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Roberto del Campo Pérez, propietario de Microbodega Urbana en Valladolid tomando una copa de 47 Manchón Mieres. Rodrigo Jiménez

Descubre una bodega con más de 100 vinos en el centro de Valladolid

Al lado del Mercado del Val, Roberto del Campo tiene un establecimiento inspirado en Burdeos con una amplia variedad de vinos diferentes, algunas tapas frías y una sala de catas subterránea

Beatriz A. Casares

Valladolid

Lunes, 4 de noviembre 2024, 07:27

Paseando por los alrededores del Mercado del Val de Valladolid, puedes encontrar la Microbodega Urbana de Roberto del Campo Pérez. Una pequeña bodega inspirada en algunos establecimientos de Burdeos que tiene más de un centenar de vinos, que sirven por copas para descubrir rarezas del mundo de la enología.

En diciembre de 2013, Roberto del Campo empezó esta aventura con el único reclamo de servir vinos. «En Burdeos hay un sitio que organiza el Consejo Regulador de Burdeos donde solo tienen vinos y cada semana lo visita el propietario de una bodega y se da a turistas el vino de esa bodega mientras lo explica», así relata el germen de lo que 11 años después ha acabado siendo un punto de encuentro de estudiantes de enología, turistas y clientes con ganas de tomar un vino.

En su oferta hay entre 80 y 100 vinos y algunas raciones frías. Aunque reconoce que su idea era solo poner vinos, como sucede en los establecimientos burdigalenses a los que imita. «No quería poner nada de comida, pero no puede ser. Asique pongo tablas de quesos, patés y embutidos».

Gente del sector, turistas y habituales

El ambiente es distendido, en él se mezcla «una clientela normal que viene a tomar un vino con una tapa y mucho profesional, mucha gente de bodegas que viene a probar cosas distintas y también mucho turista». Según las inquietudes del interlocutor opta por recomendarles un vino, eligen entre todas las variedades que tienen en la barra y en las repisas o vienen buscando algo concreto.

«Vienen muchos estudiantes de enología que quieren probar cosas raras, como un merlot de Somontano o la última garnacha de la Sierra de Francia», ejemplifica el propietario que explica que va abriendo todo lo que le piden además está puesto el precio de la copa en cada botella. Unas cifras que oscilan entre 2 y 4,50 euros. Aunque hay excepciones: «Ahora tengo un vino a 12 euros de botellas que oscilan entre los 50 y 80 euros».

Una sala de catas subterránea de origen desconocido

Los días de buen tiempo, muchos se quedarán en la terraza o quizás lleguen hasta la barra para pedir, no obstante, aunque pequeño merece la pena prestar atención a todos los detalles del bar y sobre todo a su gran variedad de vinos, la mayoría de ellos a la vista. Si bajas las escaleras a mano derecha según entras, descubrirás una curiosa sala de catas, además de los aseos. De esta sala deriva el nombre del establecimiento, es una microbodega en la ciudad. «Esta bodega no está datada, nadie sabe de cuando es», sentencia Roberto que ha investigado el origen pero no ha llegado a ninguna conclusión.

Esta parte del bar está destinada a hacer catas, de las que suele avisar en el propio establecimiento o en sus redes sociales. «Las catas al principio no llamaron a nadie porque por el boca a boca se llenan muy rápido. Son bastante conocidas por los enólogos y bodegueros que vienen, también por el precio, que es asequible».

Algunos vinos raros

Algunos de los que suelen acudir al establecimiento, lo hacen con el interés de probar cosas nuevas, variedades raras como un pinot noir español y en muchos casos, cosas de fuera. Aunque cuenta con vinos de Ribera de Duero, ahora mismo tiene unas diez referencias.

Entre esas cosas raras, Roberto comenta algunas, como por ejemplo, una maturana tinta de Rioja, que es una variedad muy rara de probar, que en este caso lo hace Juan Carlos Sancha, un profesor de enología muy conocido y otro ejemplo, un blanco malvar de la bodega Más Que Vinos, una variedad rara criado en tinaja y ecológico. Estos ejemplos son dos variedades autóctonas y muy minoritarias de su zona.

Sus propios vino de maceración carbónica

Roberto del Campo, el propietario de la Microbodega Urbana, produce su propio vino en la localidad vallisoletana de Mucientes. Para esta elaboración utiliza la técnica de maceración carbónica, en la que no se separa la uva del raspón. Se coge el racimo entero y se echa en un depósito con CO₂. Por eso, se denomina maceración carbónica. El resultado son vinos muy afrutados, que están listos en noviembre y se pueden consumir únicamente los meses posteriores.

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