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Víctor y Francisco Javier Moreno Azofra posan en su tienda de Becerro de Bengoa con su sobrino Álvaro, a la derecha. :: MERCHE DE LA FUENTE
De la alpargata a la suela tuneada
PALENCIA

De la alpargata a la suela tuneada

Tres generaciones permiten a la popular Calzados Azofra cumplir cien años

ASUN GARCÍA

Jueves, 10 de febrero 2011, 01:22

«En cuanto salíamos del colegio, íbamos a la tienda. Nos daban dinero, comprábamos un bollo y una chocolatina y a hacer los deberes», recuerda Francisco Javier Moreno Azofra. Es uno de los tres hermanos de la tercera generación que gestionan hoy las zapaterías Calzados Azofra. Esta familia ha mantenido el negocio en Palencia cien años, que se cumplen en este 2011.

Fueron sus abuelos, Alberto Azofra 'El riojano' y Trinidad Cereceda, quienes se establecieron en la ciudad, y allá a principios del siglo pasado abrieron la primera tienda. Estaba en la Calle Mayor, cerca de donde hoy está la estatua a la mujer palentina, y en ella se vendían únicamente alpargatas y calzado de trabajo, según recuerda otro de los herederos de la empresa, Víctor Moreno Azofra. «Aunque ella fue la impulsora, mi abuelo era la cabeza visible, y quien manejaba el negocio, porque entonces a las mujeres no se les tenía en cuenta como empresarias», aclara Francisco Javier, quien, junto con su hermano, lleva el establecimiento de la calle Becerro de Bengoa. Otra hermana, Ruth Moreno, se encarga del establecimiento de la Bocaplaza, la tienda donde se trasladaron después los pioneros de la empresa. Precisamente, ese edificio se construyó por encargo de los abuelos.

Alberto Azofra era conocido por 'El riojano' porque él y su esposa procedían de Santo Domingo de la Calzada, y en realidad no tenían una vinculación directa con el sector. Si acaso que el abuelo cosía alpargatas. «Antes se hacían y se cosían a mano», indica Francisco Javier.

Años después, heredó el negocio María Jesús Azofra Cereceda, una de las hijas del matrimonio. María Jesús y su marido, Juan Antonio Moreno Martínez, se hicieron cargo de la zapatería de la Bocaplaza: «Mi padre trabajaba en el Banco de Santander, pidió una excedencia para hacerse cargo de la tienda y se quedó definitivamente», explican los que hoy son sus hijos, Víctor y Francisco Javier. Por entonces, el negocio se había ampliado y, además de alpargatas y calzado de trabajo, «se vendían zapatos de monjas y curas, y poco más. No había esta locura de oferta de hoy », comenta este último.

Un cambio vertiginoso

De los nueve hermanos que son herederos de la empresa centenaria, seis de ellos han trabajado en las tiendas de zapatos. Y mientras que Víctor admite que se incorporó al negocio «un poco por comodidad y porque hacía falta gente, Francisco Javier pasó directamente del instituto a la zapatería, «y me encanta», puntualiza.

Todavía con sus los padres al frente de la empresa, en 1967 se abrió la segunda tienda, la que ambos dirigen ahora en Becerro de Bengoa, y el negocio se fue adaptando a los tiempos y ampliándose. Antes ya se había abierto un comercio en Madrid, y en Palencia tenían un almacén de venta al por mayor en la calle Manuel Rivera. Desde allí se abastecía a las tiendas de los pueblos, y la empresa tenía establecida una red de rutas de viajantes con muestrarios. Los itinerarios se marcaban en un mapa de la provincia, que aún cuelga como recuerdo en el despacho de la tienda.

El cambio «vertiginoso», como lo definen los hermanos Moreno Azofra, llegó a partir de los años noventa, cuando ambos se hicieron cargo del negocio. El primer paso fue informatizar la empresa, tanto las tiendas como el almacén de la calle de Extremadura. Luego vino la innovación y la diferenciación del producto. «Como éramos jóvenes, empezamos a incorporar las tendencias que a nosotros nos gustaban», explican.

En esos años y en las décadas anteriores, el negocio iba rodado. «Es verdad que era un producto más básico, pero éramos cinco empleados y no dábamos abasto. Entonces la venta era muy rápida, y lo de fidelizar al cliente ni nos lo planteábamos, porque no había necesidad», agrega Francisco Javier. Tan es así que a la tienda acudían los hijos y nietos de quienes antaño habían comprado a sus padres. «Incluso ahora padres que vinieron aquí de niños vuelven con sus hijos», indica.

Ahora en la tienda se siguen vendiendo las alpargatas, «que han sido nuestro artículo insignia», y calzado de trabajo, pero también zapatos de moda, de montaña, las marcas más vanguardistas y tuneadas de calzado deportivo, e incluso calzado terapéutico

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