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El Hospital la Fe de Valencia aisló el pasado viernes a un paciente ante la sospecha de que estuviera contagiado del virus de Marburgo (conocido bajo las siglas EVM), un parásito que provoca una temible fiebre hemorrágica muy similar a la generada por el ébola y con una alta tasa de mortalidad.
Algunas horas después, ya el sábado, los análisis descartaron tanto que se hubiera contagiado de esta enfermedad como de ébola.
No obstante, Europa se encuentra vigilante frente al EVM puesto que Guinea Ecuatorial, donde el paciente de Valencia había pasado algunos días, ha decretado la alerta ante la aparición de un brote de este virus.
La primera vez que se dio con esta enfermedad fue en 1967, en un brote simultáneo detectado en las ciudades de Marburgo y Frankfurt en Alemania y en la ciudad serbia de Belgrado.
En aquella ocasión los contagios se achacaron a los trabajos en laboratorio con monos verdes africanos procedentes de Uganda, aunque la Organización Mundial de la Salud (OMS) afirma que son los murciélagos de la fruta los portadores de este virus. De hecho, se considera que la infección humana por EVM se debe a la estancia prolongada en minas o cuevas habitadas por colonias de este tipo de murciélagos, cuyo nombre científico es rousettus aegyptiacus.
Entre humanos, el EVM se contagia por contacto directo de la piel lesionada, las mucosas con sangre, secrecciones, órganos u otros líquidos corporales de personas infectadas, así como con elementos contaminados con dichos líquidos como ropa personal o de cama.
Si el contagio se ha producido a través de pinchazos con agujas contaminadas, la gravedad de la enfermedad suele ser mayor, el paciente empeora más rápido y «probablemente», según la OMS, la letalidad también es más alta.
Entre el contagio y la aparición de síntomas, el periodo de incubación, pueden pasar entre 2 y 21 días
Los síntomas comienzan de manera repentina con fiebre elevada, dolor de cabeza intenso y gran malestar, además de dolores musculares.
Al tercer día puede aparecer diarrea acuosa intensa que puede durar una semana, dolor y cólicos abdominales, náuseas y vómitos.
A partir de entre 5 y 7 días los casos mortales suelen presentar algún tipo de hemorragia, a menudo de diferentes órganos.
Además, hay presencia de sangre fresca en vómitos y heces y sangrado por nariz, encías y vagina y suelen presentarse problemas con los sangrados espontáneos en las zonas en las que se han hecho punciones en las venas.
En los primeros días de enfermedad, los pacientes pueden presentar «aspecto de fantasma», como recoge la OMS, por el hundimiento de los ojos, la inexpresividad facial y el letargo extremo. En la fase grave, la fiebre es alta, mientras que la afección al sistema nervioso central puede producir confusión, irritabilidad y agresividad.
Los casos más graves terminan con la muerte del paciente en 8 o 9 días desde el inicio de los síntomas.
Se ha autorizado la comercialización de dos vacunas, pero, aunque podrían proteger contra el virus de Marburgo, todavía no se ha demostrado su eficacia en ensayos clínicos.
Seis de cada diez pacientes que contrajeron el virus de Marburgo murieron, según los datos de la Organización Mundial de la Salud, aunque la tasa de muerte es muy variable en función de la cepa vírica y del tratamiento de los casos.
Por ejemplo, en el primer brote detectado murieron 7 de los 29 contagiados en Alemania (el 24%), pero sobrevivieron los pacientes de los dos casos detectados en Yugoslavia.
El mayor brote tuvo lugar en 2005 en Angola, país originario de la enfermedad. En aquella ocasión 374 personas contrajeron la enfermedad y el 88% de ellas, 329, perdieron la vida.
En cifras totales, son 590 los casos detectados entre 1967 y 2017. De ellos, 102 superaron la enfermedad y 478 no pudieron hacerlo.
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