos descubre que lo contrario, también tiene su corazón y sus razones, las cuales a veces nos la juegan, porque en julio tocaba calor, y por los caprichos de la meteorología estamos conviviendo con su antónimo: frío en la calle, en las terrazas y en las piscinas. En definitiva, en los planes del verano. Ideal para las pequeñas y grandes crisis. Tomárselo con humor. No cabe otra fórmula. Buen-mal verano (que aún queda) para todos.

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