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Nuevo centro penitenciario de Soria. Wilfredo García

Tribunales

Cuatro años de prisión para un recluso que arrojó lejía a la cara de otro en Soria

El TSJ ratifica la pena que condena al Estado, como responsable civil subsidiario, a pagar al agredido una indemnización de 24.300 euros

M. J. Pascual

Valladolid

Viernes, 6 de octubre 2023, 13:40

El Tribunal Superior de Justicia de Castilla y León ha ratificado la condena de cuatro años de cárcel para un preso del centro penitenciario de Soria ... que atacó a su compañero de celda mientras dormía arrojándole lejía a la cara y después acometiéndole con un pincho de fabricación casera. La sentencia, dada a conocer por el TSJ, contempla indemnizaciones para la víctima, por lesiones con deformidad y secuelas, que suman 24.300 euros. Como responsable civil subsidiario, el Estado tendrá que hacer frente al pago de estas indemnizaciones.

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El auto de apelación de la Sala de lo Civil y Penal corrobora la sentencia de la Audiencia de Soria y desestima los argumentos del agresor, quien niega que atacara por sorpresa a su compañero de celda mientras este estaba tumbado en la litera, sino que las lesiones fueron objeto de una riña «aceptada por ambos».

El agresor usó la tapa de una lata de conservas doblada a modo de pincho y realizó múltiples cortes a su compañero de celda

El tribunal soriano dictó sentencia condenatoria el 5 de diciembre de 2022. El acusado, «un interno conflictivo con el resto de los internos del centro, circunstancia conocida por los funcionarios de la prisión», la mañana del 25 de agosto de 2019, atacó inopinadamente a su compañero de celda, que estaba tumbado en la litera de arriba. La sentencia considera probado que le arrojó lejía a la cara y cuerpo y seguidamente, con la tapa de una lata de conserva doblada a modo de pincho, le propinó varios cortes en el rostro, cabeza, espalda y tórax, mientras la víctima trataba de cubrirse de las acometidas con sus brazos, «quedando finalmente empapado en sangre y lejía».

El jefe de servicio del centro penitenciario que acudió a la llamada de emergencia de la celda con otros funcionarios, declaró en el juicio que olía mucho a lejía y que encontraron al preso agredido «empapado en el producto abrasivo y sangrando por todas partes», mientras que el acusado, «que sujetaba una lata de conservas en la mano, reconoció que le había cortado». Los funcionarios manifestaron también que el procesado era un interno «conflictivo» que «deseaba estar solo en una celda y que echaba a los demás internos a base de presión». El agredido señaló ante el tribunal también que la agresión que sufrió mientras dormía en la litera de arriba se produjo tras varios días de provocaciones.

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El acusado tenía lejía que proporcionaba el centro penitenciario a los internos para la limpieza de las celdas y el pincho de fabricación casera, un objeto «no autorizado ni advertido por el centro penitenciario en los cacheos y registros de la celda». Según el fallo, no quedó probado que el otro recluso, que sufrió múltiples heridas en tórax y espalda, hubiera respondido a la agresión.

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