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Luis Javier González
Miércoles, 9 de abril 2025
El campus segoviano de IE University se convirtió en la tarde de ayer, en un festival improvisado sin fronteras y con micro abierto en el que cuando alguien pide colaboración saltan casi 200 voluntarios al campo de fútbol que alberga el escenario. Es el turno de Hayk Areg Khachikyan, que crea un corro cuyo parecido a una circunferencia es mera casualidad, pero que cumple su función: un mundo entero entrelazado, el de 35 nacionalidades representadas en camisetas de fútbol, trajes regionales y banderas pintadas en la cara. Y les pone a bailar una danza armenia: pasos al lado, al frente, cuerpo hacia atrás y palmas. El ritmo se acelera y él, en el centro, saca a sus compañeros para que creen sobre la marcha, desde dos chicas que giran con el brazo entrelazado a cuatro motivados que saltan abrazados. El resto sigue la fiesta como si fueran armenios por un instante. Esto es el Global Village Day, la fiesta de la diversidad, la causa común de abrazar otras culturas como si fueran la propia.
Es el quinto año que IE University Segovia celebra un evento que también tiene su edición en el campus de Madrid y que no solo toca al alumnado, sino al staff. Cada cual enseña su cultura en un puesto con comida o artesanía. «Es el momento en el que pueden mostrar de dónde son», resume Dominika Biegun, miembro de Campus Life de IE University, para un evento que cuenta con ocho empresas locales, con premios para la mejor decoración o actuación, desde un viaje en globo a un circuito de spa en el Hotel Capuchino o restaurantes como Pasapán o Casa Comala. En muchos casos fueron los propios estudiantes quienes impulsaron el patrocinio.
No solo son 35 nacionalidades, sino que dibujan un mapa verdaderamente mundial, desde los latinos (Argentina, Brasil, Colombia o República Dominicana) a Europa (Francia, Alemania, Grecia o Armenia), pasando por África (Kenya, que se definen como las «estrellas» del este del continente, a Marruecos), Oriente Medio (Líbano o Jordania) a casi las antípodas segovianas: Filipinas. Cualquiera aprovecha el momento de micro abierto para improvisar lo suyo. La tarde, premiada con un sol primaveral, es una caja de sorpresas. Ese carácter dinámico permite a los estudiantes empatizar. «Muchas veces tenemos un amigo de tal país, pero no tenemos realmente tiempo para hablar de su cultura. Este es un momento único para ello», subraya Biegun. Una diversidad que ha diferenciado a la universidad desde sus inicios, con una infinidad de pasaportes, estudiantes que pasan allí dos años y ceden el testigo.
«Año a año, vemos que cada vez participan más alumnos. Incluso aunque no quiera participar activamente, quiero ir al evento y aprender», apunta Biegun, que habla de un aprendizaje social, en un entorno más relajado que un aula. Eso sí, admite que la comida es el principal incentivo.
El interés trasciende el campus, así que está sobre la mesa la opción de abrirlo a colectivos de todo tipo, también locales. El Global Village Day es la guinda de la labor anual de clubes universitarios de diferentes nacionalidades, que organizan sus eventos con un valor doble. «No es solo que creen su propia comunidad dentro del club, sino presentarla a toda la universidad».
El escenario sirve para todo, desde cantar a bailar, pasando por recitar poemas o simplemente presumir, lo que hicieron los argentinos, pocos pero ruidosos, con el Mundial que ganaron con Leo Messi, de cuerpo presente en cartón, como si fuera ayer. Del albiceleste y el fútbol a las matrioshkas rusas, el tablero de ajedrez de Armenia o los tatuajes marroquís de henna.
Para comer, lo que quieran. Francia exhibe cruasanes, Suiza opta por el queso y el chocolate, México adereza los nachos y Kenia muestra el mandazi, un pan frito con leche de coco.
«Este año estamos muy contentos con la participación. Diferencias desde lo que nos une, que es la cultura. La diversidad es uno de nuestros pilares, para nosotros es una obligación fomentarla», resume Demetrio Mínguez, asistente de estudiantes, con una convocatoria que rozó el millar.
Mientras el alcalde de Segovia, José Mazarías, recorre el campus para conocer las diferentes propuestas de los estudiantes, en el campo de fútbol se rompe al fin la piñata y La Esteva se prepara para bailar pura Segovia y enseñar a esa marea internacional a bailar la jota, la danza del lugar donde se entrelaza medio mundo.
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