Botillo y Médulas

L as Médulas son algo más que un vestigio de la minería romana emplazado en un lugar sugerente y romántico al atardecer. Las Médulas es un pueblo berciano cuyo nombre refiere a un lugar que es Patrimonio de la Humanidad. Una visita al paraje arqueológico es un recuerdo imborrable por la singularidad, el oro, el sorprendente sistema de la 'ruina montium', los castaños, los picachos, la cuevona... y por todo lo que nos tradujo el arqueólogo Javier Sánchez Palencia. Hoy, el aula arqueológica, el centro de visitantes, la Casa del Parque en breve, son las herramientas didácticas para informar y dirigir a los miles de visitantes que se acercan a disfrutar de un lugar mágico del que sabemos desde hace dos milenios cómo eran sus mineros, cuáles eran las técnicas de extracción del oro, los canales que desde lugares lejanos traían el agua, de la que luego se formaría el bellísimo lago de Carucedo. Sólo unas pinceladas para destacar la importancia que tiene este lugar.

Fina Gómez, su marido, Pedro Diéguez, y su hija Estefanía tienen muy claro que el trabajo diario en su restaurante y en sus alojamientos rurales tiene que estar a la altura de este producto turístico. Por eso, el edificio, el entorno, los jardines y el propio restaurante se integran en el paisaje con respeto a la arquitectura y al emplazamiento privilegiado de su negocio familiar. Esta familia aporta amabilidad y atención a los turistas, y ofrece una curiosa visita a la cueva de los últimos maquis bercianos. La mano de Pedro se aprecia en artesonados, viguería y balconadas, y la de Fina, en la decoración interior de todo el complejo.

En el restaurante, los menús no pasan de 15 euros, y a la carta no sobrepasa los 25. El botillo, omnipresente en la cocina berciana, se ofrece durante todo el año. Los pimientos, la carne a la parrilla, las ensaladas, la empanada de acelgas, la zorza (picadillo) y el bacalao, junto a los vinos de la DO Bierzo, completan su oferta gastronómica, enmarcada dentro de la cocina familiar tradicional. Las Médulas tienen una visita obligada a la Agoga, como se llama el restaurante, complementada con los alojamientos rurales de su entorno. El nombre de Agoga hace referencia a los canales de lavado de la explotación minera, y es una buen complemento en una visita a un lugar que todos deberíamos ver al menos una vez en la vida.