La bóveda del Cervantes
Lope Tablada Maeso decoró los techos del desaparecido teatro Cervantes durante 1923
CARLOS ÁLVARO
Miércoles, 29 de diciembre 2010, 01:47
Rescatamos hoy de la memoria una pequeña joya que ya no existe: los frescos que decoraban la bóveda del desaparecido teatro Cervantes. El Ayuntamiento ya ha dicho que el nuevo auditorio tendrá una réplica exacta, pero ya no albergará el mismo valor que la original.
La construcción del teatro Cervantes fue impulsada por el Círculo Mercantil e Industrial, que en 1921 había comprado la Casa de los Picos para instalar en ella la sede que perdiera meses atrás en un incendio. Tras acondicionar el legendario edificio y animada por la bonanza económica de los felices veinte, la junta directiva del Círculo decidió levantar un teatro en el antiguo patio del inmueble. Las obras empezaron de inmediato, de manera que en 1923 el nuevo coliseo era una realidad.
En junio de ese año, el artista Lope Tablada Maeso y los obreros de su taller ultimaban las pinturas murales que decoraban la bóveda del teatro. Tablada plasmó en ella una escena con una fuerza tremenda: una matrona, símbolo de la Tragedia, montada en un carro tirado por dos corceles blancos; muy cerca de esta representación, las figuras alegóricas de la música y la danza, y junto al techo, un friso de motivos helénicos y escenas paganas y orgiásticas con fondo azul que se extendía a lo largo del perímetro de la sala. Sobre la embocadura del escenario lucía un escudo de Segovia con corona mural custodiado por dos angelotes. Una auténtica obra de arte que confería al coliseo un carácter muy especial. Las pinturas murales del celaje se veían perfectamente desde el graderío de la segunda plata, formado por bancos corridos de madera poco cómodos y de modestísima presencia, por mucha 'delantera de paraíso' que fuera.
El teatro Cervantes abrió sus puertas al público el 12 de septiembre de 1923.
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