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Interactivo con los componentes del humo del tabaco.

Polonio-210, el componente radiactivo del tabaco

En el Día Mundial sin Tabaco analizamos sus compuestos con el fin de poner de relieve los riesgos para la salud y que el consumidor sepa exactamente qué está ingiriendo con cada bocanada

pilar manzanares

Miércoles, 31 de mayo 2017, 08:06

El consumo de tabaco mata ya cada año a casi 6 millones de personas, según la Organización Mundial de la Salud (OMS), una cifra que, de acuerdo con las previsiones, aumentará hasta más de 8 millones de fallecimientos anuales en 2030 si no se intensifican las medidas para contrarrestarlo. Aproximadamente el 80% de los más de mil millones de fumadores que hay en el mundo viven en países de ingresos bajos o medios, donde es mayor la carga de morbilidad y mortalidad asociada al tabaco.

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«Desde la Sociedad Española de Oncología Médica (SEOM) incidimos en las cifras escalofriantes que giran alrededor del consumo de tabaco. Fue responsable de más de 100 millones de muertes en el siglo XX, y en base a los patrones actuales de consumo, aproximadamente 450 millones de personas adultas fallecerán por el tabaco entre los años 2.000 y 2.050», afirma el doctor Miguel Martín, presidente de SEOM. Y es que hasta dos tercios de los fumadores continuados morirán debido a su hábito.

La Encuesta Europea de Salud en España, realizada por el Instituto Nacional de Estadística y coordinada por Eurostat, se refiere al tabaquismo como la primera causa evitable de muerte en nuestro país. Pese a la reducción del consumo en los últimos años, todavía fuma un 23% de la población (27,6% de los hombres y el 18,6% de las mujeres). La tendencia al descenso se produce en todos los grupos de edad, pero es especialmente marcada entre los jóvenes. Las mujeres del grupo de 15 a 24 años han pasado de fumar el 21% en 2011 al 15,5% en 2014, mientras que en los hombres de este grupo ha descendido también, pero solo un punto porcentual (de 22,5% a 21,6%). Con todo, los porcentajes de fumadores siguen siendo muy altos.

Los ingredientes, al detalle

Pero, ¿qué es lo que tiene este producto que lo hace tan perjudicial? Analicemos sus ingredientes, ya que es uno de los pocos productos en los que leyendo sus paquetes de poco nos podemos enterar, en parte porque la mayoría de las sustancias se producen durante la combustión y aunque se conoce cuáles son no se mencionan en el etiquetado.

Todo comienza cuando un fumador da una calada. Se produce entonces una corriente de humo que atraviesa toda la columna del cigarro, que se llama corriente principal y afecta al consumidor, y otras corrientes que sumadas se llaman corriente secundaria que alcanzan al que llamamos fumador pasivo. «De todo el humo que se produce en un cigarrillo el 75% es corriente secundaria y el 25%, primaria, y en ambas se han llegado a describir hasta 4.000 sustancias, la mayor parte de ella tóxicas para la salud unas 300 de estas sustancias tienen una toxicidad muy potente», explica el doctor Carlos Jiménez Ruiz, Director del Programa de Investigación del Tabaquismo de la Sociedad Española de Neumología y Cirugía Torácica (SEPAR). Así cuando las sustancias mencionadas son ingeridas directa e indirectamente por los dos fumadores producen diferentes enfermedades y efectos en ellos, dependiendo del grupo de sustancias del que hablemos. Las más tóxicas son:

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Grupo I. Nicotina. En este caso no se trata de un ingrediente que produzca enfermedad, pero sí de un ingrediente adictivo. «Actúa como una droga en los fumadores activos», explica el experto.

Grupo II. Sustancias oxidantes. Hablamos aquí de los radicales tóxicos del oxígeno (peróxido de hidrogeno, ion superóxido, etc), óxido de carbono, óxido nítrico, óxido de azufre... que al ser inhalados por el fumador activo llegan al pulmón y producen dos enfermedades «muy típicas», tal y como señala el doctor Jiménez Ruiz: la bronquitis crónica y el enfisema, lo que se conoce como EPOC (Enfermedad Pulmonar Obstructiva Crónica). «Aunque con menos frecuencia, esto también puede aparecer en el fumador pasivo», señala.

Grupo III. Hidrocarburos aromáticos policíclicos. Se incluyen también en este grupo las partículas de plomo, cromo, níquel... y las nitrosaminas que forman parte de la composición del humo del tabaco. «Todas son sustancias cancerígenas, facilitan el desarrollo de tumores tanto en el fumador activo como en el pasivo, si bien es cierto que esto sucede con mayor frecuencia y mayor intensidad en los activos», apunta el doctor Jiménez Ruiz.

