La cara B del Sermón de las Siete Palabras
Hoteles llenos, periodistas extranjeros y un agradecimiento curioso y justificado de Luis Argüello «al Servicio de Limpieza»
Las gradas laterales de la Plaza Mayor estaban más vacías que de costumbre. Dicen algunos de los que presenciaron desde allí el Sermón de las ... Siete Palabras que no se escuchaba bien. Que lo que otra vez era una megafonía más «envolvente» se quedó esta vez en un sonido unidireccional y que no llegaba más allá. El acto, eso sí, despertó la expectación acostumbrada tanto durante el sermón de Luis Argüello como después, cuando los peatones pudieron pasear y contemplar las imágenes expuestas. «¿Es Jesúuuuus?», preguntaba a su padre un crío con el toniquete de crío que alargaba la 'u', entre curioso y asombrado. Y sí, claro. Era Jesús. Todos eran Jesús. Porque allí permanecían, después de que los cofrades de las Siete Palabras retiraran al Cristo de las Mercedes, que presidió la alocución del arzobispo, los pasos 'Padre, perdónales porque no saben lo que hacen' (Cristo de Gregorio Fernández, h. 1610. Sayones, taller de Gregorio Fernández, S.XVII); 'Hoy estarás conmigo en el Paraíso' (Francisco del Rincón, h. 1606); 'Madre, ahí tienes a tu Hijo' (Cristo, Virgen y San Juan de Gregorio Fernández, S.XVII); 'Dios mío, Dios mío, porqué me has abandonado' (anónimo, segundo cuarto S.XVI); 'Sed tengo' (Gregorio Fernández, 1612-1616) y 'Todo está consumado' (Cristo anónimo S.XVII; Virgen, San Juan y Magdalena, seguidores de Gregorio Fernández, h. 1650).
Publicidad
En una primera fila, la de las autoridades, repleta de trajes grises y azules (Óscar Puente, Conrado Íscar, concejales de PSOE, PP, Ciudadanos, el diputado de Vox Pablo Sáez) y vestidos oscuros (Raquel Alonso, delegada territorial, o Irene Muñoz, del grupo municipal popular), destacaba el colorido que aportaba la embajadora de Sudán, Maha Suleiman, que se lanzó a hacer fotos con el móvil desde que pasó a su lado el primer cofrade.
Había más diplomáticos, pero sobre todo había presencia de medios de comunicación internacionales que se han paseado estos días entre procesiones. «La Semana Santa de Valladolid atrae medios de comunicación de Estados Unidos, Italia, Alemania, Francia y Lituania», explicaba el Ayuntamiento en una nota de prensa.
Aunque, si se trata de turistas, las cifras de la Oficina de Turismo arrojan un saldo de mayoría de españoles entre los 5.500 que se han acercado a las tres disponibles.Tras ellos, los italianos, polacos, franceses, estadounidenses, mexicanos, alemanes, ingleses y portugueses. Así que la correlación con los medios extranjeros presentes parece indicar que se ha acertado con el 'target', que diría un publicista, con el objetivo a convencer de elegir Valladolid en lugar de Sevilla, por ejemplo.
Publicidad
Hasta 1.250 personas han participado en las diferentes visitas guiadas, algunas de las cuales siguen hoy y mañana disponibles. Y trescientos turistas han subido a la Torre de la Catedral. Los hoteles están al 100% de reservas.
Con estos datos, es normal que la Plaza Mayor presentara el Viernes Santo a mediodía un paisaje tan abrumador. O que el Jueves Santo la ciudad fuera una continua procesión de gente por calles abarrotadas.
Publicidad
El pregonero de las Siete Palabras, Álvaro Gimeno, recorrió a caballo desde las 8:30 de la mañana las 13 localizaciones previstas en las que anuncia el Sermón y cita a los ciudadanos a presenciarlo. Al llegar a la Plaza Mayor, uno de los caballos del séquito resbaló en el adoquinado un par de veces, al colocarse y al salir. De paso, soltó 'lastre' sobre las piedras ante la sonrisa inevitable de Luis Argüello, que segundos después debía pasar por ahí para acceder a las escalinatas que le llevaban al atril donde debía leer su sermón de 18 páginas. Antes de que diera un paso, el hombre y la mujer del Servicio de Limpieza que caminan tras la caballería había eliminado en un segundo cualquier resto del 'incidente'. Así que lo primero que hizo Argüello, muy atento al detalle incluso en un acto tan solemne, fue dar las gracias al comenzar su alocución «a las personas del Servicio de Limpieza».
Era la segunda vez que Argüello oficiaba como orador del Sermón de las Siete Palabras. Lo hizo en 2005. Entonces habló de la importancia del diálogo y de la misericordia ante la ambición humana. Amenazaba lluvia, así que tuvo que apretar en la lectura. 18 años más tarde, la 'amenaza tecnológica' de monopolios sin control le ha llevado a un sermón menos generalista y más arraigado en la actualidad. Que repita en este honor se debe a que es tradicional que, cuando se produce un relevo en el Arzobispado, el nuevo arzobispo se ocupe del Sermón de las Siete Palabras.
3€ primer mes
¿Ya eres suscriptor? Inicia sesión