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Huber posa en la sede del CNIO. Alberto Ferreras
Robert Huber: «La ciencia es una construcción muy lenta que se puede derribar muy rápido»

Robert Huber: «La ciencia es una construcción muy lenta que se puede derribar muy rápido»

El científico alemán, Nobel de Química, apuesta por un sistema educativo que ofrezca salidas «no solo académicas» a los jóvenes

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Domingo, 18 de noviembre 2018, 20:48

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Una de las preocupaciones de Robert Huber (Múnich, 1937) es el impacto de la crisis en la educación de los más jóvenes y sus salidas laborales. El bioquímico intenta explicar, por los pasillos del Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas (CNIO) -al que ha acudido a dar una conferencia magistral dentro del congreso '100xCiencia.3 Tendiendo puentes entre ciencia y sociedad'- que los gobiernos se deben implicar mucho más en la educación y en la ciencia. «Es la base de cualquier industria», dice.

- Hace treinta años que recibió el Nobel de Química junto a Johann Deisenhofer y Hartmut Michel. ¿Cómo ha cambiado su disciplina durante estos años?

Las grandes diferencias están en los instrumentos y las técnicas, como el sincotrón o la resonancia magnética nuclear. Los ordenadores eran antes gigantes y ahora son mucho más poderosos y pequeños. Antes también éramos muchos menos y podías investigar sin que nadie interfiriera. Había más comunicación entre los investigadores. Nos conocíamos más y la competencia directa era menor.

- Este año han ganado el Nobel Frances Arnold, George Smith y Gregory Winter, ¿qué le parecen sus trabajos?

Conozco muy bien el de Winter y su desarrollo de proteínas para conseguir nuevas terapias y más limpias. Un gran trabajo, aunque haya tenido que esperar veinte años para recibir el Nobel.

- Frances Arnold ha sido la quinta mujer en recibir el Nobel de Química. ¿No es sorprendente esta escasez de mujeres premiadas?

Sí, y se debe a que las profesionales han tenido que elegir qué hacer a lo largo de su vida, entre la vida profesional y la familiar. Esta situación ya está cambiando y es necesario seguir trabajando para implantar medidas que permitan compaginar las facetas familiares y laborales.

-¿Qué les dice a los jóvenes en sus charlas?

Les hablo de mi vida, de los bombardeos de la Segunda Guerra Mundial y que me perdí dos años de colegio. En el instituto, estudié latín durante nueve años. Sabía hablarlo de forma fluida (risas). También algo de griego. El primero me sirvió y el segundo, no (más risas).

- ¿Y la química?

Dábamos muy poco en el colegio, un par de horas opcionales. Como me gustaba y había en mi ciudad, opté por Química en la universidad y después el doctorado en Bioquímica. Luego explico mis trabajos en el Instituto Max Planck con la cristalografía (ciencia que se dedica al estudio y resolución de estructuras cristalinas). Pero la preocupación de los jóvenes, sobre todo los españoles, es qué deben hacer porque las condiciones son muy complicadas. Hay un nivel de paro muy elevado y creo que esto está relacionado, en parte, con la estructura del sistema educativo. En Alemania, Austria o Suiza hay muy poco paro juvenil porque hay diferentes opciones educativas que permiten que los jóvenes se puedan emplear con gran facilidad. Tiene que haber muchas más salidas y no solo académicas. Si eres feliz plantando patatas, adelante.

- En 2019, se cumplen sesenta años del último Nobel científico español, Severo Ochoa, ¿habla mal de la situación científica en España?

Sesenta años puede significar un fracaso en el sentido de que la ciencia no ha recibido la atención necesaria. Pero también he visto investigación excelente y puntera ahora en España. Por eso creo que llegarán más premios siempre y cuando se apoye suficientemente a la investigación. Tenemos el ejemplo de lo que sucedió en los Estados Unidos. Antes de la Segunda Guerra Mundial, quien dominaba los campos de la investigación y las publicaciones era Alemania. El lenguaje de la ciencia era el alemán. Después, los Estados Unidos se llevó a los mejores científicos, importó investigadores y comenzó a subir. Ahora tiene la hegemonía científica en el mundo porque aprendió que la ciencia es una construcción lenta que se puede derribar muy rápido. Por eso hay que sustentarla de forma constante.

- ¿Qué se puede hacer aquí?

Apoyar a la gente joven y prestigiar la ciencia de cara a los políticos y a la sociedad. Hay que recordar que la ciencia es la base de la industria. Tenemos un ejemplo más cercano: la Unión Europea. Ha invertido muchos fondos en investigación, pero no puede reemplazar al apoyo que cada país debe dar a su investigación y a su ecosistema universitario. La educación universitaria es algo que no depende de la Unión Europea y los países deben velar porque su sistema educativo sea fuerte.

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