¿Es realmente necesario el cambio horario?

¿Pero a las dos son las tres o a las tres son las dos? A ver, antes de nada. Si te tienes que quedar con algo de este reportaje que sea esto: durante la madrugada del próximo domingo, a las tres de la mañana volverán a ser las dos.

Ahora dos recomendaciones. La primera: no te preocupes por cambiar la hora en tu ordenador, 'smartphone' o tableta, ya saben hacerlo por si mismos. Y, la segunda: sí, dormirás una hora más, o tendrás una hora más para salir por ahí con tus amigos, pero no te despistes porque es muy posible que la noche del domingo te cueste un poco más coger el sueño y el lunes lo pagarás caro.

Pero, ¿Por qué en España se cambia la hora? ¿Es beneficioso? ¿Deberíamos abandonar este sistema de racionalización y aprovechamiento de la luz del sol? Lee estas tres afirmaciones y después juzga tu mismo.

Según un artículo publicado por Ecologistas en Acción que remite a un informe de la Comisión Nacional de Energía, «el cambio de hora generaba en las personas el denominado Síndrome General de Adaptación, por la obligación de tener que acostumbrarse sorpresivamente a un nuevo esquema de sueño, lo que conlleva una mayor fatiga y accidentabilidad y una menor productividad laboral durante los primeros días tras el cambio».

Hay dos sustancias que se ven afectadas con el cambio de hora: la serotonina y la melatonina. La primera de ellas se libera con la incidencia del sol sobre nuestra piel, por lo que las horas de sol son fundamentales para su presencia en nuestro organismo.

Igualmente, la melatonina es la responsable de que nuestro cuerpo decida que es hora de dormir. Gracias a ella, y a las concentraciones que se dan en nuestro cuerpo a lo largo del día, el organismo comienza a adoptar las características que nos hacen dormir. Ahí podrían radicar las dificultades para conciliar el sueño a las horas habituales cuando se producen este tipo de cambios. En los primeros días tras un cambio de hora nuestro cuerpo necesita reconfigurarse para tener sueño cuando queremos dormir y mantenerlo durante toda la noche.

No obstante, el Gobierno, que aplica el cambio horario en base a una normativa comunitaria obligatoria, asegura que esta medida tiene impactos positivos no solo sobre el ahorro, sino sobre el transporte, las comunicaciones, la seguridad vial, las condiciones en el trabajo y los modos de vida, la salud, el turismo y el ocio (ahí es nada).

Un poco de historia

La primera vez que se utilizó el cambio de hora fue en la Primera Guerra Mundial. Allá por 1916, y por economía de combustible, los países comenzaron a tomar esta medida ante la época de apreturas que se avecinaba en la Gran Guerra, que se desarrolló hasta 1918. En ese mismo año del fin de las hostilidades, el 15 de abril, se escuchó en nuestro país por primera vez aquello de «a las dos serán las tres». Por aquel entonces, Madrid viajaba a la misma hora que Londres, es decir, una menos que la actual y se decidió aplicar el cambio horario de invierno y de verano.

Con la llegada de la Segunda Guerra Mundial y ya con Franco gobernando en España, el dictador decidió que el país debía seguir el mismo huso horario que los países con los que compartía ideología. De este modo, y a través de una orden ministerial fechada el 7 de marzo de 1940 y publicada en el número 68 del Boletín Oficial del Estado, el sábado 16 de marzo a las 23:00 horas la hora se adelantaba «en 60 minutos», como recogía el documento oficial.

Así pues, España hace casi cien años que cambia de hora cada seis meses y hace 75 que no tiene la misma hora que países más próximos a su meridiano como Inglaterra o Portugal. Tan solo Canarias se quedó fuera de este cambio.

En el mismo decreto recogido por el BOE en el que se establecía el huso horario que España aún mantiene, el punto quinto recogía que «oportunamente se señalará la fecha en que haya que restablecerse la hora normal». Pero, ¿Cuál es esa?