Tener la suerte de cara
El juego de las chapas representa el aspecto más pagano de la Semana Santa en varios pueblos de la provincia y en la capital
GONZALO ALCALDE
Jueves, 1 de abril 2010, 03:25
Mientras unos en estas fechas tan señaladas del calendario devocional español se van a ver o participar en desfiles de penitentes, pasos y procesiones, otros más paganos optan por irse a darle a las chapas, que no es otra cosa que un tradicional y conocido juego que desde tiempo inmemorial se viene practicando sólo los días de Jueves, Viernes y Sábado Santo, de la que es conocida como Semana de Pasión.
El juego en sí es muy sencillo, y se asegura que fue introducido en la Península Ibérica por los legionarios romanos, junto con el juego de los dados. Se cree que se practica en estas fechas tan señaladas para rememorar de una forma pagana cómo los soldados romanos se echaron a suertes, para no tener que dividirla, la túnica de Jesús. Otras fuentes aseveran que con este juego de las chapas se recuerda a las monedas que recibió Judas por traicionar al Nazareno.
Para la práctica del juego de las chapas, tradicionalmente se utilizaban dos monedas de cobre de diez céntimos de la época de Alfonso XII, aunque en la antigüedad era habitual utilizar las que existiesen de curso legal, que casi siempre tenían en una de sus caras el retrato del monarca reinante, y en la otra una cruz de donde viene aquello de jugar a 'cara o cruz'. Era una sencilla forma de echar a suertes algo, de la que más seguramente deriva este juego de las chapas, así como el dicho popular de tener la suerte de cara, cuando a alguien le salía bien una apuesta.
Para jugar a las chapas, los apostantes se reúnen en un círculo o corro, dentro del cual y en el centro se sitúa el baratero, persona seleccionada o escogida para llevar el orden y pago de las apuestas, por cuya labor recibe un porcentaje del dinero apostado. A continuación, un jugador y tirador de las chapas hace una apuesta, que tiene que ser cubierta por el resto de los participantes, empezando por el que tiene a su derecha. Si el primero no cubre en su totalidad el envite, pasa el turno al situado a su diestra, hasta que se casa la cantidad inicial. Una vez igualada, el apostante -situado en el centro del corro- emparejará cruz con cruz las dos monedas o chapas para, acto seguido, lanzarlas al aire lo más vertical y horizontalmente posible, esperando que las dos queden en el suelo mostrando sus caras, pues con ello ganará todo el dinero apostado en el corro. Si por el contrario, las dos monedas al posarse en el suelo mostrasen la cruz, el tirador perdería lo apostado, que irremediablemente se repartiría entre el resto de los jugadores, que conforman el corro. Por último, si saliese cara y una cruz, se repetiría el lanzamiento.
En la clandestinidad
Las chapas, ajenas al control de las Loterías del Estado, estuvieron prohibidas hasta 1992, aunque sólo en teoría, porque siempre se jugó clandestinamente en muchas poblaciones de Castilla y León, como Miranda de Ebro o Melgar de Fernamental en Burgos, Herrera de Pisuerga, Aguilar de Campoo o Saldaña en Palencia, así como en León capital, Benavente y algunos lugares del Bierzo, junto con otras poblaciones importantes de Valladolid, Segovia y Ávila.
Hoy, los corros están permitidos en bares y locales públicos, previa solicitud de los organizadores de una autorización de la Delegación Territorial de la Junta de Castilla y León de la provincia que corresponda, previo abono de una tasa. Sólo se puede apostar dinero, nunca bienes muebles o inmuebles ni animales, cosa que, según parece, en otros tiempos si que ocurría. El juego puede desarrollarse en un local cerrado o al aire libre, con requisitos como que el corro esté alejado a más de cien metros de un centro educativo.
Además, junto con la autorización se entrega al gestor del juego o baratero hojas de reclamaciones por triplicado que deberán estar a disposición de los jugadores participantes en el corro. En Castilla- La Mancha, también se juega a las chapas, solo que allí se denominan las caras, mientras que en algunas poblaciones de la Rioja y el País Vasco se juega a las tabas, otra modalidad de juego. Éstas son curiosas notas sobre la imagen más pagana y crápula de la Semana de Pasión castellana y leonesa.
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