El hombre que daba la cara por Franco
Los dictadores siempre han sido muy propensos a usar dobles. ¿Fue el gallego Isidro García Collado uno de estos personajes?
CARLOS BENITO
Domingo, 28 de noviembre 2010, 02:30
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Encontrarle un doble a Franco en la España de los 40 no parece una tarea muy difícil: al fin y al cabo, no destacaba por su físico sobresaliente, ni su cabeza se elevaba por encima de la media, ni sus facciones llamaban demasiado la atención. Pero, aun así, resulta divertido imaginarse el asombro de su servicio de seguridad cuando un hombre idéntico al dictador apareció de pronto en Sada, el municipio donde se encuentra el Pazo de Meirás. Según un reportaje publicado por el periódico coruñés 'La Opinión', ese doble salido de la nada existió: se trataba de Isidro García Collado, un gallego emigrado a Argentina que regresó en 1942 para llevarse con él a su hermano. Su rastro se desvaneció en Sada, el pueblo del que se había marchado años antes, y ese desenlace misterioso concuerda bien con la hipótesis de que fue 'reclutado' como doble del caudillo.
El periodista Santiago Romero, autor del reportaje, ha hablado con Enrique Martínez da Silva, que reúne en su persona dos rasgos significativos: por un lado, es una de esas contadas personas que pudieron constatar de manera directa el uso de dobles por parte de Francisco Franco, un rumor novelesco, pero coherente, que no ha dejado de circular desde mediados del siglo pasado; por otro, su mujer es sobrina de Isidro, el sosias del dictador. Lo primero se debió a un peculiar encargo laboral: Enrique, que trabajaba de soldador, fue llamado a bordo del yate Azor en 1960 para reparar «el aparato con el que Franco pescaba cachalotes» y tuvo ocasión de conversar con él «en persona» sobre el artilugio, pero al día siguiente comprobó en los periódicos que el dictador había estado también capturando salmones en el Eo. Treinta y cuatro años después, en 1994, Enrique y su mujer se toparon en el programa '¿Quién sabe dónde?' con la historia de un tío de ella, Isidro, que presenta en las fotos un evidente parecido con el general y había sufrido, como él, una herida de caza en la mano derecha. Isidro se había esfumado en Sada en 1942, «se lo tragó la tierra y nunca más se supo de él», pero tiempo después alguien ordenó vender su tienda de fotografía en Tucumán. Enrique ató cabos e hizo públicas sus sospechas en el programa de televisión, lo que le valió una curiosa visita a domicilio: «Vino a verme un policía jubilado que se identificó como ex miembro de la escolta de Franco y me aseguró que yo tenía razón, que Franco tenía un doble y que los había visto juntos», ha revelado ahora.
Hasta la tumba
La posibilidad de que Franco recurriese a dobles en algunas apariciones públicas se ha planteado en múltiples ocasiones. Incluso se han llegado a mencionar nombres como el de Julio Bustos, un actor catalán. La película 'Espérame en el cielo', dirigida por Antonio Mercero, relataba una historia que recuerda poderosamente a la que defiende la familia de Isidro García Collado: en la celebrada cinta, los servicios secretos secuestraban al propietario de un negocio de ortopedia, que guardaba una gran semejanza física con Franco, y le obligaban a convertirse en el doble del dictador. El hombre, apartado de su vida anterior, se inventaba un código para que su mujer lo reconociese en los 'nodos' -siempre se tocaba la oreja ante las cámaras- y acababa sobreviviendo al jefe de Estado y suplantándolo a tiempo completo, incluso en la tumba del Valle de los Caídos.
Los dictadores, tan poco considerados con la vida de sus gobernados, suelen tener en muy alta estima la suya, y eso les ha llevado a menudo a utilizar dobles para sortear posibles atentados. De Hitler se dice que contaba con un completo surtido, todos con su bigotillo, y también se da por hecho que Fidel Castro y Sadam Hussein han utilizado en alguna ocasión este sistema. En algunos casos, transcurrido el tiempo, los dobles han dado un paso al frente y han contado su experiencia: así lo hicieron Dumitru Burlan, que suplantó durante diez días al rumano Nicolae Ceaucescu -cuyos dobles tenían fama, por cierto, de parecerse muy poco a él-, y Felix Dadaev, uno de los sosias de Stalin empleados por los servicios secretos soviéticos. En la llegada oficial a la Conferencia de Yalta, el Stalin que bajó del avión era en realidad Dadaev. Parece que, en cambio, el que se sentó con Churchill y Roosevelt fue el original, aunque, una vez que se empieza con este juego, siempre quedará la duda.
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