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De la «pizza cojonuda» de Sánchez al «cuchareo» de Rajoy, recorremos los restaurantes donde quitan el hambre de los líderes de los principales partidos

carlos benito

Lunes, 14 de marzo 2016, 16:59

La declaración más entusiasta que conocemos de uno de nuestros políticos no se refiere a ningún proyecto de ley, ni a una promesa ilusionante de su programa electoral, ni siquiera a algún libro estupendo sobre la administración de la cosa pública. Qué va: la frase de marras habla de una pizza y la escribió Pedro Sánchez en Twitter el día de Nochebuena de 2010: «Con mis colegas en el restaurante Luna Rosa, comiendo una pizza cojonuda», comunicó al mundo el actual líder socialista, que por aquel entonces ya era diputado. El mensaje, desenterrado recientemente por los arqueólogos de las redes sociales, ha sido objeto de mofa generalizada, aunque tal vez tendría sentido plantearse por qué los políticos han de reprimir hasta el último vestigio de ingenuidad. Y todavía existe otro enfoque posible: ¿De verdad era tan cojonuda la pizza? ¿Qué restaurantes les gustan a esos tipos que hacen hambre discutiendo en el Congreso?

La pizza en cuestión, desde luego, está muy rica. El Luna Rossa además de su plato, Sánchez se comió la doble ese de roja en italiano lleva algo más de veinte años ofreciendo auténtica pizza napolitana en pleno centro de Madrid, con los tomates San Marzano y la harina traídos desde Italia. «La idea era educar a los madrileños en la cocina italiana de verdad: no solo tenemos la pizza original, la de Nápoles, que no tiene que ser crujiente, sino también platos de marisco, de jabalí, de ciervo, de pescado... ¡Con más de siete mil kilómetros de costa, algo sabremos de preparar el pescado!», se vende el encargado y primo de las propietarias, Giuseppe Procentese. Eso sí, parece que Pedro Sánchez tiende a ignorar esa tentadora abundancia gastronómica y se centra en lo suyo. «La mayoría de las veces ha venido con su familia. A lo mejor los demás piden pescado u otras cosas, pero él suele inclinarse por la pizza. Y es un clásico: pide la Margarita o la Luna Rossa. ¡Como socialista, se ve que el rojo resulta emocionante para él!», bromea Giuseppe, que también ha tenido en su comedor, decorado como una callejuela meridional con faroles y balconcillos, a otros famosos como Javier Bardem, Joaquín Cortés o incluso «el rey cuando era príncipe y tenía más movilidad».

No parece mal sitio para que Sánchez invite algún día a su nuevo compañero de aventuras, Albert Rivera, que también se inclina por los menús poco formales. «No es muy tragón, nada glotón: le gustan los bocadillos, las tapitas... Es más de pica-pica, con su Coca-Cola o, si viene a cenar, su vinito bueno», detalla Joaquín Ballesteros, encargado de Casa Alfonso, el restaurante favorito del líder de Ciudadanos. Lo cierto es que en el establecimiento barcelonés resulta difícil sustraerse al picoteo: Casa Alfonso nació como una charcutería en los años 30, una época en la que esas suculencias eran una mercancía escasa y casi provocativa, y se mantiene asombrosamente fiel a la estética y las intenciones de entonces. Sobreviven la barra de mármol, los sillones de mimbre, la decoración de madera y también los jamones y las chacinas que nublan el entendimiento.

Huevos y canutillos

Rivera empezó a frecuentar el restaurante por simple comodidad: queda muy cerca de la Torre Urquinaona, donde se encontraba la primera sede de Ciutadans, así que su reservado para una docena de comensales se presentaba como un rincón idóneo para las reuniones de trabajo. Pero se aficionó a su carta en particular, según ha confesado, es adicto a los huevos rellenos y los canutillos de crema y siguió acudiendo después de que el partido se mudase. «Yo llevo aquí diez años y lo conozco desde hace cinco o seis. Antes de irse a Madrid, solía hacer aquí los almuerzos de trabajo, pero también viene a cenar: un poquito de jamón de Guijuelo, unas croquetas caseras muy buenas que nos hacen en Cardedeu...». En Casa Alfonso, las celebrities no llaman mucho la atención, porque todos están más que acostumbrados a que asomen por la puerta: no hay más que mirar los numerosos retratos de visitantes ilustres que adornan las paredes. «Me giro y veo a Bardem, a Ferran, a Boris...», va repasando cuadros Joaquín, que en cambio no es nada amigo de exhibir en la galería a la clientela política. «¡Aquí come jamón todo el mundo! También hemos tenido a Cospedal, mancheguita de mi tierra».

Aunque las probabilidades jugaban en contra de los curiosos, también se sabe cuál es el restaurante más visitado por Pablo Iglesias. El líder de Podemos no es muy dado a la conversación frívola, pero explicó una vez a Telecinco que su establecimiento preferido era un chino cercano a su casa, en la zona madrileña de Pacífico. Se refería al Estrella Central, que abrió hace trece años y en realidad es bastante más ambicioso que nuestra idea habitual de un chino de barrio: lejos del abigarramiento de dragones y farolillos, está decorado en elegantes tonos oscuros y propone también platos japoneses y tailandeses, además de organizar veladas temáticas con música asiática. «Yo le conocí hace diez años, antes de ser político, y suele venir cada dos semanas. Toma lo típico, nuestras especialidades: pato laqueado, sushi...», explica el discretísimo dueño, Juan Ye, un nativo de Shangái que llegó a España con cinco añitos. ¿Y es más de tenedor o de palillos? «De tenedor, es más de tenedor». A Pablo Iglesias suelen colocarlo un poco apartado, a refugio de las miradas invasoras, pero eso no le libra de que le aborden o le pidan una foto alguna que otra vez. Cuando lo cuenta Juan, su tono deja claro que esas confianzas le parecen una osadía imperdonable.

