Portimao. El puerto pesquero de Portimao. :: FOTOGRAFÍAS DE J. M. CILLERO Y S. QUINTANA
EL SUR DE PORTUGAL

El extremo de Europa

De Sagres a Vila Real de Santo António, el Algarve portugués recibe al visitante entre calas y pintorescos pueblos pesquerosRUTAS CON ENCANTO

SONIA QUINTANA

Viernes, 25 de junio 2010, 02:54

Publicidad

Designado por muchos como el fin del mundo conocido, Sagres es el último pueblo de la Europa continental. Esta pequeña ciudad en la que en el siglo XVI se formaron los grandes navegantes que abrieron las rutas alrededor del mundo, desde Vasco de Gama al propio Cristóbal Colón, es hoy una de las zonas surferas por excelencia del país vecino. Las playas de Beliche, Martinhal, Ponta Ruiva o Tonel, bañadas por el oleaje del Océano Atlántico, son ideales para la práctica de este deporte.

De ambiente algo 'hippie', Sagres conserva aún, coronando el cabo del mismo nombre, la fortaleza en la que el Infante Don Enrique, El Navegante, instauró en la primera mitad del siglo XV la escuela náutica, conocida como Escuela de Sagres, núcleo de la expansión marítima portuguesa. Declarada Monumento Nacional desde 1910, la fortaleza, también llamada Castillo de Sagres o Fuerte de Sagres, conserva en su interior -abierto al público- una rosa de los vientos. Pero lo mejor de la visita son las espectaculares vistas de los acantilados inclinados sobre el mar.

Mágica puesta de sol

A cinco kilómetros de Sagres se encuentra el Cabo de San Vicente -la barbilla de la Península Ibérica-, enclave mágico para disfrutar de una de las puestas de sol más espectaculares del país luso. Conocido en tiempos de los romanos como 'promontorium sacrum', cada atardecer la carretera que lleva al faro se convierte en una romería de turistas que acuden a este punto del mapa para deleitarse con el espectáculo de una de las últimas puestas de sol de Europa. Acompañados del sobrecogedor sonido de las olas golpeando los acantilados, un espontáneo aplauso de los allí presentes devuelve a los espectadores a la realidad del siglo XXI. Muy cerca, la playa de Martinhal se convierte en refugio de los madrugadores, ofreciendo un impresionante amanecer viniendo del agua.

Durante el día, el Cabo de San Vicente, cuyo faro sigue despidiendo hoy a los buques que dejan Europa para cruzar el Atlántico, también recibe a cientos de visitantes. De abril a septiembre, el faro se puede visitar de 10.00 a 18.00 horas; y de octubre a marzo, hasta las 17.00 horas. Para los amantes de los 'souvenirs', en la pequeña tienda situada en el interior del recinto se puede adquirir un certificado personalizado en el que se hace constar que el visitante 'visitono Cabo de Sao Vicente (37º01'22''N, 008º59'47''W, lugar mágico localizado no extremo sudoeste do continente europeu conhecido na Antiguidade como Promontorium Sacrum)'.

Publicidad

A lo largo de los 150 kilómetros de la costa algarveña, repleta de calas y playas de fina arena, se encuentran también pintorescos pueblos pesqueros que merecen un alto en el camino. Portimao, en la desembocadura del río Arade, es una de las mayores poblaciones del Algarve. Merecen la pena las vistas de la playa Da Rocha desde el mirador de la Fortaleza de Santa Catalina, «construida, en 1621, por orden del Gobernador del Reino del Algarve, D. Joao de Castro, para proteger a la Ciudad de Silves y Vila Nova de Portimao de los piratas españoles y los moros», reza la placa colocada en los restos de la muralla del antiguo edificio de Portimao.

Faro, la mayor ciudad del sur de Portugal, y a la que llegan la mayoría de los turistas gracias a su aeropuerto -la aerolínea de bajo coste Ryanair ha reabierto su ruta Madrid-Faro esta primavera- también tiene su atractivo. Sin duda, la parte más interesante es la amurallada Cidade Velha en la bahía. Vila do Obispo, Lagos, Lagoa, Albufeira y Olhao son algunos otros de los pueblos de la zona.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

3€ primer mes

Publicidad