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CARLOS ÁLVARO
Domingo, 14 de noviembre 2010, 02:29
«El Jefe del Estado español y Generalísimo de los Ejércitos, Francisco Franco Bahamonde, de 82 años de edad, ha fallecido hoy en la ciudad sanitaria La Paz, de la Seguridad Social, a las 4,40 de la madrugada». Éstas son las palabras que certificaban la muerte de Franco y la apertura de un proceso imparable conocido como transición política a la democracia que devolvió al pueblo las libertades que las armas le habían arrebatado entre 1936 y 1939.
Cuando amaneció, todo el mundo sabía que el 'hecho' se había producido. El presidente del Gobierno, Carlos Arias Navarro, fue el encargado de comunicarlo por televisión, a eso de las diez de la mañana, entre sollozos y gestos de abatimiento y dolor. El fallecimiento del Caudillo, que se había producido justo cuando se conmemoraba el trigésimo noveno aniversario de la muerte de José Antonio Primo de Rivera, causó un fuerte impacto, también en Segovia, acostumbrada a la ausencia de sobresaltos y adormecida por la rutina cotidiana. La tensión, la incertidumbre, el recelo, flotaban en el ambiente (y también la alegría, que hubo quien lo celebró en la más estricta intimidad). Los sucesivos partes médicos oficiales y los comunicados de las Casas Civil y Militar habían contribuido a generar un desasosiego muy acentuado en la ciudadanía, que no ocultaba su preocupación por lo que a partir de ese momento podía suceder.
El Gobierno Civil fue la primera institución en conocer que Franco había muerto. La llamada Junta de Seguridad, integrada por las autoridades locales, estuvo reunida toda la noche. Era ya práctica habitual que las autoridades acudieran a diario a la sede del Gobierno con el fin de seguir el curso de los acontecimientos, pues España entera vivió pendiente de la flebitis de Franco durante muchas semanas. Pero el 20 de noviembre de 1975, la normalidad, la más anodina normalidad, caracterizaba el momento político segoviano, circunstancia que sin duda contribuyó a que el inevitable desenlace se viviera con sosiego.
Sin embargo, algo inesperado pasó. La prensa puso la nota polémica. 'El Adelantado de Segovia', el único diario que había entonces en la provincia, lanzó una edición especial la misma mañana del día 20. Eran doce páginas dedicadas a la muerte del Jefe del Estado, que incluían un amplio reportaje biográfico del hombre que había gobernado España con mano de hierro durante casi cuarenta años. A las 9.30 horas, 'El Adelantado' estaba en la calle. El diario, entonces dirigido por el joven periodista Ángel Vilches González, publicó en su última página un artículo titulado 'Franco en la Historia' en el que se cuestionaban ciertos aspectos de la vida del difunto general. Su contenido fue lo más comentado del día, sobre todo, tras la misa que en memoria de José Antonio Primo de Rivera se celebró a mediodía en la iglesia de San Miguel. «Una demanda de publicidad de última hora descabalgó la paginación, y tuvimos que recurrir a una página ya elaborada para colocarla en la contraportada. Al azar se escogió la del célebre artículo, que se había escrito durante la flebitis que Franco sufrió en agosto. A media mañana, el texto ya había tenido gran repercusión y las llamadas y amenazas se sucedieron en la redacción del periódico durante todo el día», recuerda el propio Vilches, al que la 'anécdota' le costó el puesto de director.
Amenazas
«El momento más dramático lo viví a las tres y media de la tarde, cuando dos policías se presentaron en mi despacho dispuestos a detenerme. Una llamada de Adolfo Suárez, que había sido avisado por Fernando Abril Martorell, aplacó los ánimos. Me citaron en el juzgado dos días después y quedé en libertad. Las amenazas motivaron el traslado de mi mujer y mis hijos a Madrid», señala Vilches, que por aquel entonces solo tenía 27 años.
El artículo era una semblanza que evocaba la figura del dictador en términos elogiosos, como no podía ser de otra manera, pero también aireaba cuestiones que levantaron ampollas en los sectores más recalcitrantes de la sociedad: «Escasamente religioso en su juventud, por reacción probablemente a la devota resignación de su madre ante la conducta de un típico marido juerguista, en cuanto accedió a la Jefatura del Estado se comportó como un celoso practicante», señalaba el artículo. Y concluía: «No han faltado los que han escrito que fue un hombre providencial e incluso un enviado de Dios, y también que él mismo se considerara como tal, pero a saber lo que de verdad pensaba de sí y de todas las otras cosas ese general gallego impenetrable, socarrón y astuto».