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Según la SEOM, el tabaco participa como agente causal en el cáncer de pulmón, cavidad oral, faringe, laringe, esófago, estómago, cuello de útero, vejiga, intestino, riñón, páncreas y próstata, además de la leucemia mieloide aguda. Algunos datos indican que también puede aumentar el riesgo de cáncer de mama. Se estima que el efecto carcinógeno del tabaco se asocia al 16-40% de los casos de cáncer en general. De ahí que el hecho de no fumar se considere en la actualidad como la mejor medida preventiva frente al cáncer.

Grupo IV. Monóxido de carbono. Gas altamente tóxico que es el causante de toda la patología vascular que tienen los fumadores: infarto de miocardio, cardiopatía isquémica, aneurisma de aorta... Este gas también actúa sobre el fumador pasivo, «pero no de forma tan intensa como lo hace en el activo», afirma el experto de la SEPAR.

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«Además de estos grupos, también podemos encontrar otras sustancias como mercurio y arsénico, ingredientes que también actúan sobre la capacidad de producir cáncer que tiene el hábito tabáquico. Y se ha descrito en el humo del tabaco algo que es muy importante, el polonio-210, una sustancia radiactiva que permanece en las boquillas». Y suma y sigue, porque los cigarros llegan a tener hasta azúcares en forma de glucósidos que provienen de la hoja de tabaco.

Daños en los huesos

El tabaquismo, amén de todo lo visto, también aumenta el riesgo de sufrir enfermedades reumáticas y autoinmunes sistémicas como osteoporosis, artritis reumatoide (AR), lupus o uveítis, además favorece que progresen las espondiloartritis, agrava la fibromialgia e incrementa significativamente el riesgo de que los pacientes con enfermedades reumáticas sufran enfermedades cardiovasculares. «Hay que tener en cuenta que existe un riesgo inherente debido al propio fenómeno inflamatorio de las enfermedades reumáticas. Si a ello unimos el hábito de fumar, el riesgo de sufrir un accidente cardiovascular se potencia significativamente en estos pacientes», señala el doctor José Luis Andréu, presidente de la Sociedad Española de Reumatología (SER).

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En el caso de la artritis reumatoide se ha demostrado que el tabaco es el principal factor exógeno que predispone a la enfermedad, «multiplica por 4 el riesgo de padecerla, frente a población control que no fume, y si hablásemos del caso de un hijo de un paciente con AR que fume, el riesgo sería casi diez veces mayor», recuerda el doctor Andréu.

Asimismo, se ha observad que los pacientes fumadores con espondiloartritis presentan más lesiones en sus radiografías de columna que los que no fuman. De manera que dejar de fumar mejorará su enfermedad y, por tanto, su calidad de vida.

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En otras enfermedades reumáticas de carácter inflamatorio, como es el lupus eritematoso sistémico (LES), parece que también el tabaco es un factor relevante en el incremento del riesgo de padecer la enfermedad. «También existen múltiples estudios que demuestran que el tabaquismo influye en la predisposición a padecer osteoporosis y, por lo tanto, incrementa el riesgo de sufrir fracturas óseas», indica el especialista.

Etiquetado

Con todos estos perjuicios para nuestra salud, y ya que estamos en una época en la que todo se etiqueta con precisión, ¿por qué no sucede esto con el tabaco? «Es algo que no se entiende. Su paquete no debería indicar solo el porcentaje de nicotina, alquitrán y monóxido de carbono sino todas las sustancias tóxicas y su concentración en el humo», reclama el doctor Jiménez Ruiz.

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Por cierto, los que creíamos que las sustancias eran tantas que no se conocían exactamente estábamos en un error. Se conocen al detalle y «perfectamente», tal y como explica el neumólogo de la SEPAR. «Cuando un cigarro es consumido por una máquina de fumar cigarrillos máquina estandarizada por el Ministerio de Industria que existe en toda las tabacaleras se saben todos y cada uno de los ingredientes presentes en su humo (ver gráfico).

Día Mundial

Como cada 31 de mayo, la OMS celebra el Día Mundial Sin Tabaco con el objetivo de evidenciar los riesgos para la salud asociados con el tabaquismo y abogar por políticas públicas eficaces para reducir su consumo.

