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Crónica negra de Valladolid

El doble crimen del asesino de la catana: quince puñaladas y un gran corte en el cráneo

Ismael Valdajos fue condenado a 36 años de cárcel por acabar con la vida de su padre y su hermana en el barrio de Girón

Ángela Gago

Valladolid

Jueves, 26 de junio 2025, 06:41

Parecía una tarde tranquila, pero la locura se desató un caluroso 26 de junio de 2007 -hace justo 18 años- en el número 79 de la calle Hogar, en el vallisoletano barrio de Girón, donde la familia Valdajos Silva se había instalado en la década de los 60. Sin que hubiera discusión alguna, un padre y una hija fueron asesinados por Ismael, de 31 años, hijo y hermano de las víctimas. Para ello, utilizó dos armas blancas, en el caso del progenitor una catana o espada samurai de 69 centímetros de filo y en el de la joven un cuchillo de 15 centímetros de hoja.

Ismael fue condenado a 36 años de prisión, 18 por cada crimen, como autor de dos asesinatos con alevosía y parentesco como agravantes. Las muertes se produjeron de forma sorpresiva, inesperada y brutal, «sin dar oportunidad a las víctimas a reaccionar». Los integrantes del jurado popular necesitaron dos días para considerarle por unanimidad culpable de doble asesinato.

La sentencia consideró probado que todo comenzó una vez que la madre, María Victoria -de unos 50 años- se ausentó de la casa familiar para ir a trabajar como asistenta del hogar. Sobre las cinco de la tarde, Ismael entró en la habitación de su hermana -Mariví, de 33- que se encontraba tumbada en la cama y le acometió hasta quince puñaladas en la zona del pecho con un cuchillo -ocho de ellas muy próximas al corazón- para acabar matándola. La autopsia confirmó que había signos de que ella trató de defenderse.

Acto seguido, el asesino salió del dormitorio y en el descansillo de la parte superior de la escalera, blandiendo una catana, esperó a que su padre -Luis, de 56 años, que se encontraba viendo la tele en el salón de la planta baja-, comenzara a subir tras escuchar gritar a la hija. Al ver asomar su cabeza, Ismael le lanzó un primer golpe que le seccionó la calota craneal y cortó una rodaja del cerebro. Tras ese primer golpe, que hizo caer por la escalera a la víctima, siguieron otros muchos más -un total de veintinueve- hasta un último sablazo de remate que entró por la zona izquierda del tórax del progenitor, que yacía en el suelo boca abajo y sobre un charco de sangre, y salió por esternón tras atravesar el corazón.

Acusó al padre

Con posterioridad, Ismael -que había estado en tratamiento psiquiátrico por depresión y por un trastorno esquizoide de la personalidad- colocó el cuchillo junto al cadáver del padre para dar más credibilidad a la versión posterior que daría sobre que su progenitor había sufrido un ataque de locura y había acabado con la vida de su hermana. El padre, Luis Valdajos, apodado en el barrio como 'Curiacu', había trabajado en la construcción y antes de jubilarse había estado empleado en el Ayuntamiento de Valladolid.

Después de consumar las dos muertes, Ismael se lavó y cambió de ropa, y pasadas las cinco y media acudió al domicilio de sus tíos para contarles lo ocurrido con su padre (no mencionó a su hermana), quienes alertaron a la Policía y a los servicios sanitarios.

Allí fue detenido al declararse como autor de la muerte de su padre. Según Ismael, fue el padre el que apuñaló a la mujer con el cuchillo en la parte baja de la vivienda y que para defenderla no tuvo más remedio que coger una catana que tenía en su habitación y golpear a su progenitor con el arma en la cabeza y el cuerpo provocando su muerte.

Aunque en la tarde en la que sucedieron los hechos los agentes dieron credibilidad a la versión de Ismael, los informes presentados en el juicio por el equipo de Policía Científica determinaron que el condenado asesinó a su hermana. Los forenses aseguraron que, a pesar de su trastorno de personalidad, el joven «no tenía sus facultades mentales alteradas» cuando cometió el doble crimen. Así que se rechazó que su estado afectara a su imputabilidad, por lo que cuando realizó los hechos sabía lo que hacía, era dueño de sus actos y discernía entre el bien y el mal.

Malos tratos y alcoholismo

Fontanero de profesión, Ismael Valdajos llevaba los tres años previos al crimen recluido en su habitación. En 2004 perdió el trabajo e incluso intentó quitarse la vida, lo que le llevó a aislarse del mundanal ruido para encerrarse en un hogar en el que, según relató su progenitora en el juicio, reinaba la tiranía del padre.

Luis era alcohólico -pero el día de autos no había bebido- y maltrataba a Ismael desde pequeño. Un hombre que, según explicó la madre del procesado, también la maltrató durante los más de treinta años de matrimonio, por lo que la familia vivía un auténtico calvario por su adicción. Además, las depresiones de Ismael habían provocado tensiones familiares y tres años antes del doble crimen el padre tuvo que ser ingresado por la paliza con un bate de béisbol que le dio su hijo.

La próxima semana

El crimen de la calle Isla.

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