Evidentemente, el artículo, hoy, hubiera pasado desapercibido, pero era la España de 1975. La primera edición del periódico fue secuestrada, y horas después salió una segunda en la que el polémico texto había sido reemplazado por un reportaje sobre la toma del Alto del León durante la guerra civil. En esta nueva publicación ya se recogían las primeras condolencias, y en el editorial se pulsaba el estado de ánimo colectivo: «Franco ha muerto. La noticia ha sacudido la espina dorsal de la ciudad tan pronto como se ha conocido; no por esperada ha dejado de causar menor dolor. Al conocerse de forma oficial el fallecimiento del Caudillo, la vida segoviana se ha conmocionado profundamente, y sobre Segovia se ha enseñoreado un hálito de dolor».
Reacciones
Losciudadanos pasaron durante toda la jornada por las dependencias del Gobierno Civil, en la plaza del Seminario, para estampar su firma de pésame en los pliegos habilitados para ello. Las banderas ondearon a media asta, tal y como había dispuesto el gobernador civil, Luis Julve Guerrero, y Radio Segovia, que difundía los partes que emitía Radio Nacional, mantuvo informados a los segovianos en todo momento. Lo recordaba, años después, el entonces director de Radio Segovia, Antonio Hernández Asiain, ya fallecido: «La conexión con Radio Nacional era obligatoria. Se pasaba una especie de censura. Nuestro trabajo fue aquel día el de siempre. Había que informar de lo que pasaba en la ciudad y así se hizo».
La prensa, que se agotó en los quioscos, también recogía las primeras reacciones de segovianos destacados. El mesonero mayor de Castilla, Cándido López señalaba lo siguiente: «Empecé mi vida con él, he triunfado bajo su mandato y voy a acabar casi con él». Modesto Fraile, en esos momento gobernador civil en Tenerife, subrayaba el carácter histórico de la noticia, y el alcalde de Segovia, Luciano Sánchez Reus, abogaba por recoger la herencia que el Caudillo dejaba. El periódico del día 21 incluye ya el primer bando del alcalde, un llamamiento a la ciudadanía: «La Muy Noble y Muy Leal Ciudad de Segovia, y sus hijos, siempre han sabido hacer honor a los títulos que merecidamente ganaron a lo largo de la Historia, y estos son momentos de hacer honor y honrar a quien durante casi 40 años fue nuestro Jefe de Estado e historia viva de España. Unámonos todos en la comunidad de la oración, para pedir a Dios y a Nuestra Virgen de la Fuencisla por el eterno descanso de su alma. El alcalde, Luciano Sánchez Reus».
El funeral tuvo lugar esa misma tarde. El gobernador civil y jefe provincial del Movimiento invitó a participar a todos los ciudadanos. La asistencia de público fue masiva. El obispo de la diócesis, Antonio Palenzuela Velázquez, fue el encargado de oficiar la celebración. Allí estaban las autoridades locales y representantes de todos los sectores. «Durante casi cuarenta años y en una época que caracterizan cambios y transformaciones, algunos de los más profundos y rápidos de la historia humana, el Generalísimo Franco ha dirigido los destinos de la nación -dijo el prelado-. Nada de lo que ha sucedido en este país durante estos largos años, puede entenderse sin alguna referencia a la obra militar y política de Francisco Franco. Coexisten hoy en nuestro país varias generaciones de hombres señalados en sus vidas y destinos por las decisiones de quien ejerció el poder supremo político».
Terminada la misa, varios grupos de personas se trasladaron al Monumento a los Caídos, situado en la ruinas del antiguo convento de San Agustín. También hubo numerosos segovianos que viajaron a Madrid con el objetivo de visitar la capilla ardiente primero y asistir al entierro del general después. «Miles de segovianos estuvieron también en el Valle de los Caídos. Testimoniaron así la adhesión que siempre tuvo nuestra provincia al Generalísimo. El resto, los que por una u otra causa no pudieron desplazarse, siguieron la ceremonia con toda la atención y emoción. Las calles de la ciudad lo notaron. La ausencia de personas durante la transmisión de los actos, fue notable. Y esta fue la noticia destacada del día, la emoción en Segovia ante el funeral y sepelio de Franco», señalaba 'El Adelantado'.
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