Juan Manuel Pedrosa, Antonio Rodríguez Almodóvar y Joaquín Díaz, paseando en la Feria. :: HENAR SASTRE
FERIA DEL LIBRO DE VALLADOLID

De la tertulia campesina a la red social

Joaquín Díaz, Antonio Rodríguez Almodóvar y José Manuel Pedrosa debatieron sobre este género en la Feria del Libro de Valladolid

VICTORIA M. NIÑO

Miércoles, 4 de mayo 2011, 10:49

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«Quien no inventa no vive», decía Ana María Matute al recibir el Premio Cervantes y bajo esta advocación se reunieron ayer alrededor del 'Cuéntameuncuento.com' Joaquín Díaz, José Manuel Pedrosa y Antonio Rodríguez Almodóvar. Precisamente este último, escritor sevillano, fue bautizado como 'el tercer hermano Grimm' por la narradora catalana en el discurso alcalaíno.

«Lo importante fue su potente reivindicación de los cuentos tradicionales sin retoques», decía Rodríguez Almodóvar, quien ha rastreado el árbol genealógico de Blancanieves, otrora 'La madre envidiosa', entre otras protagonistas de las «historias fundacionales» de la tradición oral. Y es que los mismos cuentos están presentes por toda Europa, según Joaquín porque son «la certificación de relatos que viven en la mente de todos».

Estas «estructuras fijas que ayudan al narrador a recordarlas, que proponen comportamientos», explica el investigador andaluz, «no tienen moraleja, sino contenido simbólico. Hubo un momento en el que se les añadió por contagio de la fábula pero el cuento transmite un mensaje y las conclusiones debe sacarlas quien lo escucha, al igual que ocurría en la tertulia campesina».

José Manuel Pedrosa, profesor de Literatura Comparada en la Universidad de Alcalá de Henares, investiga la tradición oral africana. «Le pregunté a un contador de historias en Guinea que de dónde sacaba sus relatos y me contestó que se los contaban los dioses mientras dormía, que los soñaba. Esa idea que aparece ya en Platón es muy poética pero no me la creo. Me parece que se trata más de un arte, de su inspiración y sobre todo del trabajo con unos recursos y una determinada educación», explica el también autor de 'La historia secreta del ratón Pérez'.

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Apunta que somos los europeos «quienes habiendo perdido la tradición oral, nos hemos inventado lo del arte porque entre los africanos es algo espontáneo. Es normal para cualquiera contar un cuento de media y hasta de una hora en público».

Otro ejemplo africano lo ponía Antonio, quien recordaba como Boni Ofogo, un afamado cuentacuentos camerunés, vino a vivir a España y cuando volvía a su país cada año le preguntaba su padre por cómo se ganaba la vida. «Cuando le decía que contando las historias que él le había transmitido, el padre no podía entender que aquí se pagara por eso. Creo que los cuentacuentos y las lecturas escenificadas que los maestros hacen en las escuelas es la forma de la tradición oral hoy».

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Archivos espontáneos

Aunque las nuevas tecnologías se perfilan como nuevas herramientas para su revitalización. «Dicen que estamos en la Red escrita pero que le queda poco tiempo, que en breve será la Red por voz», apunta Pedrosa. «Hay una web en Los Ángeles donde miles de personas cuelgan historias contadas por ellos mismos y grabadas con su móvil. Como la comunidad hispana es grande, muchas son en español. Se ha puesto de moda y la gente lo hace cotidianamente. Otro ejemplo es la propuesta de algunos periódicos gratuitos en Madrid que en su web admiten fotografías antiguas con un pie, que se acaba convirtiendo en una historia muchas veces». Internet es para Pedrosa el soporte de rumores y leyendas urbanas, último eslabón de la tradición oral.

«Creo que hay algo en común entre la tertulia campesina e Internet. La soledad del hombre moderno ha encontrado en la Red la forma de hacer grupo. Las redes sociales no son más que eso y un canal para propagar cuentos de forma más rápida. Luego cuando la convocatoria virtual da paso al encuentro físico se reproduce la tertulia hogareña», dice Rodríguez Almodóvar. «Eso puede ocurrir con el cuento, pero no con la novela que por su longitud no permite la opinión sobre la marcha. Se ha hablado de la muerte de la novela pero nunca de la del cuento».

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Joaquín Díaz reiteró la necesidad de cuentos, que «nos alertan, nos avisan» y cuya eficacia no depende de «la verdad sino de la credibilidad, por eso cada sociedad tiene su repertorio de cuentos». El etnógrafo zamorano residente en Urueña recorrió los hitos de la oralidad a la lectura solitaria pasando por la comunal. «Durante siglos la lectura se hacía en grupo, alguien leía para los demás, un papel que recupera la tradición oral. La lectura solitaria se da a partir del Renacimiento. Mateo Alemán escribe sobre la ilusión que le hace ver en el rostro del lector proyectada la emoción del texto».

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