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Una hembra de jabalí vigilia a sus jabatos en el monte. :: R. V. -EFE
ZAMORA

La picaresca en la espera al jabalí

Este es un arte de caza emocionante y provechoso, pero en el que también abunda el furtivismo

ARACELI SAAVEDRA

Domingo, 16 de mayo 2010, 03:22

'La Espera' es un arte de caza que permite abatir las piezas por el procedimiento de aguardar al animal en los lugares de paso, querencias, comederos, etcétera, con un conocimiento previo de las costumbres del animal: del terreno, de las horas; en definitiva, una preparación que, a menudo, es más apasionante que el hecho de abatir el animal en sí mismo. Es precisamente en la época de veda cuando se intensifica la vigilancia sobre los cazadores furtivos en todo el territorio, señalan lo expertos de la Consejería de Medio Ambiente.

En los pueblos semiabandonados de la comarca, los jabalíes han encontrado su hábitat ideal y prosperan con facilidad, lo que atrae a numerosos cazadores y escopeteros por ser un arte de caza emocionante y, visto en términos estadísticos, bastante provechoso. Para el cazador la espera es fácil teniendo en cuenta «el poco esfuerzo físico que requiere; al fin y al cabo, se trata de esperar sentado, sin hacer ruido ni 'dar el olor' al jabalí, y esperar a que salga por donde ha salido otras veces», precisa uno de los responsables Medio Ambientales de la comarca. Por ello, es la modalidad que más días de caza genera en los cotos, con autorización o sin ella.

Espera nocturna

La pieza codiciada en las esperas nocturnas es jabalí, aunque esa espera abarca desde las últimas horas de la tarde y las primeras horas de la noche, y generalmente con la luz de la luna. Esa ausencia de visibilidad requiere un conocimiento profundo del lugar de caza, de las costumbres y querencias y de las horas de paso.

Normalmente se autorizan cuando están previstas en el plan cinegético; fechas, número de cazadores o lugares de espera, se prevén con antelación y se autorizan sin ningún problema. Otra vía es cuando se producen daños de la fauna en los cultivos. En este caso, si el propietario de la finca donde se ha producido el daño es cazador, hace la solicitud y puede ejercer su derecho a disfrutar de la caza mediante espera nocturna; si no es cazador, tiene derecho a que alguno que él designe entre en su propiedad para esperar al animal que provoca los daños.

Daños en las fincas

Si los daños son generalizados en un determinado predio, el alcalde de la localidad, en representación de todos los vecinos afectados, solicita y propone una lista de cazadores para que se aposten en los lugares destinados para la espera, dentro de las fincas donde se han cebado los jabalíes.

Éste procedimiento de autorización es el que genera menos molestias burocráticas a cazadores y a propietarios; por tanto, es el más utilizado. Y por ello suele dar lugar a numerosa picaresca, pues, normalmente, ningún alcalde niega las peticiones, jugando, en la mayoría de las ocasiones, al filo de la legalidad, como reconoce la autoridad medioambiental. Todo esto, naturalmente, cumpliendo con lo prescrito en la Ley en materia de caza, en la que se prohíben expresamente los productos artificiales atrayentes de las piezas.

Hay casos recientes. El Ayuntamiento de Ferreruela de Tábara, solicitó autorización para realizar esperas nocturnas para cuatro cazadores de Sesnández de Tábara en cuatro lugares determinados del término municipal. Después de comprobar la veracidad de los daños en los labrantíos de los parajes solicitados para cazar por parte del personal de Medio Ambiente, la Delegación autorizó la solicitud.

En la rutinaria inspección de los lugares de caza solicitados, se comprobó que en ninguno de ellos había signos de haber sido utilizados para esperar al jabalí, «pues hay que establecer parapetos camuflados para que la pieza no vea al cazador, así como de otras medidas que garanticen el buen resultado del lance y que dependen únicamente de la habilidad, de la pericia y del conocimiento que tenga el cazador».

Gasoil contra los parásitos

Más tarde se verificaron estos signos de espera en parajes distintos y alejados de aquellos para los que se había pedido la autorización, así como también del vertido de gasoil y aceite de motor usado, muy utilizados como atrayente de jabalíes porque les sirve para librarse de los parásitos que se esconden entre el pelaje. Al día siguiente, el personal de Medio Ambiente, inspeccionó los lugares de espera que no estaban autorizados, en los que se parapetaban cuatro personas con sus armas y munición, esperando al jabalí. Como no era una actividad autorizada, se presentó denuncia por caza ilegal y con atrayentes de jabalí prohibidos, además de cometer una infracción en materia de residuos tóxicos y peligrosos.

También se dio la circunstancia de que uno de los cazadores no era del pueblo ni tenía autorización ni figuraba en el listado de cazadores que remitió la alcaldía.

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