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Los gobiernos de todos los países que actúan en favor del desarrollo sostenible deben potenciar la aplicación del Convenio Marco de esta organización para el Control del Tabaco, en vigor desde 2005. El convenio de la OMS hace especial hincapié en tres medidas que los gobiernos deberían legislar de forma más estricta: las advertencias textuales y gráficas impactantes, la prohibición de la publicidad, la promoción y el patrocinio del tabaco, y establecer impuestos más altos al producto. Aumentar un euro el impuesto sobre los cigarrillos permitiría recaudar a nivel mundial 190.000 millones más. El incremento de estos impuestos generaría ingresos fiscales para los gobiernos, reduciría la demanda de tabaco y sería una fuente de ingresos importante para financiar la cobertura sanitaria universal y actividades de desarrollo.

«Actualmente el consumo de tabaco agrava las desigualdades sanitarias y la pobreza. Como hemos visto al principio, las tasas más altas de consumo de tabaco se centran en las poblaciones más económicamente deprimidas, que además es el grupo social que dedica menos recursos a necesidades básicas como la alimentación, la educación y la atención sanitaria», afirma el doctor Jiménez.

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Prohibido el tabaco mentolado

El Convenio Marco de la Organización Mundial de la Salud para el Control del Tabaco (CMCT de la OMS) proporciona un marco basado en pruebas para la acción gubernamental para reducir el consumo de tabaco. «Hoy día podemos decir que hay datos para el optimismo en España. El 20 de mayo de 2016 entró en vigor la 'Directiva Europea sobre Productos del Tabaco y Productos Relacionados' que fue aprobada por el Consejo de Ministros de la Unión de Europea en 2014 y que establece las siguientes ordenaciones, que reivindicamos que sean endurecidas», reclaman desde SEOM:

-Prohíbe los cigarrillos y el tabaco de liar con aromas característicos.

-Obliga a la industria tabacalera a informar a los estados miembros sobre los ingredientes utilizados en sus productos

-Exige que se incluyan advertencias sanitarias en los envases de los productos del tabaco y los productos relacionados. Estas alertas deben cubrir el 65% del paquete.

-Prohíbe los elementos promocionales o engañosos sobre los productos del tabaco.

-Obliga a los fabricantes a notificar, con una antelación de seis meses, los nuevos productos de tabaco, antes de introducirlos en el mercado de la Unión Europea.

-Establece requisitos de calidad y seguridad para los cigarrillos electrónicos. Obliga a que los paquetes contengan un etiquetado y envasado con información suficiente y adecuada. En el etiquetado se debe especificar todos los ingredientes así como la cantidad de nicotina de cada cigarrillo.

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-Los paquetes deben contener las advertencias sanitarias adecuadas, y no incluir ningún elemento o característica que pueda inducir a error. 

-La comercialización del líquido que contenga nicotina solo debe permitirse cuando la concentración de nicotina no exceda de 20 mg/ml por cigarrillo.

-El paquete debe, además, disponer de un sistema de seguridad de apertura para niños. 

-Prohíbe el tabaco mentolado a partir del 20 de mayo del 2020.

Medioambiente

Además de salvar vidas y reducir las desigualdades sanitarias, los programas integrales de lucha antitabáquica pueden limitar las consecuencias negativas para el medio ambiente del cultivo, la producción, el comercio y el consumo de tabaco, tal y como apunta la OMS. Estos programas también ayudan a romper el ciclo de la pobreza, erradicar el hambre, promover la agricultura sostenible y el crecimiento económico, y luchar contra el cambio climático.

En el cultivo del tabaco se utilizan grandes cantidades de plaguicidas y fertilizantes que pueden ser tóxicos y contaminar fuentes de suministro de agua. Cada año, estos cultivos utilizan 4,3 millones de hectáreas de tierra y causan entre un 2% y un 4% de deforestación del planeta. Además, la fabricación de productos de tabaco genera 2 millones de toneladas de residuos sólidos, por no hablar de las colillas antes mencionadas que entre sus residuos tienen polonio-210, altamente tóxico y radiactivo.

Comercio ilícito

Y estos números corresponden solo a la producción legal del tabaco a nivel mundial.

El comercio ilícito de productos de tabaco plantea en el mundo entero grandes problemas sanitarios, económicos y relacionados con la seguridad. Se estima que uno de cada 10 cigarrillos y demás productos de tabaco que se consumen a nivel mundial es de origen ilícito. El mercado ilícito cuenta con el respaldo de diversos agentes, desde pequeños vendedores ambulantes hasta redes del crimen organizado involucradas en el tráfico de armas y de seres humanos. La eliminación del comercio ilícito de tabaco contribuiría a la reducción del consumo nocivo del tabaco, pues restringiría la disponibilidad de alternativas baratas y no reglamentadas e incrementaría los precios generales.

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