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Una mujer ataviada con el traje de segoviana, en una imagen retrospectiva. :: EL NORTE
SEGOVIA

Historia de una indumentaria

Durante estos días, las calles se llenan de llamativas réplicas del traje típico segoviano

CRISTINA VEGA

Domingo, 7 de febrero 2010, 02:11

En estos días en que se celebra la fiesta de Santa Águeda en Segovia y la provincia, los trajes típicos segovianos salen de los baúles para engalanar a las mujeres con motivo de dicha fiesta.

El traje típico de cualquier región, ciudad o país, se convierte en parte de la tradición, ya que se suele usar en ocasiones especiales y fiestas. Así, la manera de vestir a lo largo de los siglos, revela la condición social de sus gentes, sus gustos por la moda, sus posibilidades económicas, sus actitudes… Cabe destacar que existen varios factores que han condicionado la vestimenta tradicional a lo largo de los siglos: por un lado el factor geográfico, con diferencias en cuanto a tejidos y número de prendas de vestir, por otro la lejanía de capitales de provincia, ya que las zonas peor comunicadas han mantenido más tiempo su vestimenta tradicional, y por otro el estatus social, pues los más adinerados tuvieron mayores posibilidades en cuanto a telas y modelos, y los más pobres, cuidaron con esmero sus vestidos, que en muchos casos heredaban de padres y familiares.

EnSegovia, como en cualquier otra provincia española, se solían utilizar diferentes tipos de vestimenta, de diario, de fiesta o de gala. El vestido de diario era de confección sencilla, el de fiesta, por el contrario, estaba confeccionado con materiales más caros, como el terciopelo o el paño, y se adornaban con bordados y azabaches. El traje llamado de gala era la vestimenta destinada a los novios y estaba aún más recargado de adornos que el anterior, lo que revivía una inclinación muy antigua en el género humano: revestirse de ropas y joyas para ser objeto de admiración entre familiares y convecinos.

La indumentaria femenina, revolucionada por las variantes de la moda, hacía que el número de sayas o faldas que vestía la mujer fuera diferente. Entre las prendas indispensables figuran: la falda superior o manteo, siempre de paño o bayeta y de colores lisos, adornadas con franjas negras de terciopelo llamadas tiranas, entredós bordado con azabache... Sobre la falda se ponía el delantal decorado con adornos y encajes, que solía hacer juego con la mantilla. El cuerpo y los brazos se cubría con una camisa de corchados y encima se ponía el jubón o corpiño, que se ceñía al cuerpo mediante unos cordones. El cuello, se adornaba con profusión de cadenas, collares y gargantillas al ser el principal elemento de coquetería femenina, y las orejas con vistosos pendientes.

Dichas prendas condensan siglos de tradición y conservan las costumbres y el uso que les daban las gentes de siglos pasados. La dificultad en la confección, así como su valor económico, eran razones suficientes para que pasaran de generación en generación, valorándose desde el punto de vista material y afectivo. Su conservación ha permitido que hoy podamos manejar información sobre el ajuar de antaño, como prendas testigo de las economías domesticas y los cambios de moda. Así, en la indumentaria típica segoviana, destacan un buen número de piezas de notable valor, por su traza y abolengo.

Una de las piezas más características del traje segoviano es la montera tanto de hombre como de mujer. La montera de paño supuestamente es la que lleva el hombre, y la de terciopelo negro la mujer. El libro 'La indumentaria tradicional segoviana' en palabras del Marqués de Lozoya hablando de la montera dice: «Acaso su remoto origen esté en el alto peinado que según algunos escritores griegos y romanos llevaban las mujeres celtíberas; acaso en el tocado de extraña forma de las damas castellanas en los siglos XIV y XV y como parece indicarlo el velo de encaje sirve de gracioso complemento».

Centrándonos en nuestra tierra y en lo que dice el Marqués de Lozoya, se podría asegurar que la montera es una de las piezas más llamativas del traje segoviano de mujer. Antiguamente se usaba como una prenda de uso ornamental que estaba reservada para jornadas festivas o grandes celebraciones. Las mujeres casadas la llevaban sobre una mantilla de encaje blanco llamada toca, y las solteras sin ella. Por otra parte, la carencia de la toca o manteleta, indicaba el estado de mujer soltera, al igual que lo haría el color blanco de sus medias.

Muchas de las prendas de vestir utilizadas por nuestros antepasados en la primera mitad del siglo XIX se mantuvieron a lo largo de las primeras décadas del siglo XX, ya que en los años 50 de dicho siglo, se podían encontrar buenas representaciones de ellas en los baúles de las abuelas. La investigación del contenido de estos baúles por parte de los niños, permitida en ocasiones, y otras veces a hurtadillas, constituía una auténtica aventura, especialmente para las niñas. Manteos, pañuelos, delantales, picos, justillos, capas, zapatos… eran objetos con sabor y olor antiguo, que los niños no sabían situar en su escena propia, porque sus dueños habían desaparecido y los nuevos actores habían cambiado ya el atuendo.

Hoy día se confeccionan muchas de esas piezas, -autenticas réplicas de las antiguas- que se han vuelto a recuperar mediante la creación de talleres de indumentaria tradicional por parte de mujeres artesanas, que aprenden el oficio de la confección de trajes tradicionales típicos, de los distintas comarcas y provincias.

En la fiesta de Santa Águeda que se celebra la primera y segunda semana de febrero en los pueblos de la provincia y en Segovia capital, volverán a aparecer verdaderas réplicas del atuendo típico segoviano de antaño, que servirán para engalanar a la mujer en estos días de fiesta en que acapara todo el protagonismo.

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