Reptiles y anfibios de la región merman por la fauna invasora

El 81% de los anfibios y el 75% de los reptiles de la Península Ibérica están en Castilla y León. Sin embargo, su situación es cada vez más delicada, pues la población de estos vertebrados se ve amenazada cada vez más por la introducción en sus ecosistemas de especies invasoras, la destrucción de su hábitat, los usos agrícolas y la aparición de enfermedades derivadas del cambio climático.

En la región existen 22 especies distintas de anfibios y 31 de reptiles, que viven en sitios poco humanizados de la alta montaña,los valles y las estepas. Da igual el lugar mientras tengan un punto de agua, algo primordial para que se puedan reproducir. «Están distribuidos por toda la comunidad, pero se encuentran en la periferia, ya que en la zona central hay más presencia del hombre», subraya Abel Bermejo, herpetólogo de Toro (Zamora). Hay mayor presencia en Zamora, León, Salamanca y Soria. Aunque también existen ejemplares en otras provincias. Por ejemplo, en Ávila se encuentra la salamandra del Almanzor, en Gredos, especie exclusiva de la región y que solamente se ubica allí. Otro endemismo se encuentra en Salamanca. Se trata de la lagartija de la Batuecas. Ambos anfibios se encuentran de momento bien conservados.

Pero no todos están teniendo la misma suerte. El sapo partero común es uno de los más afectados en Castilla y León. Ha contraído una enfermedad denominada quitridiomicosis, un hongo que en el pasado atacaba a las plantas y que ahora ha pasado, como consecuencia del cambio climático, a parasitar en anfibios y reptiles. Este animal está viendo disminuir notablemente su población.

Cangrejo rojo

Otros, como el gallipato o el tritón ibérico están siendo acosados por la fauna invasora, concretamente por el cangrejo rojo americano. «El cangrejo rojo se trajo desde América con la intención de comercializar con él. Se adaptó muy bien y se ha ido extendiendo. Ahora está comiendo terreno a algunos anfibios», explica Bermejo. El galápago de orejas rojas y el cangrejo señal canadiense son otras especies invasoras, que están repercutiendo mucho en la población de anfibios y reptiles. Pero también especies de peces, como el percasol o el gambusia, y un mamífero, como es el visón americano. «Los anfibios tienen un punto muy débil, que es aprovechado por los invasores. Cuando se reproducen ponen larvas en la charca, y las nuevas especies se las comen».

Las invasoras más grandes, además, acaban con anfibios adultos, o terminan con los recursos de los que viven estos vertebrados. A esto se suma que las especies invasoras, por lo general, no tienen ningún depredador natural, por lo que es difícil acabar con ellos. Además, su presencia provoca caos en el ecosistema. «Ahora se ven cigüeñas, garzas e incluso la gata común en los lagos, cosa que antes no ocurría», destaca el herpetólogo.

«Aunque no están en peligro de extinción, muchas especies de anfibios han desaparecido ya localmente. Por ejemplo, en Valladolid hay muchas lagunas donde ya no hay especies, aunque sí permanezcan en otra provincia», sostiene Bermejo.

Corredores verdes

Los reptiles por su parte tienen mayor resistencia a la presencia de fauna invasora, pero también están viendo reducida su población por la destrucción del ecosistema a causa de la construcción de urbanizaciones y obras públicas. A ello hay que sumar el impacto negativo que provocan los fertilizantes y productos químicos por los usos agrícolas.

Las soluciones pasan, a juicio de Bermejo, por conservar las zonas de reproducción de estos animales e intentar hacer corredores verdes. Es necesaria una concienciación ambiental y proteger el hábitat. «Al ser tan pequeños, parece que no son importantes. Llevo remitiendo informes a la Junta de Castilla y León diez años, con soluciones elementales, como poner cortafuegos cerca de las zonas de reproducción, otorgarles una mayor protección y tratar de eliminar las especies invasoras pero de momento, que yo sepa, no se ha hecho nada», concluye este experto.