Majete Sarkozy

Como parroquiano de una casa de comidas que funciona desde hace más de ocho décadas, Albert Rivera cotiza alto en las cuotas de clasicismo. Pero, por supuesto, hay quien le gana en esa competición. Mariano Rajoy, quién si no, es devoto de La Tasca Suprema, una taberna con la fachada de madera roja que identificaba a estos locales en el Madrid castizo. La Tasca, que se ganó su calificativo fanfarrón por la proximidad al Tribunal Supremo, abrió sus puertas a finales del siglo XIX y mantiene en su menú platos con aroma a otra época, como esa gallina en pepitoria con la que soñaban los personajes de tebeo de la posguerra. Mariano Rajoy casi forma parte de la plantilla: «Yo llevo aquí toda la vida, treinta años, pero él ya estaba antes que yo», resume Jose Velasco, el hijo del propietario, que conoce a la perfección los gustos del presidente en funciones: «Es de lo más sencillo que hay. No le da por las almejas, las cosas caras ni los vinos buenos. Aquí todo es de primera, pero hablamos de una tasca, no del Ritz, y él disfruta con las lentejas, el cocidito... ¡El cuchareo! También las chuletitas, los callos y un vino normalito: deja la botella por la mitad y se la bebe luego mi padre».

Los años que lleva al frente del Gobierno le han obligado a abrir un paréntesis en su fidelidad a La Tasca Suprema, pero dicen quienes le conocen que Rajoy, hombre de costumbres, lleva muy mal las nostalgias de su paladar. Tanto, que el año pasado aprovechó la primera oportunidad que se le presentó y se llevó a un amigo: ahí estuvieron Rajoy y Sarko­zy jamando felizmente gazpacho, jamón, espárragos, chipirones y tarta de limón. «Ocuparon todo el restaurante, excepto una mesa en la que comían unos clientes, y estuvieron charlando con ellos. Sarkozy también, muy majete», recuerda Jose. El retorno a su taberna fue tan gratificante que Rajoy incluso se animó a tuitearlo, aunque por desgracia no optó por la fórmula con un colega gabacho comiendo unos chipis cojonudos. Lo suyo, aunque parecido en el fondo, sonó una pzca más formal: «Seguro que Nicolas Sarkozy se llevará un buen recuerdo de nuestra gastronomía».

Pedro Sáchez.Luna Rossa (Madrid)

Dónde está. Calle San Bernardo, 24, en el centro de Madrid.

Historia. Lo abrió en 1994 el padre de las actuales propietarias, con el propósito de introducir a los madrileños en la riqueza y la variedad de la cocina italiana.

Qué se come. Pedro Sánchez suele inclinarse por la pizza, con precios a partir de 11 euros. La Luna Rossa, una de sus favoritas, lleva tomate San Marzano, rúcula, láminas de parmesano y aceite de trufa negra. También tienen antipasti a partir de 12,50 euros (milhojas de berenjenas, burratina con trufa...) y especialidades desde 13,90 (espaguetis con navajas, ñoquis con mejillones...).

Mariano Rajoy.La Tasca Suprema (Madrid)

Dónde está. La Tasca Suprema está en la calle Argensola, número 7, muy cerca de la sede nacional del Partido Popular de la calle Génova.

Historia. Comenzó a funcionar a finales del siglo XIX, cuando era una vivienda donde se preparaban comidas para el público.

Qué se come. Entre sus especialidades figuran la fabada asturiana (12 euros), los callos a la madrileña (13 euros) y los chipirones rellenos en su tinta (13 euros). Mantienen la tradición de preparar algunos platos en determinados días de la semana:gallina en pepitoria los lunes (12 euros), albóndigas de ternera los miércoles (10 euros) y cocido madrileño los jueves (18 euros).

Albert Rivera.Casa Alfonso (Barcelona)

Dónde está. Calle Roger de Llúria, número 6, en las inmediaciones de la estación de metro de Urquinaona.

Historia. Fue una de las cuatro charcuterías que fundaron cuatro amigos en los años 30. El actual propietario, tercer Alfonso García de la saga, es nieto del fundador.

Qué se come. Casa Alfonso ofrece diversas tablas artesanales de quesos y embutidos (entre 18 y 24 euros), carta de tapas (desde ganchitos de oreja hasta minibutifarras) y platos catalanes como el conejo a la brasa (medio conejo, 13 euros). Rivera ha declarado su predilección por los huevos rellenos de bonito (1,75 euros la unidad).

Pablo Iglesias.Estrella Central (Madrid)

Dónde está. Este restaurante asiático se encuentra en el número 192 de la Avenida Ciudad de Barcelona, en el barrio madrileño de Pacífico.

Historia. Lo fundó en 2003 el padre del actual propietario, procedente de la ciudad china de Sanghái.

Qué se come. El Estrella Central incluye en su carta platos chinos, japoneses y tailandeses. Sus dos especialidades son el pato laqueado que hornean a diario (24 euros para dos personas)y el sushi (la bandeja de maki surtido, con 24 piezas, cuesta 22,50 euros). A mediodía tiene menús del día que parten de los 9,95 euros. Organiza fiestas temáticas con música y danza asiáticas.

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